(Mongabay Latam).- En los planes del presidente Evo Morales, el departamento de Santa Cruz debe convertirse en el nuevo centro energético de América del Sur. En esos planes, la construcción de la hidroeléctrica Rositas, que proveerá de hasta 600 megavatios de energía eléctrica, es un proyecto clave. Sin embargo, dicho proyecto se enfrenta a una serie de críticas relacionadas al impacto ambiental que tendrá en la región.

Comunidades de indígenas guaraníes pertenecientes a los municipios de Cabezas, Gutiérrez, Postrervalle, Lagunillas y Vallegrande se oponen a la construcción de la hidroeléctrica por una serie de razones que involucrarían su desplazamiento forzoso y una afectación considerable al ecosistema y su territorio. Estas son sus principales razones:

1.Inundará territorios indígenas y afectará biodiversidad

El plan es que la hidroeléctrica Rositas ocupe un área de 150 000 hectáreas, lo que significaría la inundación de más de 40 000 hectáreas de bosques húmedos de la cuenca del río Grande. Esto afectaría directamente al Área Natural de Manejo Integrado Río Grande Valles Cruceños (ANMI), una zona protegida de enorme riqueza natural, en la que se cuenta más de 300 especies de aves y 2000 especies de plantas, de las cuales 161 son endémicas. Los expertos consideran que aves como el gallito de las rocas, el cóndor subandino, la paraba militar, el loro alisero, el águila solitaria y mamíferos como el oso de anteojos y el puma del valle también podrían ver afectado su hábitat.

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No solo el Área Natural de Manejo Integrado Río Grande Valles Cruceños (ANMI), que además garantiza la estabilidad hidrológica de los valles locales, sería afectado por la hidroeléctrica Rositas, sino dos áreas protegidas más: el Parque Nacional y Área Natural Protegida Serranía del Iñao y el Área Protegida Municipal Parabanó.

El territorio guaraní es otro de los espacios que se vería afectado con las inundaciones producto de la construcción de la hidroeléctrica, lugar donde las poblaciones cultivan su alimento para el autoconsumo y la venta. Un ejemplo es el bosque de la Capitanía Kaaguasu, que alberga 24 comunidades. Dicho bosque cubre las necesidades de medicina, alimentación, forraje, construcción, leña y artesanía para la población indígena.

2.No hubo consulta previa e indígenas alertan desplazamiento sin consentimiento

Un total de 500 familias guaraníes pertenecientes a los municipios de Cabezas, Gutiérrez, Postrervalle, Lagunillas y Vallegrande serían desplazadas con la construcción de la hidroeléctrica Rositas. Sin embargo, aunque ya existe un diseño del proyecto y el contrato de adjudicación y puesta en marcha ya se ha otorgado a una empresa china, las comunidades indígenas reclaman que nunca fueron consultadas.

El área del río Grande que quedará bajo el agua de la represa Rositas. Foto: Miriam Jemio

Su preocupación se agrava porque existe una disposición legal que permite al Estado usar la fuerza para desalojarlos. Frente a este tipo de situación, las comunidades han decidido no permitir el ingreso a ningún funcionario de la Empresa Nacional de Electricidad (ENDE), quienes intentan socializar el proyecto con la población indígena.

3.No existe suficiente sustento técnico ni económico.

Pese a que la construcción de la hidroeléctrica ya ha sido adjudicada a una empresa china, el proyecto no tiene un Estudio de Evaluación de Impacto Ambiental (EIA) que detalle qué tipo de consecuencias ambientales tendrá en la biodiversidad y en la población que vive en ese territorio. Tampoco se tiene mayor detalle de los planes que se ejecutarían para mitigar estos impactos.

Rositas no es la única hidroeléctrica que se construirá. Forma parte de un grupo de siete represas que se distribuirán entre los departamentos de Santa Cruz, Cochabamba y Chuquisaca, y en total aportarán hasta 3000 MW al Sistema Interconectado Nacional (SIN), el doble de la demanda energética actual de Bolivia. El Gobierno señaló que gran parte de la producción energética estará destinada a la exportación pero Antonio Sanjinez, investigador de la Unidad de Agroecología de Probioma, opina que no hay estudios de factibilidad económica que demuestren que cuando Rositas esté produciendo energía, Argentina y Brasil tengan suficiente demanda para convertirse en los compradores.

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Un último detalle que señala Sanjinez es que no solo se perderán las propiedades de las comunidades indígenas con la llegada de esta hidroeléctrica, sino también escuelas, carreteras, puentes y tendidos eléctricos, que se encuentren en ese territorio y que fueron realizados gracias a inversión estatal.

Imagen principal: Algunos pobladores de Tatarenda Nuevo durante una movilización realizada en mayo pasado en rechazo a la represa Rositas. Foto: Isapi Rua

El artículo original fue realizado por Miriam Telma Jemio y para mayores detalles de los impactos del proyecto de la hidroeléctrica Rositas ingrese aquí.

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