(Mongabay Latam / Carolina Gamazo).- En el terreno por el que vamos caminando, hace unos meses había ejemplares de Rosul (Dalbergia Retusa), un árbol protegido en Guatemala. También había especies maderables como el cedro, el canchán, el palo de San Juan y palo Santa María. Había pericos y monos. Así lo asegura Alfonso, un líder comunitario y autoridad ancestral maya de la aldea Ranchón Carolina, en Chisec, al noreste de Guatemala.
Bajo una fina lluvia, este poblador nos guía por la última parcela que se resiste al avance del cultivo de palma africana. Se trata de dos manzanas de un terreno comunal que conservaba bosque en pie hasta febrero de 2017, después de esa fecha casi la totalidad del área fue arrasada. Sin embargo, hace tres meses, el 25 agosto de 2017, 75 comunitarios ocuparon estas dos manzanas de bosque para impedir que fueran sembradas con palma.
—La palma ahí está, ¿ve? —muestra Alfonso, apuntando con el brazo derecho un terreno.
—Allá está, mire, verde, verde. Esto lo quieren poner también aquí. Eso es palma —explica este líder comunitario.
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Nos encontramos en el municipio de Chisec, al norte del departamento de Alta Verapaz, un área de bosque tropical lluvioso fronterizo con el departamento de Petén. Chisec es uno de los cinco municipios que conforman la Franja Transversal del Norte, un área selvática y apenas habitada hasta los años 70, cuando comenzó a colonizarse. Actualmente, aunque con la cobertura boscosa ya muy mermada, constituye un corredor que conduce hacia la Reserva Biológica San Román y la Reserva de Vida Silvestre Petexbatún, parques nacionales que llevan a la Reserva de la Biósfera Maya.
La Franja Transversal del Norte fue la última área de Guatemala en ir perdiendo cobertura boscosa en favor de los cultivos de palma africana. El área ubicada entre Chisec y Raxruhá ha perdido 164 kilómetros cuadrados de cobertura boscosa desde 2006. Foto: Sandra Sebastián.
Sin embargo, esta zona no ha logrado salvarse del avance del cultivo de palma africana en Guatemala. Después de Sayaxché, en Petén, los municipios que conforman la Franja Transversal del Norte, son los que mayor pérdida de árboles nativos reportan por el ingreso de la palma.

Comparacion de dos imagenes satelitales de 2006 y 2017 del área actualmente ocupada con cultivos de palma africana de Industrias Chiquibul. Crédito: CECON.
La zona que más pérdida de bosque ha sufrido se encuentra entre los municipios de Raxruhá y Chisec, en un valle ubicado al sur de la sierra de Chinajá. Estos terrenos, ocupados por diferentes comunidades maya q’eqchi, comenzaron a comprarse a partir de 2011 para expandir la palma africana por toda la llanura. Al día de hoy se encuentran acaparados, casi en su totalidad, por este monocultivo.
La palmicultora que opera en el área se llama Industrias Chiquibul, que según información proporcionada por la propia empresa, comenzó a acaparar parcelas en esta área a partir de 2011. Según la revista guatemalteca El Observador, esta compañía le pertenece a Suhel Abel Turjuman Miguel, presidente del Banco Inmobiliario y de la empresa de fertilizantes Mayafer.
Los bosques perdidos
Aunque Industrias Chiquibul niega que se haya deforestado esta área para introducir palma africana, argumentando que eran terrenos que ya no tenían árboles cuando fueron adquiridos, las imágenes satelitales muestran cómo los remanentes de bosque han ido desapareciendo desde la entrada de este monocultivo.
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En base a un análisis realizado por el Centro de Estudios Conservacionistas (CECON) de la Universidad San Carlos y tomando como base dos imágenes satelitales, una de 2006 y otra de 2017, se ha podido establecer que de los 1670 kilómetros cuadrados de bosques nativos que existían —en parte de Chisec, Raxruhá y Sayaxché— se perdieron 164 kilómetros cuadrados. Y estos han sido reemplazados, casi en su totalidad, por monocultivos de palma africana. Hablamos de un espacio comparable con 64 campos de fútbol.
Pero el área de palma africana cultivada en esta extensión alcanza, en realidad, los 225 kilómetros cuadrados, si tomamos en cuenta que un porcentaje de las tierras ya habían sido transformadas años atrás por la actividad ganadera. El análisis que hizo el CECON, sobre el cambio de uso de suelo entre el 2006 y 2017, muestra entonces que 225 kilómetros cuadrados han sido ocupados por palma y añade a sus hallazgos 154 kilómetros cuadrados más que son tierras ya despejadas y listas para cultivar.
La pérdida se ha registrado, sobre todo, en una llanura ubicada bajo la Sierra de Chinajá, que alberga las aldeas de Xuctzul, Setzaj, Candelaria, las Mercedes y Caoba. Estas se encuentran hoy ocupadas, casi en su totalidad, por plantaciones de palma, tal como puede verse en las imágenes satelitales y comprobarse visitando el área.
Otras comunidades cercanas, como Santa Rosa, Ranchón Carolina y Vista Hermosa, están desde 2016 en conflicto con Industrias Chiquibul porque se oponen a la tala de árboles en las tierras que ya han sido vendidas. Hay otras aldeas como la de Canaan que, a pesar de haberse opuesto a la palma en un inicio, finalmente optaron por firmar acuerdos de venta de sus tierras con intermediarios de la palmera.
Imagen principal: Sandra Sebastián.
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