(Mongabay Latam / Rhett A. Butler).- El 25 de agosto Greenpeace Brasil publicó unas fotografías dramáticas de los incendios de la selva tropical que actualmente están ardiendo en la Amazonía brasileña.
Las imágenes muestran tierras agrícolas, pastos y bosques en los estados de Rondonia, Mato Grosso y Pará en llamas. Algunos de los incendios parecen estar quemando selvas con una estructura de cubierta bien desarrollada, lo que sugiere que las selvas densas en carbono y diversidad biológica se están viendo impactadas directamente por los incendios.
Greenpeace dice que su propio análisis espacial indica que 15 749 de los 23 006 focos principales que registró en el Amazonas en los primeros 20 días del mes de agosto estaban en zonas que en 2017 eran selvas. Según el grupo, una cuarta parte de los focos principales registrados a mediados de agosto estaban en áreas de conservación o territorios indígenas reconocidos oficialmente.
Esas conclusiones aportan más pruebas de que los incendios fueron provocados intencionalmente con el objetivo de talar los bosques. La semana del 12 de agosto, un estudio publicado por el IPAM Amazonia, un grupo de investigación brasileño, reveló que los 10 municipios amazónicos que tuvieron el mayor número de incendios este año eran también los que tenían los índices de deforestación más altos.
“Estos municipios son responsables del 37 % de los focos y del 43 % de la deforestación registrada hasta julio”, indicó el informe del IPAM. “Esta concentración de incendios forestales en áreas recientemente deforestadas con una sequía marginal representa un fuerte indicio del carácter intencional de los incendios”.
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El grupo culpabilizó directamente a las políticas del presidente Jair Bolsonaro, quien ha criticado abiertamente los esfuerzos de conservación en el Amazonas, a la vez que ha animado a los ganaderos, agricultores, leñadores y mineros a despejar los bosques.
“Es urgente y necesario poner punto final a este círculo vicioso mientras todavía estamos a tiempo”, dijo en un comunicado Danicley Aguiar, Defensor del Amazonas de Greenpeace Brasil. “Durante un sobrevuelo el 23 de agosto pudimos ver las consecuencias de la agenda antiambiental del gobierno de Bolsonaro: amplias zonas deforestadas, rodeadas de humo, muestran el avance de la agricultura industrial en la selva. A diferencia de lo que afirma el gobierno de Bolsonaro, la ola de incendios que arrasa el Amazonas está vinculada a un aumento en la deforestación en la región”.
Los datos del gobierno brasileño muestran que la deforestación en el Amazonas ha aumentado un 57 % hasta finales de julio. La tala de bosques se disparó en julio cuando se talaron más de 2092 kilómetros cuadrados —un área 35 veces mayor que Manhattan—. Ese fue el mes con la mayor deforestación en más de 12 años.
Después de que se publicase esa información, Bolsonaro despidió al jefe de la agencia espacial de Brasil INPE y exigió el derecho a “revisar” los datos de deforestación antes de que se publicasen, lo que hizo temer que su administración pudiese manipular los datos. Desde entonces, el INPE no ha vuelto a publicar datos de la deforestación.
La creciente deforestación combinada con el humo de los incendios ha provocado la indignación mundial, incluidas manifestaciones en la calle, , llamadas al boicot de las empresas y productos brasileños, y la condena de los líderes mundiales. La U.E. ha amenazado con cancelar un importante acuerdo comercial por esta cuestión.
La presión sobre Bolsonaro parece aumentar. A finales de la semana del 12 de agosto se retractó de algunas de sus afirmaciones más salvajes e inflamatorias —que los ONG estaban iniciando los incendios para dejarle mal— y movilizó a miles de soldados para combatir los incendios. Pero todavía no ha anunciado ninguna de las medidas políticas que serían necesarias para abordar el problema a largo plazo. Eso llevó a Greenpeace a explotar contra el presidente.
“Los incendios que están devastando el Amazonas también están destruyendo la imagen de Brasil internacionalmente”, dijo en un comunicado Márcio Astrini, Coordinador de Política Pública de Greenpeace Brasil. “Incluso los sectores de la agroindustria ya están admitiendo que las políticas antiambientales del gobierno pueden traer un daño económico. Mientras tanto, Bolsonaro no está anunciando ninguna medida concreta para luchar contra la deforestación. Parece más preocupado con salvarse así mismo que salvar la selva”.
“La selva tiene su límite y nos estamos acercando a él peligrosamente. Además, la deforestación solo daña la economía de Brasil, el clima del planeta y pone en peligro la fauna silvestre y las vidas de miles de personas. Tomar medidas para acabar con la deforestación debe de ser el objetivo de todos y una obligación para aquellos quienes lideran el país”.
El artículo original fue publicado en Mongabay Latam. Puedes revisarlo aquí.
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