(Mongabay Latam / Eduardo Franco Berton (RAI)).- Fernando Vargas es un hombre que sonríe poco, tiene el rostro serio y la mirada serena. Nos invita a compartir el desayuno en la mesa de su casa. Su esposa coloca amablemente unas tortillas y algo de pan para acompañar el café. Es un día frío y la llovizna lo acentúa.

Fernando aún tiene un semblante convaleciente por las secuelas que le dejó la Chikungunya, una enfermedad tropical causada por la picadura de los mosquitos Aedes aegypti y Aedes albopictus, de la cual salió hace pocos días con la ayuda de medicamentos caseros.

Vargas es procedente del pueblo indígena Moxeño Trinitario y él nació en la comunidad Paraíso, cerca al río Securé en el Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Securé (TIPNIS), una de las 22 áreas Protegidas Nacionales que tiene Bolivia.

Cuenta que cuando era niño y cursaba la escuela primaria en Gundonovia (comunidad del Tipnis), siempre le molestaban las humillaciones y malos tratos de los profesores hacia sus compañeros. Pero fue en realidad un trágico hecho en el año 1990 el que despertó su espíritu activista. Esto sucedió cuando una persona se apropió indebidamente de tierras en unas comunidades del Tipnis. Vargas decidió entonces ayudar a recuperar estos territorios y como represalia, asesinaron a sangre fría a su sobrino Roy Jou Vargas, quien tenía apenas seis años.

Este hecho lo llevó a involucrarse en la lucha social y a liderar la presidencia de la Subcentral del Tipnis entre el 15 de agosto de 2011 y el 30 de noviembre de 2016, lo que lo puso a la cabeza de una marcha de 64 días por la defensa de esta área. Esta fue la octava marcha indígena del país, denominada: “Marcha por la defensa del territorio, la vida y los derechos de los pueblos indígenas”.

La marcha indígena llegando a la ciudad de La Paz, ante la imponente custodia de la montaña Illimani. Foto: Hsas Lelponi Maria Alba Guillen.

Este hecho histórico logró paralizar la construcción de una carretera que aún pretende construir el Gobierno Boliviano y que atravesaría el corazón de este parque nacional y territorio indígena. Asimismo, logró la aprobación de la Ley N° 180 que declara la intangibilidad del Tipnis, estableciendo en su artículo 3 que la vía no atravesará el área.

Sabía cuáles podían ser los riesgos de liderar la marcha, pero los asumí”, contó el activista. Pero la defensa del Tipnis y de los derechos de su pueblo tuvieron serias consecuencias para él y su familia, y como muchos otros activistas ambientales de Latinoamérica, Fernando Vargas sufrió y sigue sufriendo persecuciones, intentos de secuestro, amenazas de muerte y otros hostigamientos que le han impedido llevar su vida con normalidad.

El intento más reciente fue a finales de febrero de 2017, cuando una motocicleta intentó atropellarlo mientras retornaba a su casa luego de comprar unas almendras en el mercado. “Estaba esperando a que el semáforo se ponga en verde, de pronto vino una moto a toda velocidad hacia donde me encontraba. Yo retrocedí para atrás y el motociclista viró también en dirección mía, como siguiéndome. Volví a moverme y él volteó también para seguirme. Al final me quedé quieto y pasó muy cerquita mío. Parece que a lo último el conductor se desanimó”, recordó.

Según Lelponi Maria Alba Guillén, su esposa, este intento de atropello sucedió justo un día después de que Fernando responsabilizara al gobierno por los actos e injusticias cometidos hacia los pueblos indígenas, lo cual al parecer molestó a algunas personas, explicó.

Vargas sostiene que hasta hoy es perseguido a cada lugar al que se dirige. Además, que siempre hay personas vigilándolo, e incluso que cada vez que se traslada a los aeropuertos de otras ciudades, hay personas esperándolo que siguen cada uno de sus pasos y le toman fotografías. Sin embargo, él indica que estas persecuciones en lugar de desanimarlo le dan mayor fortaleza para seguir adelante con su defensa por el Tipnis. Él cree firmemente que el miedo se deja enfrentando al peligro, y que si uno no enfrenta estos riesgos siempre vivirá con miedo.

Fernando Vargas y su esposa, Hsas Lelponi Maria Alba Guillen. Foto: Eduardo Franco Berton.

Gracias a Dios hasta ahora no me ha pasado nada. Yo creo en Dios, y todos los días le pido que me cuide y me proteja. Y bueno, aquí estamos hasta hoy”, dijo el líder ambiental y agregó que no puede abandonar a sus hermanos indígenas en situación crítica y menos “a cambio de dinero”.

Durante la conversación, contó que hace un par de semanas, gente no identificada (valiéndose de nombres falsos), le ofreció 400 000 dólares y una casa para que abandone la defensa por el Tipnis. “Yo me reí, y les dije que eso no me alcanzaba. Entonces, estas personas me preguntaron cuál era mi precio, y que me podían entregar hasta un millón de dólares, pero que deje de ‘joder’. Yo les respondí que tampoco era suficiente, ya que mi dignidad no tenía precio”, mencionó enfáticamente.

Fernando Vargas dijo que con dinero se pueden resolver muchas cosas y que podría vivir feliz, pero que sus principios no son esos, sino defender primero a su pueblo, a los indígenas, al país, y después recién está él. “No debemos dejarnos convencer por la corrupción. Con dinero no se puede adquirir el territorio que nos pertenece a los pueblos, el ecosistema, el agua, no se puede comprar aire. Estos son los temas de fondo que hacen que no me interese la plata”, recalcó. Para Vargas, además, es importante hacerle entender al país que no solamente extrayendo los recursos naturales se puede vivir, sino estableciendo otra forma de aprovechamiento sostenible que no destruya la naturaleza, y que permita generar recursos económicos a Bolivia.

Cuando rechazó la oferta económica, los hombres amenazaron con matarlo. Fernando Vargas les respondió que solo muerto podrían callarlo, ya que seguiría luchando mientras le quede la vida.

Yo creo en lo que estoy haciendo, creo que es de bien para la humanidad, para mi pueblo y para mis hermanos indígenas”, dijo.


Indígenas marchando por la defensa del Tipnis. Foto: RAraoz publicada en Flickr publicada bajo licencia CC BY-NC-ND 2.0.

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Portada: Fernando Vargas liderando la VIII Marcha Indígena por la Defensa del Territorio, la Vida y los Derechos de los Pueblos Indígenas. Foto: Hsas Lelponi Maria Alba Guillen.

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