(Mongabay Latam / Yvette Sierra Praeli). El felino más grande de América Latina, el jaguar (Panthera onca), enfrenta una situación crítica. Su población, que habita aún en 18 países de la región, está desapareciendo principalmente por la reducción de su hábitat, la caza ilegal destinada al comercio de sus colmillos y pieles, y el conflicto con las personas establecidas en lugares cercanos a sus territorios. Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), esta especie ya ha desaparecido en El Salvador y Uruguay, y corre peligro en las otras naciones de la región.
Ante este panorama, catorce países acaban de presentar una propuesta conjunta para salvar al felino Latinoamericano. Se trata del “Plan Jaguar 2030: plan regional para la Conservación del felino más grande del continente y sus ecosistemas”, que se ha convertido en la hoja de ruta para asegurar la supervivencia de esta especie.
Este plan atacará el problema priorizando cuatro acciones: la conectividad, las acciones que cada país debe tomar para proteger a esta especie y sus ecosistemas, la conservación de los corredores donde habitan los felinos, y la identificación y establecimiento de 30 paisajes prioritarios de conservación con miras al año 2030.
La iniciativa —que reúne a representantes de los gobiernos, al sector privado, a la sociedad civil y a socios internacionales— se concretó en marzo de este año, durante el foro de alto nivel realizado en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York, Estados Unidos, pero su presentación ha sido el último 20 de noviembre en Egipto, durante la décimo cuarta Conferencia de las Partes (COP-14) del Convenio sobre Diversidad Biológica. En esa cita también se estableció el Día Internacional del Jaguar que en adelante se celebrará cada 29 de noviembre.
Una investigación presentada en marzo de este año, estima que la población mundial de jaguar bordea los 173 000 ejemplares, población que está considerada como casi amenazada según la IUCN.
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Un camino para salvar al jaguar
María José Villanueva, directora de conservación de World Wildlife Fund (WWF) México, señala que las cuatro líneas de trabajo del plan buscan enfocarse en las principales amenazas del felino. La pérdida del hábitat es una de ellas, debido a la gran fragmentación que han sufrido sus territorios en toda Latinoamérica. Villanueva comenta que actualmente el 85 % de los jaguares que habitan en América Latina se encuentran en la Amazonía. En el resto, la reducción de su hábitat a la mitad está ocasionando serios problemas en su conectividad.
Por eso es urgente trabajar en la identificación de los 30 paisajes prioritarios de conservación. Si bien aún no están definidos, explica la especialista, sí han avanzado los países en determinar qué áreas de protección existen para la especie en sus territorios. La buena noticia es que algunas de estas áreas incluso ya están conectadas entre sí y con diversos métodos e instrumentos utilizados para conservar al jaguar y su hábitat.
Otra amenaza que se debe enfrentar es la coexistencia entre el jaguar y los sistemas productivos, sobre todo, el fuerte impacto del sector ganadero y agrícola. “Las personas matan a estos animales por miedo de que se coman sus vacas. Necesitamos sensibilizar a la población”, dice Villanueva.
Pero también está presente la gran amenaza del comercio ilegal de sus partes como ocurre en Bolivia, Guyana, Belice y Surinam, entre otros países. Un reciente informe de Mongabay Latam expuso cómo actúan las mafias en Surinam. “El mercado global de tráfico de especies es muy grande y al parecer, los jaguares se venden en los países asiáticos como si fueran tigres. Se tiene que controlar, porque el problema está escalando”.
Mongabay Latam ha publicado una serie de reportajes sobre el comercio ilegal de colmillos y otras partes del jaguar como sus garras, su piel y sus testículos, con destino al mercado asiático, principalmente a China. Los colmillos son símbolo de estatus, fuerza y poder; mientras que otras partes del animal se utilizan en la medicina tradicional por sus supuestas propiedades curativas.
John Polisar, coordinador del Programa Jaguar de la Wildlife Conservation Society (WCS), señala que juzgar a los traficantes es un instrumento clave para impedir cualquier crecimiento de esta actividad ilícita que se lucra con la fauna silvestre. “El reciente proceso judicial en Santa Cruz, Bolivia, contra traficantes a quienes se les encontró 192 colmillos de jaguar y otras partes ha sido muy importante. Necesitamos que suceda lo mismo en todos los lugares donde puede ocurrir el comercio ilegal”.
Polisar comenta que esta lucha forma parte de la hoja de ruta del Plan Jaguar 2030 y menciona que WCS está apoyando a varios países para abordar el problema tanto desde la oferta como de la demanda de la cadena comercial. “En este momento, tenemos el conocimiento y las herramientas para lograr la conservación del jaguar y abordar el desafío a escala continental”.
Los países que suscribieron el acuerdo son Argentina, Belice, Brasil, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Guyana, Nicaragua, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay, Surinam y Perú. Bolivia y Honduras estuvieron presentes en la COP 14 pero no han sucrito oficialmente el Plan Jaguar 2030.
Una versión ampliada de este informe fue publicada en Mongabay Latam. Puedes leerla aquí.
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