(Mongabay Latam/Milton López Tarabochia).- Son más de 246 000 hectáreas las que se protegen dentro del área protegida de Bolivia llamada la Reserva Nacional de Flora y Fauna Tariquía. Sin embargo, desde que en 2015 el presidente Evo Morales promulgó un decreto supremo que autoriza los proyectos hidrocarburíferos en las áreas naturales protegidas, la reserva de Tariquía, ubicada en el departamento de Tarija, al sureste de Bolivia, se ha convertido en una de las primeras zonas biodiversas amenazadas.

Mongabay Latam les explica en este artículo las cinco claves para entender por qué la Reserva Nacional de Flora y Fauna Tariquía está en peligro.

1.El verdadero tesoro de Tariquía está en su biodiversidad

El área natural protegida forma parte del corredor ecológico binacional Tariquía-Baritú, ubicado entre el sur de Bolivia y el norte de Argentina. Dicha posición geográfica le he permitido convertirse en el hogar de 808 especies de flora y 406 especies de fauna, entre las que figuran el oso de anteojos, el jaguar y el tapir.

Según la organización medioambiental Prometa, Tariquía posee una biodiversidad incalculable. Por eso sostienen los expertos que tiene un valor científico central para la investigación, porque posee un reservorio natural de recursos genéticos aún no estudiados y ofrece las posibilidades para desarrollar programas de manejo silvestre.

Pero dentro de este sorprendente escenario natural existen tres sectores considerados de gran importancia para el desarrollo de proyectos de exploración de hidrocarburos: San Telmo, Astilleros y Churumas.

Una vista panorámica de Tariquía. Foto del Servicio Nacional de Áreas Protegidas.


El gato montés es una de las especies de fauna registradas en la reserva de Tariquía. Foto del Servicio Nacional de Áreas Protegidas

 

2. Un proyecto que nació con un decreto propio

Todo empezó en mayo de 2015, cuando el presidente de Bolivia, Evo Morales, promulgó el Decreto Supremo 2366 que permite el desarrollo de actividades hidrocarburíferas dentro de áreas naturales protegidas. En el primer artículo de esa norma se señala que se aprueba el aprovechamiento de estos recursos por su “carácter constitucional, estratégico y de interés público para el desarrollo del país; vinculado a la reducción de la extrema pobreza en comunidades que habitan las áreas protegidas y la gestión integral de los sistemas de vida”.

La atención se centró entonces en la Reserva Nacional de Flora y Fauna Tariquía, ubicada en el departamento de Tarija, porque el deseo del gobierno por aumentar la producción de gas la volvía vulnerable.


Comuneros han manifestado su desacuerdo con la exploración de hidrocarburos. Foto cortesía de Gonzalo Torrez.

3. El Decreto Supremo no respeta el medio ambiente ni la consulta previa

Una de las principales críticas a la norma citada es que posee un rango menor que la Constitución de Bolivia. Los expertos señalan que mientras el Decreto Supremo 2366 permite las actividades extractivas dentro de las áreas protegidas, la Constitución sí protege expresamente el medio ambiente. “La Constitución en el Artículo 385 establece la protección y conservación de las áreas protegidas (…) pero el gobierno del MAS ha creado varios decretos supremos con menor rango jurídico que la Constitución donde dan permiso para realizar contratos dentro de las áreas protegidas y no solo en Tariquía, sino también en otras”, señaló Andrés Aguirre, presidente del Comité Impulsor de Reforestación y Defensa del Medioambiente (CIRDEMA).

Otra de las observaciones está relacionada con la vulneración del derecho a la consulta previa de los pueblos indígenas. Por eso la Defensoría del Pueblo de Bolivia ha impugnado este decreto por “anticonstitucional” y por considerar que no respeta a los pueblos indígenas.

Para el abogado constitucionalista Jorge Bacotich Oliva el Decreto Supremo 2366 no respeta el Artículo 403 de la Constitución Política porque no contempla la consulta previa. “El Gobierno, con este decreto, no les está dando la consulta previa, no les da el derecho a decidir si quieren o no la exploración, por el interés nacional podemos (…) perforar un pozo en Tariquía”, dijo a Mongabay Latam.

4.Una amenaza para las fuentes de agua y los bosques.

Para los expertos y las comunidades indígenas las exploraciones generan un impacto en las fuentes de agua. En el 2003 se realizaron exploraciones hidrocarburíferas y, según Francisco Romero, habitante de Mocoví, comunidad del cantón de Tariquía: “Ahora vemos que las fuentes de agua se han reducido en gran cantidad y creemos que es por eso que las vertientes se han perdido”.

La Responsable de Áreas Protegidas de la organización medioambiental Prometa, Claudia Oller, sostiene que la confinación de acuíferos suele ser una de las consecuencias de los impactos sísmicos. “Con la exploración se utiliza dinamita y se causan explosiones, y esto provoca que se cierren u obstruyan vertientes de las aguas subterráneas”, explicó.

El Cajón es una zona tradicionalmente utilizada para la pesca. Foto del Servicio Nacional de Áreas Protegidas.

Lee aquí el reportaje completo.

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