(Mongabay Latam / Guillermo Reaño).- "Hubo días −recuerda Patricia Álvarez-Loayza, investigadora en ecología de los bosques tropicales− que éramos quince mujeres en Cashu y solo un hombre. Desde que llegué a la estación por primera vez en 1999, me quedé sorprendida por la cantidad de investigadoras haciendo ciencia en igualdad de condiciones que los hombres”.
La sorpresa de Alvarez-Loayza, quien trabajó quince años en la Estación Biológica Cocha Cashu, se fundamenta en cifras. En Perú, según datos del Primer Censo Nacional de Investigación y Desarrollo en Centros de Investigación, por cada investigadora hay 2,1 investigadores, cifra muy por debajo de lo observado en otros países de la región como Bolivia, Argentina y Venezuela donde la participación de la mujer supera el 50 % del total de investigadores.
Sin embargo, Cocha Cashu, la base científica que un grupo de estudiantes y profesores de la Universidad Nacional Agraria La Molina (UNALM) construyó en 1969 en lo que en la actualidad es el Parque Nacional del Manu, ha sido una saludable excepción a la regla. Hoy se ha convertido en un semillero inagotable para la promoción de científicas peruanas y extranjeras.
Mongabay Latam visitó la estación científica en el río Manu que cumple cincuenta años para seguirle el pulso a esta tradición.
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Poder femenino
La embarcación que conduce Mario Cruz Huamán, el experimentado motorista de la base científica, ha llegado al final de su destino. En la playa que hace las veces de improvisado muelle nos recibe la bióloga Roxana Arauco, directora adjunta y coordinadora de investigación de la Estación Biológica Cocha Cashu. La EBCC es administrada desde el año 2011, gracias a un convenio con el Estado peruano, por San Diego Zoo Global, una reconocida organización científica sin fines de lucro.
Arauco es una líder indiscutible. Mientras nos indica el camino para llegar hasta la estación, organiza el desembarque de provisiones y le da la bienvenida a un grupo de reconocidos investigadores extranjeros.
“[En]la estación hay la investigadora que sabe de las semillas, la que sabe de las hormigas, la que estudia helechos y hay una investigadora que estudia murciélagos, es interesante cuando nos sentamos a la mesa y nos vemos la cara y, en algún momento, los únicos varones son el cocinero y el motorista […]eso ha sido más o menos la firma de Cocha Cashu, no sólo de ahora sino de sus años iniciales, porque si juntamos a todos los investigadores de aquellos años, hay un fuerte componente de mujeres”, asegura Arauco.
Bióloga por la Universidad Nacional Federico Villarreal de Lima, con un doctorado en ecología y evolución por la Universidad de Utah, Roxana Arauco es cashuense desde el año 2004 cuando llegó al Manu como asistente de investigación. Después de un largo periplo por los bosques de Madre de Dios volvió a la estación para continuar sus estudios científicos y coordinar, entre otras cosas, el curso de Técnicas de Campo y Ecología Tropical, otra de las marcas registradas de Cashu, y que ya va por su séptima convocatoria.
“El curso-taller nació gracias a una iniciativa de San Diego Zoo Global −cuenta Arauco− y fue concebido para fortalecer el pensamiento crítico y las competencias necesarias para investigar de estudiantes peruanos de pregrado o egresados de distintas universidades del país”. Se trata de una convocatoria abierta y de una elección muy estricta. ‘Los Wallace’, así llaman en Cashu a los participantes de ese curso, están en condiciones de afrontar, ahora sí, el trabajo de campo en cualquier región tropical del planeta.
Roxana Arauco eligió entre los mejores ‘Wallace’ del curso del 2018 a Yannet Quispe, bióloga recién egresada de la Universidad San Luis Gonzaga de Ica, para integrarla a su proyecto de investigación. Arauco conduce el estudio Diversidad de hormigas en la hojarasca de Cocha Cashu, un trabajo que intenta entender la dinámica ecológica del todavía intacto bosque cashuense. “Los insectos y artrópodos son indicadores de la salud de un ecosistema, son tan importantes como los grandes mamíferos y los demás dispersores de semillas”, comenta la científica mientras visitamos el árbol conocido como ‘Avatar’, un gigante que eleva su impresionante copa sobre el dosel de Cocha Cashu.
“Pensé que no me iban a elegir”, acota Yannet Quispe, la joven iqueña. “Finalmente soy de la costa, ¿qué sabrá de hormigas una chica del desierto?, me decía”. Al final, entre los diez ‘Wallace’ del año pasado, ella fue la escogida. “Estudiar hormigas me ha permitido, entre otras cosas, acercarme a otros animales”, agrega. “Mientras buscaba hormigas en la hojarasca, un tapir se topó conmigo cara a cara, terminamos asustándonos los dos. En otra oportunidad colocaba cebos cuando un puma me aviso de su presencia a punta de maullidos”.
Otra ‘Wallace’ destacada es Nuria Apaza, de Mazuko, en Madre de Dios, una ingeniero forestal de la Universidad Andina del Cusco convocada por el científico Varun Swamy para trabajar en el proyecto Impacto de la Defaunación de Vertebrados Grandes en la Regeneración del Bosque. “Vengo del otro lado de la cuenca, de una zona de Madre de Dios donde impera la minería aurífera y la deforestación”, cuenta. “El proyecto del Doctor Swamy evalúa el impacto que tiene sobre los bosques amazónicos la ausencia o no de los grandes vertebrados. En estos ecosistemas ellos son los principales dispersores de semillas. En Cashu encontramos maquisapas, pecaríes sajinos, huanganas, tapires y también roedores. Y por cierto murciélagos y una gran variedad de hormigas, otras especies dispersoras de semillas muy importantes. Este es un bosque intacto”.
Cada mañana, Apaza visita cada una de las trampas instaladas en el bosque, las que están a ras del suelo o en mallas suspendidas en el aire, para recoger las semillas que han quedado atrapadas. Todas ellas son llevadas al laboratorio para hacer un inventario, analizarlas y luego poder armar patrones que permiten, por ejemplo, conocer qué distancia separa a las semillas de los árboles madre. Mientras recorre las trochas del bosque, le preguntamos a Nuria Apaza qué piensa de la participación tan activa de las científicas en ‘Cashu’: "Cuando uno piensa en científicos inmediatamente piensa en hombres. O en extranjeros […] pero aquí en Cashu estamos llenas de chicas y casi todas somos peruanas, eso nos hace sentir muy responsables del encargo recibido”.
El caso de Gabriela Polo fue diferente. La egresada de la carrera de biología de la UNALM postuló a una convocatoria pública para el puesto de practicante profesional del programa de Educación Ambiental Intercultural de la estación biológica. La iniciativa es dirigida por la bióloga Karla Ramírez y entre sus actividades destaca un interesante ciclo de visitas escolares que involucra a diez instituciones educativas de los contornos de Cashu. Alrededor del Parque Nacional viven comunidades andinas, como las de Challabamba, y machiguengas como las que habitan las comunidades nativas de Yomibato, Tayakone o Maizal. Cada año quince escolares, tanto de primaria como de secundaria, “acampan” en la estación durante los tres días que dura el “trabajo” con el objetivo de vivir de cerca una experiencia de apropiado relacionamiento y respeto con el bosque que habitan con sus familias.
“En la universidad, recuerda Gabriela, las prácticas en campo eran muy pocas, tuve que buscar oportunidades de trabajo como practicante por mi cuenta y así llegue a Cashu. El trabajo de las cashuenses es muy importante: somos un equipo de mujeres comprometidas con lo que hacemos”
El importante trabajo de estas científicas tiene un antecedente clave en el pasado. Hagamos un poco de historia.
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Las primeras cashuenses
“Las mujeres de Cashu, las ‘cashuenses’, han cumplido un papel decisivo en el proceso de convertir la estación biológica en uno de los bosques tropicales más estudiados del planeta”, comenta la Dra. Álvarez-Loayza desde su oficina de la Universidad de Duke en Carolina del Norte, donde continúa trabajando con el Dr. John W. Terborgh, ícono de los estudios tropicales en la Amazonía peruana y figura emblemática de Cocha Cashu desde 1973.
“En la primera expedición de John al Manu, exactamente en agosto de 1973 −prosigue Alvarez-Loayza− dos mujeres jugaron un rol muy importante: Catherine Toft, la primera herpetóloga que tuvo la estación, y la imprescindible Grace Russell, durante muchos años la responsable de la logística en Cocha Cashu”.
Con ellas se inicia una larga saga de científicas mujeres trabajando en el bosque que circunda la alejada laguna en el Parque Nacional del Manu.
La Dra. Toft, desaparecida tempranamente, llegó a publicar ese mismo año la primera lista de anfibios para el Manu, trabajo que fue ampliado en la década siguiente por Lily Rodríguez, otra investigadora notable de las canteras de la estación biológica. Patricia Álvarez-Loayza es la memoria viva de estos primeros años en Cashu. “En 1974 −nos dice− llegó a la estación Ana Terborgh, hermana del ecólogo tropical y experta en temas relacionados con la salud de la mujer. Al año siguiente Katie Milton. En 1976, Carol Augspurger, estudiosa de los patógenos en la estructura forestal, y tiempo después arribaron Debbie Moskovitz y una peruana, la primera investigadora de Cashu nacida y formada en nuestro país, Betsabé Guevara”.
Luego llegarían Bettina Torres, Lily Rodríguez y Mariella Leo, por entonces una estudiante del segundo año de biología de la UNALM. En 1978 se iniciaron los estudios de los mamíferos terrestres en el área natural, trabajo a cargo de la bióloga Louise Emmons, quien volvería a la estación en 1982 para pasar largos dieciséis meses investigando felinos, en especial ocelotes (Leopardus pardalis). La pasión de Emmons por su objeto de estudio le valió el merecido apelativo de la ‘Dama de los Felinos’.
Finalmente, en 1983, se publicó el libro Five New World Primates, un trabajo pionero que compiló los primeros estudios primatológicos emprendidos por Terborgh y sus colaboradores, entre ellos las investigadoras Grace Russell, Debbie Moskovitz y Bárbara Bell. En esos años, termina de contarnos Alvarez-Calderón, era frecuente encontrar entre los científicos asignados a la estación a Bárbara D’Achille, recordada periodista del diario El Comercio e impulsora de la divulgación científica en nuestro país.
La lista de peruanas haciendo ciencia en Cashu es larguísima: Miriam Torres, Mónica Romo, Ada Castillo, Carmela Landeo, Gabriela Núñez-Iturri, Úrsula Valdez, Adriana Bravo, Carmen Chávez, Caissa Revilla, Alejandra Trillo…
Una versión ampliada del reportaje fue publicada en Mongabay Latam. Puedes revisarlo aquí.
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