(Mongabay Latam).- Luis Aguirre lleva treinta años estudiando a los murciélagos. Se graduó de biólogo en la Universidad Mayor de San Andrés de La Paz en Bolivia, siguió su maestría en Ecología y Conservación en el Instituto de Ecología de la misma universidad y su doctorado lo terminó en la Universidad de Amberes en Bélgica. Todos estos estudios solo sirvieron para ayudarlo comprender más a una especie poco carismática que cumple un rol fundamental en la polinización de cientos de plantas.

Si hay alguien que puede explicar la importancia de esta especie respondiendo a cuatro preguntas es él. El ‘Batman boliviano’, como lo llaman sus colegas, trabaja hoy como director y docente investigador del Centro de Biodiversidad y Genética de la Facultad de Ciencias y Tecnología de la Universidad Mayor de San Simón en Cochabamba, y en el tiempo que le queda libre publica artículos científicos a partir de las investigaciones que realiza sobre todo en las sabanas inundables del departamento del Beni en Bolivia. 

¿Por qué es necesaria la conservación de estos mamíferos? ¿qué función cumplen dentro de los ecosistemas?

Como cualquier organismo vivo en la tierra, los murciélagos deben ser protegidos de las acciones de los humanos. Ellos son fundamentales para mantener el balance en los ecosistemas terrestres debido a su rol en la polinización de cientos de plantas, muchas de ellas de importancia económica; para dispersar miles de semillas, las cuales ayudan en el proceso de sucesión vegetal y recuperación de áreas degradadas; y participan en el control de las poblaciones de insectos, muchos de los cuales son plagas de cultivos, como las polillas, o transmisores de enfermedades, como los mosquitos. Si se van eliminando los murciélagos, el humano deberá encontrar sustitutos, muchas veces artificiales, que son sumamente costosos como los pesticidas.

¿Cuáles son las principales amenazas que enfrentan en Bolivia y en otros países de Latinoamérica?

Las amenazas que enfrentan los murciélagos son, por lo general, comunes entre todos los países de la región. Entre las más frecuentes están: la destrucción y degradación de sus hábitats, posiblemente esta es la más seria; la perturbación de sus guaridas o refugios, especialmente cuando se trata de cuevas que suelen ser quemadas o vandalizadas afectando poblaciones enteras de murciélagos; y los conflictos que existen con los seres humanos, como el que hay con los vampiros en las regiones ganaderas. También son amenazados por la contaminación, ya sea por el  uso de pesticidas en la agroindustria, lo que contamina a los insectos que ellos comen y por lo tanto los afecta, o por el uso de mercurio en los ríos de donde ellos beben agua. Finalmente, se han detectado nuevos peligros como la construcción de represas o de parques eólicos, esto último es un problema pues ya se ha demostrado que las hélices de los generadores aéreos golpean a aves y murciélagos, y afecta seriamente sus poblaciones.

Macrotus waterhousii, murciélago insectívoro de Norte América, EEUU y México. Foto: ©Merlin D. Tuttle – Bat Conservation International.

¿Cuántas especies de murciélagos están en peligro de extinción en Latinoamérica?

Bueno, los valores varían de país a país, pero en un promedio se estima que el 20 % de las especies de la región, unas 76 de 380, están en alguna categoría de amenaza, según los criterios de la Lista roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). A estas cifras hay que sumar la mala concepción y creencias de la gente. Por ejemplo en la región andina, Perú y Bolivia, sin fundamento científico se cree que los murciélagos curan la epilepsia, por lo que mucha gente consume su sangre, afectando poblaciones de murciélagos, quizás no hasta la extinción, pero si hasta afectar poblaciones locales.

¿Cuáles son los conflictos más frecuentes entre los humanos y murciélagos?

Existen varios, pero destacaría dos: el efecto del vampiro común (Desmodus rotundus) sobre la ganadería y, ocasionalmente, sobre los humanos; y la presencia de murciélagos en los techos de la gente. El vampiro común, que se alimenta de sangre y es evolutivamente un milagro de la naturaleza, puede volverse una plaga en los lugares donde el ser humano le pone mucha comida, es decir, las zonas ganaderas. Como cualquier mamífero, los murciélagos vampiros pueden transmitir enfermedades, como la rabia, y tener un efecto ocasional en la economía de la ganadería familiar, porque no suelen vacunar a su ganado. Por suerte, existen métodos de control, como la vacunación del ganado. En el caso de los murciélagos que habitan techos, esto puede ser un problema pues ensucian estos espacios y producen malos olores, especialmente en las zonas tropicales, pudiendo habitar varios cientos de individuos en las casas. Esto puede solucionarse cambiando y arreglando los techos.

Imagen principal: Desmodus rotundus, vampiro común que habita desde el sur de EE.UU. hasta el sur de Sudamérica. Foto: ©Merlin D. Tuttle – Bat Conservation International.

El artículo original fue publicado en Mongabay Latam. Puedes revisarlo aquí.

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