(Esta es una colaboración periodística entre Mongabay Latam, Red Ambiental de Información e Infoamazonía)

(Mongabay Latam / Eduardo Franco Berton).- A carne ahumada, así huelen los pasillos del mercado Belén de la ciudad amazónica de Iquitos. No es un aroma a carne de vaca, de pollo o de cerdo. El olor es muy distinto. Se impregna en la ropa, en el pelo, flota en el ambiente. Desde una esquina del mercado una señora grita a voz en cuello: “¡Hay carne!”. Y aparece frente a nosotros el menú del día: carne de sajino (chancho de monte), carachupa (tatú), venado y lagarto. El menú solo sorprende a quienes visitan por primera vez este espacio. Mientras tanto, una anciana levanta un trozo de carne de venado y le pide a la vendedora que le despache cinco kilogramos. Decenas de miradas fijas y desconfiadas siguen cada uno de nuestros pasos.

Más adelante, un hombre nos ofrece seis tortugas vivas que tiene en un balde azul. Junto a él, una mujer intenta dominar a un diminuto mono tití que chilla descontroladamente, tiene la pata atada a una silla y se desespera mientras su dueña le ofrece un trozo de fruta.

En una comunidad cercana a Iquitos, constatamos cómo los comerciantes ilegales camuflan los colmillos para que las autoridades aeroportuarias no los detecten. Foto: Eduardo Franco Berton

De pronto una boyé (Boa constrictor) disecada aparece en escena. “Ven joven, si quieres te la envuelvo bien para que la pases por el aeropuerto”,  indica la vendedora. 

Me han dicho que usted tiene colmillos de jaguar.

—Tenía pero los he vendido todos. Pero cuando bajen las aguas del río me van a traer más. ¿No le interesa comprar pieles?

La mujer nos guía hacia lo que parece ser un almacén. Cruzamos una puerta de madera color azul y en el interior aparecen de golpe dos pieles de jaguar.  Pide 200 soles (61 dólares) por cada una de ellas.

—¿Cómo puedo transportarlas para viajar?

—Si quieres vamos donde un señor que conozco que te puede cortar la piel en pedacitos, te cobra 50 soles (15 dólares). Y sale bien acomodadito para que lo puedes llevar en tu maleta.

—¿Y dónde puedo obtener los colmillos?

—Debes irte a las tiendas de artesanías, allí tienen.

En medio de esta escena cotidiana en el mercado Belén, las vendedoras comienzan a sospechar de nuestra presencia y el policía que nos escolta nos indica que es mejor retirarnos.

Vista del barrio Belén, en Iquitos, Perú. En las proximidades se encuentra el mercado Belén, en donde se comercializan partes de jaguar, además de carne de monte y animales vivos. Las autoridades tienen dificultad para realizar sus controles y aplicar la ley. Foto: Eduardo Franco Berton.

Le preguntamos a Pedro Pérez, biólogo experto en fauna silvestre e investigador del Instituto de Investigaciones de la Amazonia Peruana (IIAP), por qué es tan complicado controlar este tráfico de especies silvestres. Nos explica que existen las leyes creadas para fiscalizar esta actividad pero que no se están aplicando, sobre todo porque es muy complicado para las autoridades controlar esta venta ilegal de fauna silvestre en los mercados. “Cuando ha ingresado una autoridad, toda la gente vendedora se une y arma un gran problema y no le deja salir’’, explica Pérez.

Volvemos a indagar sobre la venta de partes de jaguar, esta vez en los puestos de artesanías de la Asociación de Artesanos “Anaconda’’, ubicados en un área cercana al centro de Iquitos. En varios de los puntos de venta ofrecen productos hechos con colmillos de jaguar, collares, aunque también hay los que prefieren ser más cautos y los mantienen  fuera de la vista del público.

—Si deseas colmillos más grandes aquí en Iquitos, ya hay compradores seguros que pagan 100 dólares —dice una vendedora.

—¿Y quiénes los compran?

—Los chinos. Ellos los están comprando.

Los colmillos más grandes pueden costar entre 250 y 300 soles (76 a 91 dólares), y los más pequeños entre 100 y 150 soles (30 a 45 dólares).

Gabriela, una vendedora de pieles y colmillos de jaguar en una comunidad cercana a Iquitos, que pidió mantener en reserva su identidad, explica a sus compradores como deben ocultar estos productos para evadir los controles de las autoridades Peruanas de Aduana. Foto: Eduardo Franco Berton

En uno de los puestos, una mujer ofrece un cráneo de un jaguar juvenil a 350 soles (105 dólares) y señala que para el día siguiente puede preparar un “precioso’’ collar con los cuatro colmillos.

En otra de las tiendas, un vendedor revela que debido a la alta demanda de colmillos, existen personas que adaptan los dientes de lobo marino (Arctophoca australis ssp.) para hacerlos pasar como si fueran de jaguar. “Los chinos llevan mucho los colmillos del otorongo, es como si fuera oro para ellos”, dice el hombre, mientras saca de una bolsa un cráneo de jaguar.

Esta es solo una escena de cómo operan los traficantes de partes de jaguar en diferentes mercados de Iquitos. Allí vendedores, turistas y algunos ciudadanos chinos se las ingenian para burlar los controles de las autoridades y una pena de cárcel no menor de tres años ni mayor de cinco años, según el Código Penal del Perú, por vender y comprar colmillos, garras, cráneos y pieles de jaguar.

Un cráneo de jaguar decorado como artesanía se ofrece a la venta en uno de las tiendas de artesanías de Iquitos. Foto: Eduardo Franco Berton.

El tráfico de los colmillos de jaguar está teniendo un mercado bastante atractivo para el comercio. Entonces, al existir este mercado hace que la oferta y sobre todo la demanda de estos productos vaya creciendo’’, explica Dustin Silva, de la Dirección Ejecutiva de Flora y Fauna Silvestre, de la Autoridad Regional Ambiental (ARA) del Gobierno Regional de Loreto.

Silva indica que la demanda por los colmillos y otras parte del jaguar, puede a la larga generar un impacto en la población total de este felino en el Perú —estimada en 22 210 individuos, según un estudio científico reciente. Y a este escenario hay que sumarle un factor muy importante: que los jaguares se reproducen solo una vez al año.

Dada la problemática en Iquitos, uno de los retos que enfrenta la ARA de Loreto es fortalecer el control y fiscalización del tráfico de vida silvestre en los puertos fluviales. “Si bien existen puertos de control y aduanas, la magnitud de puertos en la Amazonía, hace que los controles sean mucho más difíciles’’, expresa.

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“Como unas perlitas quedan esos colmillos”

Gabriela, una vendedora de pieles y colmillos de jaguar de una comunidad cercana al río Amazonas, en Iquitos, que pidió mantener en reserva su identidad, le explica a sus compradores cómo deben hacer para ocultar los colmillos  de las autoridades. “Nosotros agarramos las hojitas sequitas y les envolvemos, bien envueltitos, bien bonito. Y les enseñamos que ellos tienen que esconderlo en medio de la ropa. Varias veces ya hemos hecho pasar así, porque si los encuentran les quita la aduana’’.

Gabriela confirma que ha crecido la demanda por las partes del jaguar en esta ciudad de la Amazonía peruana. “El año pasado nos faltó colmillos. Y cada grupo que entró semanalmente me preguntó si tenía colmillos. Hace una semana entraron los ‘chinitos’ y me preguntaron si tenía más colmillos para vender’’.

Esta comerciante ilegal de pieles y colmillos de jaguar señala que la aparición de compradores chinos en la zona es cada vez más frecuente. “A los chinitos les encanta, porque cuando tú los lavas quedan bien blanquitos, como unas perlitas quedan esos colmillos’’.

En las tiendas de artesanías de Iquitos, se están comercializando colmillos, cráneos y garras de jaguar, además de otros derivados de la fauna silvestre. Varios vendedores ofrecen los colmillos a escondidas para evitar los controles de las autoridades. Foto: Eduardo Franco Berton.

De acuerdo a un reporte del Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (SERFOR), durante el período 2000 – 2015 se registró un único decomiso de 38 colmillos de jaguar en el Perú. Los que fueron hallados en unos almacenes de Lima, la capital de Perú, en marzo de 2015.

Rosa Vento, especialista de la Iniciativa Tráfico y Salud de la Vida Silvestre de la Wildlife Conservation Society (WCS) de Perú, agrega que se realizaron 34 decomisos más relacionados al tráfico de partes de jaguar en ese mismo periodo. Se confiscaron nueve cráneos, 14 pieles y 11 animales vivos. “Esto significa que es necesario seguir fortaleciendo los esfuerzos para educar y sensibilizar a la población sobre las implicaciones del tráfico ilegal’’, dice Vento.

Buscamos la versión del Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor) para preguntarles si están al tanto de esta situación en Iquitos, si tienen algún plan en marcha para combatir la venta ilegal de partes de jaguar en esta región, pero hasta el cierre de este reportaje no recibimos una respuesta.

Lo cierto es que nuestra visita a tres mercados de Iquitos muestra que el problema sigue vigente y la demanda en ascenso. En solo siete días constatamos la venta de 44 colmillos de jaguar, cuatro cráneos, cinco pieles y unas 70 garras, productos que confirman la muerte de 24 jaguares. Sumado a ello, un gran número de vendedores no solo afirmó haber tenido productos derivados de jaguar a la venta, sino que pronto los cazadores llegarán con más partes del felino, en cuando el nivel del río baje.

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El reino del jaguar en desaparición

El hábitat del tercer felino más grande del mundo tenía una distribución amplia en el continente americano, pero hoy su territorio histórico se ha reducido en un 46 %.

Un estudio en el que participó Rafael Hoogesteijn además de otros investigadores, determinó que el área de distribución del jaguar en Latinoamérica está afectada, sobre todo, por la pérdida de hábitat. La transformación de bosques en cultivos de soya y otras grandes cosechas de agricultura intensiva a gran escala, el establecimiento de pastizales para ganadería y minifundios, son algunas de las principales causas de este problema que afecta a  la población de jaguares.

Para Peter Olsoy, uno de los autores de un estudio científico que ha cuantificado los efectos de la deforestación y la fragmentación en las poblaciones de jaguares, los corredores utilizados por estos felinos para conectarse entre ellos son los más impactados. El estudio calculó la tasa de deforestación en las Unidades de Conservación de Jaguares (JCU por sus siglas en inglés) y en los corredores entre los años 2000 y 2012. Los resultados de esta investigación indicaron que los JCU perdieron 3 778 000 hectáreas y que los corredores perdieron 4 597 900 de hectáreas de bosques en 12 años.

Los colmillos más grandes de jaguar pueden costar entre 250 y 300 soles (76 a 91 dólares), y los más pequeños entre 100 y 150 soles (30 a 45 dólares). Foto: Wikimedia Commons.

Olsoy explica que los corredores incrementan la diversidad genética, reducen la endogamia y ayudan a asegurar la supervivencia a largo plazo de la especie. Por tanto, la deforestación en estas áreas vitales para estos grandes felinos puede aislar poblaciones y llevarlos a la extinción.

La pérdida de hábitat que describe Olsoy en su estudio coincide con el avance de la deforestación en Bolivia y Perú. Según datos del Proyecto de Monitoreo de la Amazonía Andina (MAAP, por sus siglas en inglés), la pérdida de bosques en la Amazonía peruana durante el 2017 alcanzó la cifra de 143 425 hectáreas.

En el caso de Bolivia, según los Indicadores Ambientales de la División de Estadísticas de las Naciones Unidas (UNSD), el país se encuentra en séptimo lugar entre los 10 países con mayor deforestación a nivel mundial. Su superficie boscosa se redujo en 8 031 000 millones de hectáreas en un lapso de 25 años (1990-2015). En tanto que las cifras de la Autoridad de Fiscalización y Control Social de Bosques y Tierra (ABT) revelan que tan solo en 2016 se deforestaron más de 325 058 hectáreas de bosques.

Una versión ampliada de este reportaje fue publicada en Mongabay Latam. Puedes leerla aquí.

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Un viaje al mercado negro de jaguares en Bolivia. No hay que dar muchas vueltas en el mercado de Trinidad para toparse con partes de jaguar. Los colmillos se ofrecen a 100 dólares cada uno, aunque en la China pueden llegar a venderse hasta a 5000 dólares. Lee la historia aquí.