Cardenalito pa’ rato: la batalla de expertos en Venezuela para salvar a un ave en peligro
El grupo registró el nacimiento de 47 pichones de cardenalito (Spinus cucullatus), un hito en la conservación de un ave catalogada como “En Peligro Crítico” debido al comercio ilegal y la pérdida de su hábitat natural.Este resultado triplica la cifra obtenida durante los dos años anteriores.Los nacimientos ocurrieron en el Centro de Conservación del Cardenalito en Venezuela (CCCV), inaugurado en 2019 en el interior del Zoológico Leslie Pantin, en Aragua.El proyecto, a cargo de la organización Provita, tiene el objetivo de rehabilitar y reproducir cardenalitos que han sido rescatados del tráfico ilegal o entregados voluntariamente y los especialistas buscan que, en el futuro, puedan ser regresados a la naturaleza.
Las aves son tan pequeñas que, para encontrarlas, hay que afinar la vista a través de un ventanal. Con algo de esfuerzo, es posible localizarlas perchadas sobre la vegetación silvestre que se encuentra en el interior del aviario. Saben camuflarse bien, pero el color de su plumaje las delata: el rojo intenso de los cardenalitos (Spinus cucullatus) salta a la vista. Son de una belleza excepcional, codiciada por el tráfico ilegal desde hace más de 100 años.
Un proyecto busca cambiar la historia de esta especie en peligro crítico de extinción. En el Centro de Conservación del Cardenalito en Venezuela (CCCV) —que la organización Provita fundó al interior del Zoológico Leslie Pantin, en Aragua— la creación de aviarios para su reproducción en cautiverio ha sido clave para salvar a la especie. Las poblaciones silvestres se han visto drásticamente mermadas debido al comercio ilegal de mascotas y la pérdida de su hábitat por la agricultura y la urbanización.
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Cardenalito (Spinus cucullatus) macho en un aviario del Centro de Conservación del Cardenalito en Venezuela (CCCV). Foto: Samuel Beomon
Lo que han logrado los especialistas es todo un hito: a finales de 2024, registraron el nacimiento de 47 pichones, un resultado que triplica la cifra obtenida por la organización en los dos años de trabajo anteriores. Estas crías son producto de la reproducción entre cardenalitos que han sido recuperados por decomisos o entregados voluntariamente por personas y avicultores de la región.
“Es una especie que, en las evaluaciones nacionales de fauna, está evaluada como En Peligro Crítico”, dice Bibiana Sucre, bióloga y directora ejecutiva de Provita. “Este animalito es sumamente frágil y delicado, precisamente por esos historiales de salud con los que vienen de los decomisos o de las cesiones voluntarias. Es una carrera contra el tiempo y contra todas esas amenazas que estamos viendo”, dice la especialista.
El CCCV fue inaugurado en 2019, un año de muchas complejidades. “Fue un año difícil”, afirma Enrique Azuaje, médico veterinario y curador del CCCV. “Había toda una ola de migración en Venezuela y los primeros cardenalitos llegaron así, con personas que se iban del país y que decidían entregarlos. No nos estaba yendo bien con ellos, estaban un poco quebrantados de salud, pero fuimos resolviendo cosas”, explica.
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Pichones de Cardenalito (Spinus cucullatus) nacidos en el Centro de Conservación del Cardenalito en Venezuela (CCCV). Foto: Samuel Beomon
Dos años más tarde, en 2022, celebraron su primera temporada exitosa de cría, con el nacimiento de 16 cardenalitos. En 2023, obtuvieron 15 aves. Para 2024, el número creció exponencialmente, con 47 nuevos cardenalitos. En la actualidad, los aviarios cuentan con una población de 74 ejemplares totales, entre adultos y crías.
“La gente se enfoca en el número de nacimientos, pero los primeros días de vida son muy complicados, y no solo se trata de que nazcan, sino de que sobrevivan y lleguen a salir del nido. El porcentaje ha sido alto en los tres años en que se ha logrado reproducir. Este año fueron 47 cardenalitos, con una supervivencia del 81 %”, detalla Sucre.
A la par de la compleja crianza en cautiverio, los especialistas trabajan en una acción que consideran vital antes de lograr el eventual regreso de los cardenalitos a la naturaleza: la educación ambiental dirigida a las comunidades ubicadas en el área de distribución, escuelas, avicultores, tomadores de decisiones y el público en general, con el objetivo de crear un sentido de solidaridad hacia esta especie. Es decir, que a través de la sensibilización y la empatía su historia de tráfico no se vuelva a repetir.
El cardenalito: una especie emblemática
El cardenalito es un ave que mide unos 10 centímetros de largo y pesa apenas 10 gramos. Los machos tienen la cabeza, alas y cola de color negro, con barras rojas. Su cuerpo es de un llamativo rojo bermellón y con el centro del vientre color blanco. La hembra, en cambio, tiene rojo claro solamente en el pecho, en una cinta de las alas y en la rabadilla, mientras el resto de su tronco tiene dos tonos de grisáceo.
“Es un ave que es casi endémica del país”, explica Bibiana Sucre. “Una de las poblaciones se extiende un poco hacia Colombia y hay otra población separada, aislada en Guyana. Pero la mayor parte de la especie está en Venezuela”.
El Libro Rojo de la Fauna Venezolana describe que, en Venezuela, la distribución original se concentró en el norte del país, en bosques húmedos en las cordilleras, bosques secos y matorral espinoso en las zonas áridas e intervenidas cercanas. Además, confirma que la principal amenaza es su captura y comercio para el mercado ilegal de mascotas, práctica realizada de modo persistente desde el siglo XIX.
“En un principio, se utilizó para hibridar con canarios domésticos y generar así los canarios rojos. También ha sido todo un tema con coleccionistas que lo buscan por sus plumas e incluso hay gente que colecciona huevos”, dice Enrique Azuaje. “Se llegó a usar como decoración en sombreros para mujeres, lo cual es sumamente impactante; ese parece ser el momento en el que hubo el mayor impacto en las poblaciones silvestres”, complementa Bibiana Sucre.
La Iniciativa Cardenalito —una alianza internacional que desde 2015 trabaja para comprender, proteger y restaurar las poblaciones de esta ave, con miembros como el Instituto Smithsonian— recuerda que, detrás de la historia de explotación de la especie, también existe una fuerte conexión cultural entre el cardenalito y el pueblo venezolano. Aunque ahora esta ave es difícil de observar en vida silvestre, en el pasado adornaban el cielo en grandes bandadas o anidando en parques y en edificios.
Este pájaro incluso fue objeto de inspiración artística para cantantes, poetas y pintores. Es la mascota de equipos deportivos, el ave oficial del estado de Lara e incluso llegó a aparecer en el billete de mayor denominación de Venezuela. La extinción de esta ave sería, en consecuencia, una pérdida trágica e insustituible no solo para la naturaleza, sino también para la cultura nacional, sostienen los expertos.
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Hembra de cardenalito (Spinus cucullatus) fotografiada en su hábitat natural en Venezuela. Foto: Jhonathan Miranda
La complejidad de la crianza en cautiverio
Los aviarios del Centro de Conservación se diseñaron de tal manera que ofrecieran, de la manera más aproximada posible, un hábitat similar al que el cardenalito tuvo en vida silvestre. Era importante que esas condiciones —vegetación, temperatura e incluso insectos— permitieran una reproducción con la menor intervención humana.
“Para adaptar el Centro de Conservación, íbamos haciendo ensayo y error, viendo dónde estaban las fallas y lo que teníamos que cubrir”, explica Enrique Azuaje. Incluso construyeron un vivero para cultivar las especies vegetales nativas que integran la dieta de los cardenalitos en su hábitat natural. “Mientras hacíamos eso, al unísono teníamos que buscar que los cardenalitos se reprodujeran, porque es una especie que tiene una vida reproductiva muy corta”, agrega el veterinario.
El gran objetivo es tener una “población seguro” de la especie, dado el alto grado de amenaza y probabilidad de que se extinga en vida silvestre. Este acervo genético es la clave para lograr posibles reintroducciones de la especie en la naturaleza.
El manejo reproductivo inició en espacios más limitados, con jaulas para asegurar la cría exitosa de las aves. Así fue durante 2022 y 2023, con aves que nacían en jaulas y que posteriormente pasaban a los aviarios.
“En el caso de las jaulas, los pichones nacen y se mantienen allí con la mamá y el papá, que tienen que hacer todo su trabajo como deberían de hacerlo en la naturaleza, sin mayor intervención nuestra”, explica Azuaje. “Igual que en todas las especies, cuando son niños, son unas esponjas que van captando cosas. Estos pichones simplemente salen a los aviarios, empiezan a tener contacto con las plantas y los insectos. Así se van adaptando durante su etapa de juveniles y hasta adultos”, comenta el veterinario.
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Pichones de cardenalito (Spinus cucullatus). Foto: Samuel Beomon
Pero en 2024, ya con varios años de preparación y adaptación de los cardenalitos a una dieta específica y a un entorno ambiental y social que simulaba su hábitat natural, una pareja de cardenalitos logró incubar y criar a tres pichones en uno de los aviarios más grandes del centro, lo que sentó un logro sin precedentes en el manejo en cautiverio.
“Esperamos que 2025 continúe así, sin mayor intervención nuestra, donde ellos desarrollen las habilidades que tienen innatas para sobrevivir en la naturaleza y esto nos ayude a llegar a la reintroducción de una manera exitosa”, celebra Azuaje.
Pero hay mucha ciencia detrás de esto. En colaboración con el Instituto de Biología de la Conservación y Zoológico Nacional del Smithsonian (NZCBI, por sus siglas en inglés), la organización Provita implementó un sistema de selección de parejas basado en análisis genéticos y demográficos. Lo que se busca con este enfoque es preservar la diversidad genética, reduciendo así el riesgo de consanguinidad y garantizando que cada pichón aporte robustez genética a la población.
La investigación sobre cada cardenalito que llega al CCCV es exhaustiva. El equipo cuenta con una base de datos genealógica que registra el origen, sexo, edad y parentesco de cada ave. Esta información permite seleccionar a las nuevas parejas de cardenalitos estratégicamente para alcanzar el éxito reproductivo en cada temporada.
Cardenalito pa’ rato
La vida del veterinario Enrique Azuaje dio un vuelco cuando fue llamado a participar en el proyecto. Nunca pensó trabajar con aves, mucho menos con una especie tan pequeña y delicada. Así que lo asumió como un reto. Poco a poco, se dio cuenta de que pasaba más tiempo en el Centro de Conservación, atendiendo a los cardenalitos, que en su propia casa.
“Llego en la mañana, a veces duermo aquí y llego después a mi casa. Al siguiente día es igual. Paso mucho tiempo con los cardenalitos. Para mí fue una transformación increíble. Mi vida ahora gira en torno a ellos. Hago las cosas con todo el cariño del mundo por los cardenalitos, para que el proyecto funcione”, dice el veterinario. Estar en el Centro de Conservación no es algo que le pese, al contrario, esa pasión es justamente la que trata de transmitir a los visitantes de los aviarios.
“Es muy llamativo por lo pequeño que es”, dice Bibiana Sucre. “Uno se lo dice a la gente que visita el Centro de Conservación y, aún así, no se lo imaginan hasta que finalmente lo ven a través de la ventana. Les da una sensación de fragilidad mucho mayor y quedan con la sensación de que hay que cuidarlo”.
No todos los visitantes corren con suerte. A los cardenalitos se les da tan bien eso de esconderse que los especialistas resolvieron poner sus fotografías e información interpretativa en el exterior del aviario. Eso sí, siempre alientan a afinar el ojo y prestar mucha atención.
“Te pones ahí, como si estuvieses pajareando —viendo aves en la naturaleza—, es como un portal pequeñito a una fracción de naturaleza donde están los cardenalitos. Eso es lo que nosotros hacemos y se les explica a las personas de forma educativa”, comenta Azuaje.
Pero eso no es todo. La Iniciativa Cardenalito busca garantizar un hábitat seguro para estas aves. Por ello han generado alianzas estratégicas con dos sectores clave: agricultores y avicultores. Con los primeros, han logrado trabajar en la recuperación de más de 700 hectáreas de bosques que el cardenalito habitó históricamente. A través de un modelo de aprovechamiento sostenible, unos 200 productores agroforestales certificados como orgánicos y amigables con las aves producen café y otros productos sin necesidad de talar, a la vez que acceden a mejores precios para sus productos.
Con los segundos, han trabajado en conjunto para fomentar cambios de comportamiento que desalienten la tenencia y demanda de cardenalitos silvestres. Juntos formaron la “Red de Especialistas y Avicultores Amigos del Cardenalito”, cuya comunidad de avicultores sensibilizados aportan conocimientos, intercambian experiencias y soluciones que fortalecen el trabajo del Centro de Conservación del Cardenalito de Venezuela.
“La mayoría de los cardenalitos que se han recibido son de cesiones voluntarias y vienen de esa conexión positiva para todos”, dice Bibiana Sucre. “No buscamos ese abordaje de criminalizar la actividad, sino que esa pasión que la gente tiene por el cardenalito pueda ayudar a conservarlo en vida silvestre. Sin duda, esa relación con las comunidades locales y con los criadores es fundamental”.
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Pichón de cardenalito (Spinus cucullatus). Foto: Jeshua Nieves
Los especialistas sostienen que, en su conjunto, estos esfuerzos les acercan a la meta de garantizar poblaciones silvestres autosostenibles de cardenalitos.
“Yo me imagino yendo de vacaciones con mis sobrinos a los lugares donde habitan los cardenalitos”, concluye Sucre. “Que mires para arriba y estén volando ahí, libres. Ese es el norte: poder decir que las poblaciones de cardenalitos que antes estaban aisladas, volvieron a estar conectadas. Tomará mucho tiempo, tenemos que seguir dedicando la vida para que lleguemos a ese punto, pero esa es la visión”.
Enrique Azuaje sueña con lograr la primera liberación de cardenalitos en la naturaleza. Ver qué sucederá con las aves una vez que regresen al bosque, es la gran incógnita. “Si algo me ha demostrado el cardenalito es que no son una especie fácil y que siempre te sorprenden con cosas que tú no esperabas para un ave tan pequeñita”, concluye el veterinario. “Me encantaría ver que estas reintroducciones funcionen y que las poblaciones crezcan. Como nosotros decimos: que haya cardenalito pa’ rato”.
*Imagen principal: Cardenalitos (Spinus cucullatus) en el Centro de Conservación del Cardenalito en Venezuela (CCCV). Foto: Samuel Beomon
El artículo original fue publicado por Astrid Arellano en Mongabay Latam. Puedes revisarlo aquí.
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