(Mongabay Latam / Yvette Sierra Praeli).- La selección peruana impresionó en el Mundial de Rusia 2018. Su buen juego ha quedado demostrado en la cancha desde el minuto inicial de su primer partido, a pesar de la despedida temprana.
Y si nos trasladamos al campo de la biodiversidad, Perú figura entre los cuatro favoritos del mundo, con una selección que reúne fortaleza, destreza y ese espíritu para enfrentar cualquier adversidad.
En un afán de encontrar la selección ideal de la biodiversidad peruana, Mongabay Latam con la ayuda de Wildlife Conservation Society y siguiendo los pasos del Instituto Humboldt de Colombia, ha reunido a lo más selecto y único de la fauna silvestre de Perú, armando un equipo que nos dejará bien parados en cualquier cancha, pero que debe enfrentar mil problemas para triunfar frente a su partido más difícil, el de la depredación.
Por eso ha apostado por asegurar primero su arco colocando a un gigante de los ecosistemas peruanos: al oso andino también conocido como oso de anteojos (Tremarctos ornatus). Con sus dos metros de alto y sus 130 kilos de peso, es el indicado para frenar cualquier arremetida de un rival. Su entrenamiento en las montañas y quebradas de la Cordillera de los Andes, así como su facilidad para trepar árboles y nadar, lo han convertido en un todo terreno. Sin embargo, su situación como especie Vulnerable y el descenso de su población por la fragmentación de su hábitat y la caza pone en riesgo su continuidad en nuestra selección.
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Una defensa cerrada
Y así continúa la alineación del “once de la biodiversidad” de Perú. La vicuña (Vicugna vicugna) tiene una difícil tarea por cumplir como lateral derecho. Su resistencia física es envidiable debido a que está acostumbrada a correr en las alturas de la puna peruana, por encima de los 3200 metros sobre el nivel del mar. Por eso, la defensa peruana está más que asegurada con esta especie destacada para proteger el arco bicolor. Aunque hubo un tiempo en que su presencia causó preocupación por su disminución permanente debido a la caza furtiva, ahora tiene una población recuperada, con más de 100 000 especímenes, según el censo del año 2000 del Servicio Nacional de Flora y Fauna Silvestre. Es decir, toda una población preparada para defender el arco peruano.
En el otro extremo, como lateral izquierdo está el cóndor andino (Vultur gryphus). Rápido, con gran agudeza visual y buen sentido del olfato, el cóndor andino es siempre preciso con el rival. Es un animal mítico considerado inmortal, que puede viajar desde los Andes hasta el mar, por eso, su sola presencia en el equipo asegura una defensa cerrada que deja poco espacio para los goles del rival. La preocupación, sin embargo, se debe a que actualmente se encuentra en situación de Casi Amenazado.
Por eso para ayudar a la vicuña y al cóndor andino en la defensa, se suman el tapir andino (Tapirus pinchaque) y la rana gigante del Titicaca (Telmatobius culeus), dos de los representantes emblemáticos de la diversidad peruana.
El primero, el tapir andino, tiene un porte impresionante, con un peso que puede llegar a 250 kilos, que lo convierte en una muralla ante cualquier adversario. Es un sobreviviente y si miramos en su pasado, encontraremos que no ha cambiado mucho desde que hace tres millones de años llegó a nuestras tierras. Su físico produce respeto, pues se le considera un ser mítico, fama que le ha traído dificultades y lo ha puesto al borde de la extinción, según la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. Su imagen ya figura en una de las monedas de colección de un sol peruano. Sin duda, un famoso dentro del once ideal.
La dupla defensiva central la completa la rana gigante del Titicaca, conocida por su resistencia pese a la gran contaminación que enfrenta en el único lugar que habita, el Lago Titicaca (frontera entre Perú y Bolivia). Su facilidad de desplazamiento convierte a esta especie, en Peligro Crítico de extinción, en una pieza clave para cubrir el arco peruano ante las arremetidas del equipo contrario.
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Un medio campo sólido
Con una línea de cuatro en la defensa, en el mediocampo peruano la apuesta es por una dupla. El cocodrilo de Tumbes (Crocodylus acutus) y la taricaya (Podocnemis unifilis) conforman una pareja que une la fuerza y la resistencia con la habilidad y la inteligencia.
El cocodrilo de Tumbes es imponente ante cualquier rival, un volante mordedor de marca que puede llegar a pesar hasta 500 kilos. Perseguido por su piel y casi sin hogar por la destrucción de sus hábitats en los ríos Zarumilla, Tumbes y Chira, el Crocodylus acutus está en una situación Vulnerable en América y en Peligro crítico en Perú. Sin embargo, gracias a su tenacidad para vencer las dificultades es titular indiscutible en el mediocampo peruano.
La taricaya, en cambio, no tiene gran tamaño, pero es hábil y gracias a sus buenos pases para que los delanteros busquen una oportunidad de gol, tiene su puesto fijo en el mediocampo. No en vano las tortugas, como la taricaya, han sido asociadas con la sabiduría desde la época preinca. Vive en los ríos de la Amazonía peruana y estuvieron en peligro de desaparecer, pero ahora ya recuperada su población, son parte del equipo ideal peruano.
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A un paso del gol
La delantera de la bicolor tiene a tres extraordinarios representantes de la diversidad peruana. En el extremo derecho está el colibrí cola de espátula (Loddigesia mirabilis), veloz y pequeño, como buen puntero. Su habilidad para moverse en el campo lo ayuda cuando se trata de superar la defensa del adversario. Es de pase preciso e incansable en el ritmo, manteniendo en alerta a cualquiera que se ponga en su camino. Sin embargo, su velocidad no ha evitado que se encuentre en Peligro, por ello, puede estar en riesgo su permanencia en el equipo.
En el otro extremo juega la pava aliblanca (Penelope albipennis), un ave grande del norte peruano. Amenazada por la cacería y la destrucción de su hábitat, se creía que había desaparecido del único lugar que habita, los bosques secos de Perú. Pero en 1977 un grupo de científicos volvieron a encontrar a esta especie. Ahora, bajo protección, se ha convertido en uno de los pilares del equipo nacional, rápida en su avance y precisa en la definición.
En esta línea de tres está también el tiburón martillo (Sphyrna zygaena), va de media punta, siempre al acecho y veloz para aprovechar todas las oportunidades de llegar al arco contrario. Con una vista de 360 grados, resulta imposible que se pierda algún pase del mediocampo o los extremos. El tiburón martillo se entrena en las costas centro y norte de Perú y su gran tamaño, de hasta cuatro metros, es importante a la hora de romper la defensa rival y marcar un tanto ya sea con un potente cañonazo o de cabeza. Pese a estar en situación Vulnerable, su presencia vistiendo la blanquirroja está aún asegurada.
Y en la delantera, para romper cualquier arco enemigo y dejar atónito a los guardametas, no podía faltar el jaguar (Panthera onca), el felino más poderoso de América. Un centro delantero que avasalla a cualquier rival por su agresividad, su velocidad y su instinto depredador. Con su 1.80 de altura y 130 kilos de peso se desplaza por densas selvas, llanuras pantanosas y praderas secas desde México hasta Argentina, pero es en Perú donde se encuentra su principal bastión. Está Casi Amenazado pues debe enfrentar a la cacería y la pérdida de su hábitat. Son tan fuertes que pueden romper el caparazón de una tortuga, pero no persiguen a su presa, sino que la acechan. Por eso, con el jaguar, el equipo peruano tiene el triunfo asegurado, pues este felino estará siempre esperando la oportunidad para anotar el siempre esperado ¡Goooool!
Imagen principal: el oso andino. Foto: Michael Tweddle.
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