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organizaciones de la sociedad civil protestan durante la COP30 de Belem exigiendo compromisos para terminar con los combustibles fósiles. Foto: cortesía © UN Climate Change / Kiara Worth

El lobby de los combustibles fósiles y la agroindustria fue uno de los ganadores de la cumbre por el clima en la COP30

Tras poco más de dos semanas, las negociaciones de la COP30 en Belém do Pará, Brasil, terminaron sin que los 194 países hayan podido acordar mayor ambición en el abandono de los combustibles fósiles.Durante la plenaria, países como Colombia, Uruguay y Panamá encabezaron críticas abiertas a la presidencia de Brasil por la falta de ambición.Rusia y Arabia Saudita fueron señalados como los principales obstructores de incluir referencias en contra de la industria petrolera y otros combustibles fósiles.Además, la agroindustria salió de la COP30 organizada para influenciar nuevas formas de medir el impacto del sector en el clima.

Publicado: hace 37 minutos

Más de 1500 lobistas de los combustibles fósiles y 300 de la agroindustria asistieron a la trigésima Conferencia de las Partes sobre el Cambio Climático (COP30) en Belém do Pará, Brasil, donde los países no lograron establecer hojas de ruta para avanzar en el mandato de abandonar los combustibles fósiles, establecido dos años atrás en la conferencia de Dubái. Tampoco, en una iniciativa similar para revertir la deforestación.

La plenaria final, sucedida el sábado 22 de noviembre, tras dos semanas de una COP que debía mostrar la fortaleza del multilateralismo, terminó con imágenes de dos incendios.

Uno, literal, fue el que afectó parte de los pabellones de la conferencia el jueves 20, obligando a la suspensión de las negociaciones.

Otro, más metafórico pero más preocupante para el futuro climático fue cuando la negociadora de Colombia, Daniela Durán, finalmente tuvo la palabra en el plenario final. Hasta ese momento los países latinoamericanos no habían tenido la oportunidad de hablar y minutos antes, el presidente de la Conferencia, el veterano diplomático brasileño André Corrêa do Lago, había procedido a aprobar los textos sobre mitigación y adaptación al cambio climático, haciendo sonar el simbólico mazo.

“La COP de la verdad no puede ignorar la ciencia”, dijo Durán, refiriéndose a las palabras que había dado el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, en su discurso de apertura de las negociaciones, dos semanas antes. “Según el IPCC [Intergovernmental Panel on Climate Change, integrado por científicos], aproximadamente el 75 % de las emisiones globales de carbono provienen de combustibles fósiles. No hay mitigación si no podemos debatir la transición hacia el abandono de los combustibles fósiles, lo que implica implementarla de forma justa, ordenada y equitativa», dijo la representante colombiana, antes de rematar que “negar la mejor ciencia disponible no sólo pone el régimen climático en riesgo, sino nuestra propia existencia». «Este es un consenso impuesto por el negacionismo climático”, afirmó.

La negociadora por Colombia, Daniela Durán, durante su intervención en la plenaria oficial de la COP30. Foto: cortesía © UN Climate Change / Kiara Worth

Panamá y Uruguay ya habían cuestionado que la presidencia de Brasil no les diera la palabra antes de aprobar los indicadores para aplicar a fondos de adaptación, un elemento prioritario de la región para hacer frente a fenómenos extremos, como olas de calor e inundaciones.

Ana Aguilar, de Panamá, señaló en la plenaria que estaba “extremadamente decepcionada” porque Corrêa do Lago había prometido un “proceso transparente”, que, en su opinión, no se cumplió. “No podemos apoyar un resultado que nos hace retroceder años”, dijo Aguilar.

Por su parte, Uruguay hablaba además en representación del resto del Grupo SUR, que incluye a Paraguay, Argentina y Ecuador, además del propio país anfitrión, Brasil. Efectivamente, el grupo negociador se había vuelto en contra de uno de sus miembros.

Pero la diferencia era que las palabras de Durán por Colombia no eran una simple crítica a ser anexada como pie de página al texto que se acababa de aprobar. “Lo lamentamos mucho, pero Colombia objeta”, dijo la negociadora. En el lenguaje de las negociaciones, significaba que el país oficialmente no daba su aprobación, y por lo tanto, el consenso no era tal.

Este fue un momento sin precedentes en la historia reciente de la conferencia.

Alrededor de la conferencia, referencias a las dificultades logísticas, ausencia de agua y hasta un incendio se convirtieron en memes durante los últimos días. Foto: cortesía © UN Climate Change / Kiara Worth

Brasil, más cerca de los BRICS que de Latinoamérica

La objeción colombiana, que representaba a otros países como Chile y tenía cierto apoyo de la Unión Europea, no sorprendía por su posición, sino por la situación. Ya desde antes del inicio de la conferencia, cuando Brasil anunció la creación del Fondo Bosques Tropicales Para Siempre (TFFF, por sus siglas en inglés), el presidente de Colombia, Gustavo Petro, se había distanciado en una reunión al pedir que el fondo estuviera vinculado a una política de eliminación de combustibles fósiles. Testigos señalaron que el comentario no había sido bien recibido por el presidente brasileño, Lula da Silva, cuyo gobierno aprobó expandir perforaciones petroleras a las puertas de la Amazonía semanas antes del inicio de la COP30.

Durante las negociaciones, fue Colombia la portavoz de mayor ambición sobre el abandono de combustibles fósiles, declarando como zona de exclusión para nuevas prospecciones a su territorio amazónico, también cuestionada por su verdadera capacidad para blindar a una región que enfrenta amenazas socioambientales complejas. Además, Colombia anunció, junto a Países Bajos, la primera conferencia internacional sobre el tema en 2026. El problema es que a excepción de la propia Colombia, otros Estados dependientes del petróleo, el gas y el carbón no fueron tan proactivos.

A lo largo de las dos semanas de negociaciones, cuatro negociadores y observadores latinoamericanos en distintas áreas nos mencionaron, off the record, que el llamado Grupo Árabe, que incluye a Estados petroleros como Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Egipto y Catar, fueron los principales responsables del bloqueo de cualquier párrafo que se refiriera a los combustibles fósiles.

Uno de los ejemplos dados fue el de las discusiones sobre daños y pérdidas causadas por el cambio climático, donde el Grupo Árabe evitó que se incluyeran menciones a la opinión consultiva de la Corte Internacional de Justicia publicada en julio de este año. En dicho documento, la Corte había considerado que el no cumplimiento de compromisos climáticos “puede constituir un hecho internacionalmente ilícito”.

“Arabia Saudita parece determinada a vetar cualquier esfuerzo para resolver la crisis climática”, dijo el exvicepresidente estadounidense Al Gore, al ser consultado por el diario Financial Times.

Por su parte, la organización Climate Action Network (CAN), que agrupa al principal grupo de observadores de las negociaciones, denunció que Rusia “había hecho de la obstrucción una disciplina olímpica”, ya que “peleó con uñas y dientes para que menciones a combustibles fósiles quedaran fuera del texto oficial”.

El esfuerzo fue exitoso. El texto final aprobado no habla ni de petróleo, ni de gas, ni de carbón. Para Laura Restrepo, de CAN Latinoamérica, “la negativa de los países desarrollados a comprometerse, o incluso a permitir lenguaje sobre transitar fuera de los combustibles fósiles en los textos, revela una falta de voluntad incompatible con el límite de 1.5 °C reconocido tanto por el IPCC como por la Corte Internacional de Justicia”. En 2015, los países que firmaron el Acuerdo de París se comprometieron a limitar el calentamiento global a muy por debajo de 2 °C y procurar limitarlo a 1.5 °C.

Para cuando se retomó la plenaria, luego de la objeción de Colombia, el presidente de la COP30, André Corrêa do Lago, anunció “lamentando profundamente” que tras consultas sobre procedimientos, no podía reabrir la votación sobre mitigación y adaptación, pese a la posición de Colombia. “Me disculpo por no haberles dado la palabra. Como muchos de ustedes llevo sin dormir y tal vez mi avanzada edad no ayudó”, se excusó el veterano diplomático brasileño para explicar por qué no había “visto” que países como Uruguay, Panamá y Colombia habían levantado la mano. Corrêa do Lago dijo que podrían llevar el tema a las reuniones de medio término en Bonn, Alemania, en 2026.

El presidente de la COP30, André Corrêa do Lago, consulta con miembros de Naciones Unidas ante la objeción presentada por Colombia en la plenaria. Foto: cortesía © UN Climate Change / Kiara Worth

Inmediatamente después del pedido de disculpas de la presidencia de la COP vinieron las intervenciones de apoyo por parte de Rusia, India y Arabia Saudita, que, como Brasil son parte de los BRICS (acrónimo que inicialmente hacía referencia a un grupo de cinco países: Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, pero que luego ha incluido a otras naciones).

Arabia Saudita pidió dos veces la palabra, obligando a Corrêa do Lago a aclarar que “cualquier discusión en Bonn será sobre lo ya aprobado y no sobre nuevos compromisos” De esa manera, el país petrolero mostró su posición favorable al texto desprovisto de menciones a los combustibles fósiles. Lo mismo señaló India, que además de “felicitar a la Presidencia por su arduo trabajo”, indicó que “se dejaría un precedente peligroso si se abriera un ítem ya aprobado”.

La peor imagen que terminó de derrumbar la plenaria de la conferencia fue cuando el representante de Rusia, Sergei Kononuchenko, tomó la palabra. “Voy a hablarles en español, así los países latinoamericanos me entienden (…) ustedes se comportan como niños que quieren en sus manos todos los dulces”, argumentó.

La representante de Argentina, Eliana Saissac, pidió aplicar el código de conducta a Kononuchenko por sus declaraciones. “Estoy profundamente ofendida”, dijo. Ana Aguilar, de Panamá, respondió a su vez diciendo que “ojalá todos aquí nos comportáramos como niños hacia un futuro, en vez de viejos adultos sin futuro”.

Al final, la presidencia brasileña se limitó a informar que “incluirá las intervenciones en el reporte de la plenaria” y prosiguió con las votaciones. Un texto sin consenso real fue el resultado.

La agroindustria planea a largo plazo

Aprovechando que el foco de atención estaba puesto sobre los combustibles fósiles, la participación de corporaciones y representantes de gremios locales de sectores como los biocombustibles, la ganadería, la agricultura industrial y los pesticidas pasó más desapercibida en las negociaciones. Esto pese a que de acuerdo a datos relevados por Desmog, The Guardian, Consenso y Repórter Brasil, de los 302 lobistas del sector identificados, uno de cada cuatro estaba dentro de las delegaciones oficiales de los países.

El país anfitrión, Brasil, fue quien trajo el mayor número de lobistas del agro (26), incluyendo representantes de las firmas Syngenta y Pepsico. Le siguieron otros países como Indonesia, Japón, Honduras, China y Francia.

Noruega trajo cinco miembros de Yara, la mayor empresa de fertilizantes de Europa y una de las financistas, junto a la petrolera Chevron, de Boomitra —también presente en la COP30—, una startup que vende créditos de carbono de “agricultura regenerativa” en Paraguay y Perú, que tuvo espacio para exponer su labor en el pabellón de Singapur. Allí, representantes de la compañía volvieron a agradecer al país asiático por apostar por “proyectos de carbono de suelo que crearán beneficios tangibles para agricultores y ecosistemas”.

Esta relación entre los intereses de la agricultura industrial con los créditos de carbono se vio reflejada en el texto de negociaciones de agricultura de la COP30. En el escrito se menciona la búsqueda por “reconocer la importancia de desarrollar mecanismos de mercado para compensar a agricultores (…) como mercados de carbono, incluyendo aquellos bajo el Artículo 6 del Acuerdo de París”, que fueron incluidas por Australia y Nueva Zelanda, de acuerdo a dos fuentes cercanas a la negociación que lo confirmaron a Mongabay Latam de manera independiente. Las delegaciones de ambos países no respondieron a las consultas de este medio antes de la publicación del reportaje.

Protesta de organizaciones de la sociedad civil dentro de la COP30. «No invitarían a la industria del tabaco a una conferencia de salud», dice el cartel, en referencia a la presencia de lobbistas de la industria del agronegocio y los combustibles fósiles en la conferencia del clima. Foto: cortesía © UN Climate Change / Kiara Worth

Esta inclusión en el texto no es un asunto menor. Grandes proponentes de esquemas de captura de carbono en el suelo, como la iniciativa Save Soil, difundieron, el mismo día que se supo de esa inclusión, un nuevo análisis donde hay 75 menciones a la capacidad del suelo para capturar carbono debajo de plantas como la soja o debajo de pasturas ganaderas.

Las negociaciones de agricultura incluían desde menciones a la agroecología hasta posiciones como “reconocer la importancia de la ganadería en la nutrición en países en vías de desarrollo”, al mismo tiempo que se admitía “que la producción ganadera es un gran aportante de emisiones de gases de efecto invernadero”.

Como solución a lo último, se señalaba “la importancia de incluir al sector en estrategias de agricultura climáticamente inteligentes”, un término por el cual, en la misma semana de las negociaciones en Belém, el segundo mayor productor ganadero del mundo, Tyson Foods, debió llegar a un acuerdo judicial con grupos ambientalistas en Estados Unidos por greenwashing.

La agricultura y la ganadería son dos de las actividades que generan mayor impacto negativo en los páramos de Colombia. La presencia de vacas compacta suelos y afecta matorrales clave para la regulación hídrica. Foto: cortesía Andrea Moreno / El Tiempo.

Bajo el acuerdo, Tyson Foods no solo ya no puede usar el término “climáticamente inteligente” para referirse a su carne, sino que tampoco puede introducir nueva “publicidad verde” sin antes pasar por un análisis de expertos independientes. En la COP30, Tyson Foods estuvo representado por miembros de la compañía y la Mesa Global de Carne Sostenible. Consultados para este reportaje vía correo electrónico, desde Tyson Foods se limitaron a compartir el documento completo del acuerdo al que llegaron con los ambientalistas estadounidenses.

Aunque las negociaciones de agricultura no finalizaron, el texto propuesto será puesto a votación dentro de seis meses, en las reuniones de medio término en Bonn. Miembros del sector agropecuario también esperan que la próxima conferencia del clima, que se realizará en Turquía pero con presidencia de Australia, tras un acuerdo entre ambos países, sea la “conferencia de los sistemas alimentarios”. Así sostuvo en entrevista con Mongabay Latam, Filipe Texeira, director de Sustentabilidad y Asuntos Corporativos de Syngenta.

En un panel que compartió con el vicepresidente global de Asuntos Públicos de Pepsico, Dan Christenson, el representante de Syngenta también declaró “su felicidad ante el éxito de la Agrizone”, un espacio montado a 10 minutos de la conferencia climática por el ente brasileño Embrapa y el Instituto Interamericano para la Cooperación de las Américas (IICA), con patrocinio de las empresas Bayer y Nestlé.

El representante de Pepsico también valoró que el espacio “nos ayudó a hablar de nuestra labor conjunta con Yara [principal empresa de fertilizantes en el mundo] en el sur de Brasil”.

El panel, realizado en el pabellón de industrias de Brasil, trató sobre “caminos para métricas regionales sobre agricultura”. Desde hace años el agronegocio intenta cambiar el actual modo de medir el impacto climático del sector bajo diferentes argumentos. Pepsico y Syngenta presentaron uno nuevo en la COP30: la idea de que la “agricultura tropical de países como Brasil y Paraguay”, según Texeira, “tiene suelos y capacidades de captura diferentes” que no se miden correctamente porque “los indicadores utilizados son europeos”.

“La mayoría de la gente piensa en nuestros refrescos, pero gran parte de nuestro negocio son alimentos como los Doritos”, dijo por su parte Christenson, de Pepsico. “Hay mucho potencial en la agricultura tropical, nos importa porque tenemos negocios en Brasil, en Indonesia, en África y necesitamos marcos teóricos que reflejen correctamente”.

Esta no es la única iniciativa del sector que busca influir en las matemáticas que sostienen los reportes y compromisos climáticos de 194 países. Durante la COP30, organizaciones del agro de Argentina, Uruguay, Estados Unidos, Australia y Nueva Zelanda, entre otras, lanzaron una coalición con el objetivo de que Naciones Unidas adopte métricas diferentes para medir el metano de la ganadería. Una investigación ya había revelado que, desde hace años, el sector llevaba presionando la política del clima en Sudamérica al respecto.

Consultados por Mongabay Latam, desde la coalición compartieron una carta fechada en octubre de 2025, donde incluyen como objetivo impulsar este cambio, aprovechando que antes de 2028 la Convención de Cambio Climático debe revisar sus recomendaciones a los países.

El representante de Syngenta también confirmó que están considerando esa misma ventana de oportunidad para impulsar nuevas métricas sobre la “agricultura tropical”.

Desde La Vía Campesina, un movimiento que coordina a organizaciones campesinas en 81 países, incluyendo naciones latinoamericanas, aseguraron que “dado el nivel de alta captura corporativa del agronegocio y los combustibles fósiles en la COP30, no estamos sorprendidos. Estas negociaciones están siendo vaciadas de contenido cuando los gobiernos cada vez más dependen del sector privado, filantropía, acuerdos paralelos y falsas soluciones de mercado”.

Aunque el secretario de la Convención de Cambio Climático, Simon Stiell, haya afirmado que la COP30 “demostró que la cooperación climática está viva”, las declaraciones de La Vía Campesina se suman a un murmullo cada vez más potente sobre la poca capacidad de las conferencias del clima de responder de manera real a una brecha cada vez más grande entre la ambición necesaria y los compromisos que se pretenden asumir.

Para cuando terminó la plenaria de la COP30, desde afuera se escuchó la única certeza tras dos semanas caóticas: el húmedo calor amazónico dio paso a una torrencial lluvia, como sucedió cada día durante las dos semanas de negociación.

El artículo original fue publicado por Maximiliano Manzoni en Mongabay Latam. Puedes revisarlo aquí.

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Escrito por

Mongabay Latam

Mongabay Latam es una plataforma de noticias ambientales, científicas y de conservación en español.


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