La comercialización sin control del aguaje pone en peligro los bosques de palmeras en Perú
Un estudio del Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana (IIAP) revela que los bosques de palmeras o turbera tropical, conocidos como “aguajal”, son sumideros de carbono y contribuyen a reducir los Gases de Efecto Invernadero (GEI). A pesar de su función clave para el clima, el IIAP calcula que se pierden anualmente 1400 hectáreas de aguajales solo en la ciudad de Iquitos, capital de la región Loreto.
En 2003, Estela Tuanama Tapillima encontró en la comercialización del aguaje una alternativa de trabajo. En esa época los aguajeros, como se les llama a los vendedores de este fruto, eran pocos en Pucallpa, capital de la región amazónica de Ucayali, en la Amazonía centro de Perú. La demanda de este producto incrementó con los años con la creencia de que el fruto “era bueno para las mujeres”.
Años más tarde, esta versión fue confirmada por un grupo de científicos al corroborar que el aguaje tiene fitoestrógenos, importantes en la alimentación humana, sobre todo de la mujer durante toda su vida y en especial en el climaterio, periodo antes y después de la menopausia. Además, es un alimento con gran cantidad de vitamina A, componente que es usado para medicamentos y cuyo aceite se utiliza para elaborar productos de belleza.
“Todo el año vendemos aguaje en fruto y en jugo (aguajina). Los meses de agosto a diciembre es temporada de aguajes en Pucallpa, en esas fechas compró el saco en 80 soles (21.9 dólares), pero de enero a julio lo traen de San Martín y el saco del fruto llega a costar hasta 270 soles (73.9 dólares)”, explica la comerciante de 46 años.

Loreto es la región con mayor cantidad de turberas tropicales en Perú. Foto: Marlon del Águila / WWF
La venta de este producto se realiza en tiendas comerciales o puestos ambulantes en las regiones amazónicas de Ucayali, San Martín, Huánuco, Madre de Dios y, principalmente, Loreto, donde hasta 2019 se calculaba que solo en la ciudad de Iquitos se consumía 230 000 sacos por año, siendo 11 500 toneladas anuales. Actualmente, un solo saco de aguaje se comercializa entre 180 soles (657 dólares) y 210 soles (766.6 dólares) en la ciudad de Iquitos (Loreto). El precio variará entre 20 a 30 soles (5 a 8 dólares) más dependiendo de la variedad del aguaje.
La venta de este fruto ha ido incrementando con el paso de los años por su uso en la elaboración de medicamentos, productos de belleza y su alto valor nutricional. Sin embargo, la forma de aprovechamiento, en la mayor parte de la Amazonía, aún es destructivo porque se cortan las palmeras “hembras” para sacar los aguajes, generando graves cambios ecológicos en el ecosistema.
“Antes sí cortaban mucho las palmeras para sacar los aguajes, ahora las cosas han cambiado: se sabe que se debe priorizar el árbol, hay subidores que se encargan de recoger los frutos. A ellos se les paga 20 soles (5.4 dólares) por árbol. Pero aún hay informales que siguen cortando las palmeras para sacarles el fruto o criar suri”, cuenta la comerciante que se ha dedicado a la venta de este fruto en los últimos 22 años.

Los escaladores suben 40 metros de altura para extraer los aguajes de las palmeras. Foto: Asociación de Manejo de Bosques Naturales Esperanza
Sumideros de carbono
Los bosques de palmera de aguaje (Mauritia flexuosa), conocidos como turberas, es un tipo de humedal amazónico importante porque acumula material orgánico en semi descomposición y está saturado de agua. Es un ecosistema que almacena grandes cantidades de carbono, claves para mitigar los efectos del cambio climático.
“Esta palmera nativa de la Amazonía peruana crece únicamente en zonas extensas e inundables”, explicó Frank Flores, oficial de Biodiversidad de World Wildlife Fund Perú. “Este ecosistema es el más eficiente almacenador (stockeador) de carbono entre los ecosistemas terrestres amazónicos, llegando a almacenar, en promedio, 484.52 toneladas de carbono por hectárea para aguajales densos, y en aguajales mixtos, 424.72 toneladas”, agregó Flores.
A nivel nacional, existen 5 527 523 hectáreas de pantanos de palmera, lo que representa el 4.27 % del territorio de Perú, según el mapa nacional de ecosistemas. Una sola palmera puede alcanzar la madurez en 10 años con una altura promedio de 35 metros.

Los aguajales son grandes sumideros de carbono en la Amazonía. Foto: Marlon del Águila / WWF
Los científicos del Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana (IIAP) monitorean desde 2017 los Gases de Efecto Invernadero (GEI) en los aguajales para determinar si el ecosistema actúa como un sumidero o un emisor de GEI, información que servirá para comprender el rol del ecosistema en el ciclo global del carbono.
Para desarrollar el estudio, se instaló una torre de 42 metros de altura, equipada con sensores que registran el flujo de los gases de manera continua, tanto a corto como a largo plazo. La publicación de 2021 identificó que los flujos de energía y carbono se atribuyen a las actividades de la vegetación y que estos cambian de acuerdo a las estaciones húmedas o secas. “Con los datos de 2018 y 2019 hemos determinado en este estudio que este ecosistema se comportaba como un sumidero, almacenando carbono”, explicó el ingeniero forestal Lizardo Fachin Malaverri.
El investigador afirmó que debido a la pandemia dejaron de registrar datos de las turberas, pero retomaron el trabajo en 2021 y con los resultados de 2022 han detectado un cambio en el comportamiento del humedal.
“Los resultados obtenidos hasta ahora revelan que el equilibrio de la turbera se está alterando por las condiciones climáticas actuales”, dijo el ingeniero Lizardo Fachin. Por lo tanto, explica, es imperativo abordar esta problemática desde la investigación científica. “Solo a través de la comprensión de los procesos biogeoquímicos podremos desarrollar estrategias de mitigación efectivas. Estas estrategias, a su vez, deben servir para la toma de decisiones y garantizar un futuro sostenible”.

Un saco de aguaje de 60 kilos, aproximadamente, llega a costar 180 soles (657 dólares) en la ciudad de Iquitos, región Loreto. Foto: Andina
El valor comercial del aguaje
En las calles de la ciudad de Iquitos se comercializan los aguajes en fruto, cremoladas, helados y jugos. Además, en las farmacias hay bloqueadores solares, cápsulas de vitaminas y jarabes. En la industria cosmética se usa el aceite como hidratante de piel y cabello. Su uso es múltiple debido a sus propiedades: vitaminas y antioxidantes. Sin embargo, para obtener este fruto persiste la mala práctica de cortar el árbol “hembra”, ya que es el que tiene el fruto.
Un estudio de 2001 en Loreto demostró que los vendedores de aguaje ofrecían sus productos durante todo el año, lo que representaba un consumo mensual de 3720 sacos, cantidad para la que se cortaban aproximadamente 1078 palmeras. A la fecha, las cifras se han incrementado.
La palmera de aguaje presenta en forma separada plantas femeninas y masculinas, la “hembra” es la que produce el fruto, pero necesita de un “macho” para ser polinizada. También se han reportado plantas de aguaje con flores hermafroditas, pero son poco comunes.

En las regiones amazónicas hay emprendimientos locales para la conservación y procesamiento del aguaje. Foto: Profonanpe
El investigador Lizardo Fachin explica que aún no se conoce cómo se define el sistema sexual de esta especie, por lo que solo se sabe si es “macho” o “hembra” cuando llega a la edad reproductiva de los frutos, a los 10 años promedio, por lo que “cortar una palmera es restarle una década de vida a un ecosistema”.
Asimismo, tampoco se han logrado sembrar palmeras de aguaje porque se encuentran en humedales, lo que hace difícil el acceso en época de lluvias. “Lo viable es optar por el aprovechamiento sostenible sin cortar las palmeras”, señala el investigador.
La Asociación de Manejo de Bosques Naturales Esperanza (AMBNE) es una de las organizaciones que utiliza la técnica del escalador para retirar los frutos de las palmeras. Para ello, hombres y mujeres atan cuerdas a sus cinturas y la palmera para subir entre 30 a 40 metros de altura. “En los años 90 era común que la gente derribara las palmeras para aprovechar los aguajes. Ahora el no talar un árbol nos permite seguir incrementando los niveles de beneficios”, dice Heraclides Flores Simón, integrante de la organización.

La Asociación de Manejo de Bosques Naturales Esperanza (Ambne) extrae el aceite de aguaje para el cuidado de la piel. Foto: Ambne
Esta técnica, a la que llaman escalador manual “super II”, la practican desde hace 25 años con el fin de preservar los humedales de los aguajales dentro de su comunidad Pirinari, en Loreto, colindante a la Reserva Nacional Pacaya Samiria (RNPS), el área natural protegida con mayor cantidad de humedales en el país sudamericano.
“El pueblo kukama-kukamiria vive del agua y mantener los humedales nos permite seguir teniendo el recurso fundamental para nuestra cultura”, dijo el líder Emiltón Flores Simón.
Imagen destacada: El aguaje es uno de los productos más comercializados en Loreto. Foto: Andina
El artículo original fue publicado por Geraldine Santos en Mongabay Latam. Puedes revisarlo aquí.
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