(Mongabay Latam / Yvette Sierra Praeli).- Laura forma parte ahora de la historia del Perú. Es la protagonista de la primera moneda de un sol de la colección Fauna Silvestre Amenazada del Perú lanzada en julio de 2017. Laura es un oso andino de anteojos (Tremarctos ornatus). Aparece recostada en un árbol o, específicamente en su hábitat, en  los bosques secos del norte peruano, en el Parque Arqueológico Batán Grande, en la región Lambayeque.

Pero la fama de Laura no solo se debe a que su imagen aparece en esta colección de monedas peruanas, sino que también se trata de la primera osa a la que colocaron un collar con GPS para monitorear a su especie, que habita en esta parte del Perú, lugar que ofrece mayor visibilidad que los bosques nublados.

Laura, al igual que otros 50 osos aproximadamente, forma parte de la población que está siendo monitoreada desde hace diez años por la Organización para la Conservación del Oso de Anteojos en Perú (SBC por sus siglas en inglés).


La historia de este proyecto se inició cuando la investigadora canadiense, Robyn Appleton, llegó al Perú, en el 2006, en busca del oso andino. Ella, junto con el peruano Javier Vallejos, que fue su guía, encontró esta población de osos de anteojos en los bosques secos de Batán Grande, un hábitat poco usual para esta especie. “Los osos andinos habitan desde Venezuela hasta el sur de Bolivia, en el bosque húmedo, viven principalmente en la niebla. Pero hace diez años encontramos esta pequeña población en un ecosistema único en el bosque seco de Perú”, sostuvo Appleton durante una conferencia de Wildlife Conservation Network.

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Un lugar diferente para el oso de anteojos

Renzo Piana, director de ciencia y conservación de SBC Perú, explica que esta especie habita principalmente en zonas cercanas a las Cordillera de los Andes. “Aquí en Perú hay una población que es única porque está en la vertiente occidental de los Andes, en alturas menores a lo habitual, en un ecosistema de bosque seco que va desde los 150 metros hasta los 1000 metros sobre el nivel del mar, en la cuenca del río La Leche. Eso no se encuentra en ninguna otra parte de la distribución del oso andino”.

Sobre un territorio de 15 mil hectáreas, el programa de conservación del oso de anteojos de SBC utiliza cámaras trampa, collares con GPS satelital y la observación directa en el campo para estudiar y entender a esta población de osos.

Durante el trabajo de investigación descubrieron que los osos regresan siempre a ciertas fuentes de agua que hay en la zona. Foto: SBC Perú

Durante el trabajo de investigación descubrieron que los osos que habitan en Batán Grande regresan siempre a unas pocas fuentes de agua que hay en la zona. Fue ahí donde se colocaron cámaras trampa, explica Piana. “Se trata de fuentes de agua que pueden medir dos o tres metros e incluso más pequeñas, pero que los osos las tienen mapeadas y van frecuentemente a estos lugares para tomar agua, pero también para marcar su territorio y conocer el estado de fertilidad de las hembras”.

El investigador explica que, desde el inicio del programa, una de las principales tareas fue localizar estos cuerpos de agua para colocar cámaras trampa de manera permanente. Hace casi ocho años que se monitorea estos cuerpos de agua y cada seis semanas se recoge la información de ellas.

Las marcas faciales que tienen los osos en el rostro —cada espécimen posee una marca diferente— permiten identificarlos en las fotografías de las cámaras trampa y descubrir hacia donde se van desplazando. “Ahora conocemos si la forma de ocupar el territorio se diferencia entre machos y hembras o entre individuos más jóvenes. Cuando se hace monitoreo por periodos largos, como en este programa, es posible evaluar la dinámica poblacional: cuántos individuos hay, cómo varía en el tiempo, cómo cambia de acuerdo a la estacionalidad o cuando se presenta el fenómeno El Niño”, comenta Piana.

El investigador considera que la población de osos en esta zona demuestra la importancia que tiene el bosque seco del noroeste del Perú en la conservación de la especie.  “Existe una estacionalidad marcada en el uso del espacio por parte de los animales. Durante el invierno están en las zonas altas de la montaña, mientras que para el verano se desplazan a las zonas más bajas para alimentarse, principalmente de zapote”.

Los osos andinos escalan los cerros de los bosques secos en el norte del Perú. Foto: SBC Perú.

En ese contexto, la preservación del árbol de zapote (Colicodendrum scabrida) también es importante para la supervivencia de la especie, dice Piana, puesto que los osos se alimentan principalmente de este fruto. “El zapote está en las zonas bajas, lugares muy expuestos a la fragmentación y el tráfico de tierras. Existe una presión fuerte para el cambio de uso de suelo en las zonas donde crece el zapote, lo que pone en riesgo la disponibilidad de este fruto para los osos”, señala el director científico de SBC.

El 26 de mayo de 2016, la Municipalidad de Pítipo emitió una ordenanza para la creación del Parque Arqueológico Batán Grande, medida que ha permitido la conservación del hábitat del oso de anteojos, considerando que la mayor parte del territorio por donde se desplaza esta población se encuentra dentro de esta área protegida.

Imagen principal: SBC Perú

Una versión ampliada de esta historia fue publicada en Mongabay Latam. Puedes leerla aquí.

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