(Mongabay Latam).- El pueblo de Quincemil alberga uno de los bosques más biodiversos y lluviosos del planeta. Y quienes lo conocen consideran a este espacio —capital del distrito de Camanti, provincia de Quispicanchi, región de Cusco— una gran fábrica de agua que necesita ser conservada, sobre todo tras el incremento de las actividades ilegales que amenazan la existencia de este ecosistema.
Hace poco menos de una década creció el interés por la extracción de oro en estos bosques que están conectados con Madre de Dios. Pero el problema se disparó —sostienen autoridades y expertos— con la inauguración de la polémica carretera Interoceánica Sur en diciembre de 2016, una vía construida durante los gobiernos de Alejandro Toledo y Alan García por la controvertida empresa brasileña Odebrecht.
Washington Campero, poblador local que conoce muy bien la Amazonía sur, narró en una entrevista con Mongabay Latam que a lo largo de sus sesenta años de vida ha sido testigo de un cambio considerable en la zona. Campero recuerda que hace 20 años solo había siete casas en Camanti. No existía carretera asfaltada, solo una trocha que conectaba Cusco y Puerto Maldonado. Y que en épocas de lluvia, un viaje Cusco-Camanti podía demorar hasta un mes. Ahora se puede llegar a Camanti en menos de cinco horas. Y así de rápido, pueden llegar también los problemas.
“Se hizo la carretera y eso facilitó la depredación del bosque. No estuvimos preparados para tremendo impacto”, afirmó para Mongabay Latam, el alcalde de Camanti, Dante Jhoel Garate Chambi. “El problema no es la carretera en sí, el problema es que no se hicieron proyectos ni planes sostenibles previendo lo que se iba a generar”.
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1. Los inicios: un bosque abandonado a su suerte
En 2002, bajo Resolución Ministerial número 0549-2002-AG, se crearon los Bosques de Producción Permanente (BPP) en San Martín, Huánuco, Pasco, Junín, Ayacucho, Cusco y Puno. Y los de Camanti estaban en ese grupo. Se convirtieron en un BPP de más de 171 000 hectáreas destinado al “aprovechamiento preferentemente de la madera y de otros recursos forestales y de fauna silvestre”. No se podía hacer agricultura, tampoco conservación. Sin embargo, pobladores locales, autoridades e instituciones privadas fueron testigos de la falta de fiscalización y la proliferación de actividades ilegales. “Había personas que querían dedicarse a conservar en Camanti, pero al ser un BPP no pudieron. También se fueron creando asociaciones agrícolas que trabajaban en el BPP. Y también se fueron metiendo los mineros ilegales. A partir de 2008, empezaron a entrar las primeras maquinarias de minería”, declaró para Mongabay Latam, Christian Rohner, miembro del Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor) Cusco y responsable de la Administración Técnica Forestal y de Fauna Silvestre de la región, con años de experiencia en la zona.
Sin embargo, a fines de año de 2017 se abrió una pequeña ventana que apuntaba a promover un cambio: se recategorizaron los BPP de Cusco y se convirtieron en los primeros Bosques Protectores (BP) del país. La norma señalaba que estos tendrían exactamente las mismas coordenadas y la misma área. En palabras sencillas, los BPP son lugares exclusivos para la producción forestal, principalmente madera. Y por ahí aprovechar otros recursos de manera sostenible. En los BP se restringen estas actividades y lo único permitido es el ecoturismo y la conservación, además del aprovechamiento de productos forestales no maderables.
La noticia sonaba muy bien, pero para Rohner el cambio de categoría tardó en llegar. “Se cambió de BPP a Bosques Protectores, todo bien, pero Serfor en Lima piensa que este sigue siendo un bosque intacto y que ahí los monos están saltando con los otorongos. Este es un bosque bien degradado principalmente por minería, agricultura y madera”, vuelve a resaltar Rohner, que confirma con imágenes satelitales y fotos, que la deforestación del bosque avanza y nadie lo detiene.
Ronald Catpo, ingeniero forestal y Director de Áreas para la Conservación de la ONG Conservación Amazónica-ACCA, coincide con el experto de Serfor en Cusco. “Perfecto que ya existen Bosques Protectores. Esa debió ser su categoría desde un principio. No entendemos por qué le dieron la categoría de BPP para aprovechamiento forestal. Su vocación no es tal. Son cabeceras de cuenca. Lamentablemente se ha convertido en tierra de nadie. Le han sacado el ancho”.
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2. El avance de una minería más allá de la ley
En los registros del Ingemet (Instituto Geológico Minero Metalúrgico), las cifras hacen temblar a los que se preocupan por la protección y conservación de esta importante fábrica de agua. Existen en todo Camanti hasta marzo de 2018, cuatrocientas treinta y nueve (439) concesiones mineras (algunas adjudicadas dentro del mismo bosque), que suman casi un millón y medio de hectáreas. De estas solo 185 están tituladas. Y 225 están en trámite.
Por eso Heidi Rubio, especialista en áreas de conservación del Proyecto Amazonía Resiliente (SERNANP-PNUD), destaca la importancia de proteger el bosque de Camanti. Para la bióloga, la emoción por el cambio de categoría del bosque solo le duró unos días, sobre todo cuando se enteró que se siguen otorgando concesiones mineras a pesar de ser ahora un Bosque protector. “¿Entonces cuál es la categoría? ¿O solo es un enunciado? ¿El bosque protector realmente protege?”, comentó Rubio para Mongabay Latam. Desde la oficina de Serfor Lima, respondieron que “la condición de Bosque Protector (BP) ayuda mucho porque no será posible otorgar autorizaciones de desbosque debido a que en los BP solo es posible realizar actividades de ecoturismo, conservación y aprovechamiento de productos forestales no maderables o actividades que no impacten”. Sin embargo, no mencionan cómo harán para frenar el otorgamiento de concesiones en esta área.
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3. Un bosque atacado por distintos flancos
Si vemos Camanti desde el Google Earth, es como si fuera un tejido incaico de colores. Todo está repleto de concesiones mineras, de pedidos mineros, de montes pelados y ríos blancos, que te confirman que mucho está depredado. También se reconoce un gran predio privado en medio de estos bosques protectores. “Un poco antes de la creación de los BPP, la Dirección Regional de Agricultura, se tituló un predio que se llama predio Quincemil Araza (92 060 hectáreas), que es la mitad de los BPP. Ahora los bosques protectores tienen ese predio encima. Valgan verdades se debería de excluir porque está titulado. Y bueno, muy buena parte de Quincemil Araza está ya invadido o depredado”, comenta Rohner. Según Serfor Lima, “la Dirección de Catastro, Zonificación y Ordenamiento del SERFOR solicitó a la SUNARP (Superintendencia Nacional de los Registros Públicos) y otras instituciones para ver si existe superposición de títulos en la zona antes de convertirse en BP. La información remitida por la SUNARP no evidenció alguna superposición”.
Para entender los intereses en pugna, hay que saber primero que existe un Bosque Protector (dividido en tres zonas) y que sobre este espacio de tierra hay varios derechos superpuestos y también otros derechos previos a los bosques protectores: concesiones mineras, predios privados, agricultores y mineros ilegales, además de concesiones para conservación y hasta campos de cultivos de coca, que se empiezan a expandir hacia los límites con Puno. Una realidad que si se mantiene, desencadenaría muchos problemas sociales y ambientales en muy corto tiempo.
Anahí Oroz, asistente de la Dirección de Áreas para Conservación de Conservación Amazónica-ACCA, explica la problemática detrás de las concesiones mineras otorgadas. “Hay que tener mucho cuidado cuando hablemos de las concesiones mineras. No todo es ilegal en la zona. Cada caso es particular. Por ejemplo, cuando tienes una concesión minera, no quiere decir que puedes empezar la actividad. Luego tienes que cumplir con otros requisitos para empezar. Y si no has cumplido con todos los requisitos y empezaste a extraer oro, eres informal. Y eso sucede mucho en Camanti. Además de los que se meten sin ningún tipo de autorización”.
Para Catpo lo que se necesita es que Serfor le comunique “al Ingemet, al Ministerio de Energía y Minas, y a la Dirección Regional de Energía y Minas, que ya no establezca más concesiones y elimine todas las solicitudes”. Y el siguiente paso para el experto es iniciar las acciones de control necesarias para “desalojar a todos los ilegales: mineros, taladores, agricultores. Si no haces respetar el BP, entonces, ¿para qué lo creas?”. Mientras conversamos con Catpo señala en un mapa de Camanti todos los lugares degradados, incluyendo la zona de amortiguamiento de la Reserva Comunal Amarakaeri (RCA), parte del distrito, donde la minería ilegal sigue avanzando.
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4. Los que aún creen en la conservación
Muy cerca de Camanti se levanta un pequeño paraíso que empieza a convertirse en el hogar de muchas especies. Y este espacio empezó a desarrollarse desde que Rafael Pilares y su esposa Ana Cecilia se aventuraron dentro del bosque para empezar a soñar pisando tierra. Conformaron una empresa. La llamaron Herpiro. Y pidieron al Estado que les otorgue una concesión. Le pusieron de nombre Soqtapata (seis terrazas en quechua) por los distintos pisos altitudinales que tiene esta área. ¿Los socios? Sus cinco hijos. Cada uno aportando desde su experiencia.
Unos días antes de visitarlos, registraron en imágenes a tigrillos, pumas, osos de anteojos, sajinos, aves, jaguares y armadillos. Grabaron todo eso con una sola cámara trampa. Puesta en un solo lugar. Y cuentan que todavía no exploran ni el 10 % de las más de 9000 hectáreas que el Estado les otorgó en esta concesión. Según Ronald Catpo es tanta la presión en el bosque de Camanti debido a la minería y agricultura, principalmente, que la fauna se empieza a mover y es lógico que se vayan a los lugares donde el bosque está en mejor estado.
Rafael Pilares y su familia no se quedaron tranquilos con eso. Creían que era necesario buscar más personas que se comprometan con el cuidado del bosque. Por eso convencieron a dos de sus vecinos para crear Áreas de Conservación Privada (ACP) en sus predios. Y ahora no están solos. Tiene al ACP Machusaniaca I y II, y al ACP Fundo Cadena como sus principales aliados. Con los que tratan de fortalecerse y no perder el buen ánimo.
“El Estado debe de ser promotor de la conservación. Pero lo único que hace es entorpecer y hacer todo más difícil. Mira cómo está Camanti. Todo está de cabeza. Hay un grupo de gente que quiere proteger y conservar nuestra naturaleza, pero el Estado nos hace todo más difícil. Pareciera que le conviene el desorden”, afirmó Rafael Pilares.
Mario Ortiz siguió los pasos de Pilares y desde hace un tiempo, en sus 15 hectáreas, trabaja para promover otras actividades amigables con la conservación. También es un conocedor de la selva y un explorador que ha viajado por casi todo el país. “Recuerdo el río Nuciniscato, era un paraíso. Maravilloso. Estabas en el río y en un día despejado podías ver los glaciares. Lleno de quebradas hermosas, agua cristalina. Ahora lo han hecho tiras. Todo el cauce del río lo han dejado como una guerra, puro hueco”, cuenta así un hombre que ha sido testigo del cambio abrupto en el paisaje. Sin embargo, también hay algo de optimismo en sus palabras. “La minería se va a acabar en algún momento. Mete tu plata en turismo que ahí vas a hacer billete para toda tu vida. ¿Acaso Machu Picchu se ha terminado?”, repite Ortiz para Mongabay Latam, son algunas frases con las que trata de convencer a algunos vecinos mineros.
Una versión ampliada de este reportaje fue publicada en Mongabay Latam. Puedes leerla aquí.
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