(Mongabay Latam / Pablo Hernández Mares).- Cuenta la leyenda que el dios Xólotl, hermano de Quetzalcóatl, no quería morir. Para evitar ser sacrificado, Xólotl se escondió, primero transformado en maíz y luego en la forma de maguey, pero al ser descubierto se refugió en el agua, donde tomó el aspecto del axolotl en náhuatl o ajolote en castellano.
El ajolote era bien conocido por los xochimilcas, los primeros habitantes de Xochimilco, una zona lacustre en el valle donde actualmente se asienta la Ciudad de México. Este conocimiento se heredó de generación en generación hasta llegar a Dionisio Eslava Sandoval, originario del lugar y dedicado a la conservación de este particular anfibio.
“Cuando Quetzalcóatl encontró a Xólotl recapacitó y le dijo: como te negaste a morir sacrificado para dar vida a otro elemento, toda tu vida permanecerás aquí, pero el día que tu elemento, el agua, ya no sirva, desaparecerás de la faz de la Tierra junto a la raza humana”, cuenta a Mongabay Latam Dionisio Eslava Sandoval, presidente de la organización Umbral Axochiatl, un proyecto comunitario fundado en el año 2000 con el objetivo de preservar la cultura y el medio ambiente del Xochimilco.

El Ajolote es una especie paraguas debido a que su protección beneficia a otras especies y al ecosistema en general. Foto de CONABIO
La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), en su Lista Roja de especies amenazadas, cataloga al ajolote (Ambystoma mexicanum) En Peligro Crítico de Extinción debido a que su área de ocupación es menor de 10 kilómetros cuadrados, su distribución está severamente fragmentada y hay una disminución continua en la extensión y calidad de su hábitat, además del decrecimiento en el número de individuos maduros.
El ajolote es un anfibio endémico del Valle de México que actualmente solo vive en algunos rincones de una red de canales del lago de Xochimilco que ocupan una superficie total de 180 kilómetros cuadrados.
“En 1998 la doctora Virginia Graue calculó la presencia de 6000 ajolotes por kilómetro cuadrado. Yo hice un análisis en 2004 y encontré que había 1000. Para 2008 repetí el estudio y ya solo había 100 y en 2013 solo contabilizamos 36 por kilómetro cuadrado, lo que quiere decir que su población va bajando más o menos como nosotros habíamos predicho”, dice a Mongabay Latam Luis Zambrano, fundador del Laboratorio de Restauración Ecológica del Instituto de Biología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Es como encontrar una aguja en un pajar. “No se puede conocer el número exacto de ejemplares que quedan porque es muy difícil de contar, aunque hay evidencia de que cada año disminuye su población. En este momento la especie no tiene la vitalidad ni el número para considerarla fuera de peligro”, explica a Mongabay Latam Esther Quintero, Subcoordinadora de Especies Prioritarias de la Comisión Nacional para el Conocimiento y uso de la Biodiversidad (CONABIO) de México.
El pronóstico del Dr. Zambrano es devastador: para 2020 o 2025 no habrá ajolotes si no se actúa para salvarlos.
Especies invasoras, amenaza constante
Zambrano, quien comenzó a trabajar con los ajolotes hace 18 años, ha realizado análisis de viabilidad poblacional de esta especie y descubrió que el crecimiento o decrecimiento de la población de ajolotes depende en gran medida de qué tanto se mueren o sobreviven los ejemplares más jóvenes, “que son el eslabón más sensible de la población, contrario a lo que pasa con las tortugas marinas, donde los adultos son los más vulnerables”.
Un experimento en laboratorio para conocer la interacción del ajolote con las carpas (Cyprinus carpio) y las tilapias (Oreochromis niloticus) presentes en Xochimilco, mostró que las primeras se comen sus huevos y las segundas a los alevines, que son las crías recién nacidas.
Las carpas y las tilapias fueron introducidas por autoridades gubernamentales en los años 70 con la intención de generar proyectos acuícolas, sin embargo, estas han invadido de forma masiva los canales de agua donde habitan los ajolotes, convirtiéndose en una de las peores amenazas para la supervivencia del Ambystoma mexicanum.
“El ajolote está en peligro de extinción por ese proyecto que no midió el alcance que podría tener al liberar tilapias y carpas, que no tienen depredadores naturales, esto ha llevado a un deterioro de toda la zona chinampera”, lamenta Eslava Sandoval. La chinampa es un método de cultivo prehispánico que consiste en sembrar dentro pequeñas islas de tierra dentro del lago.

Una de las características más peculiares del Ajolote son sus tres pares de branquias externas y ramificadas, con las que respira al tomar el poco oxígeno de las aguas pantanosas. Foto de CONABIO
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Portada: El ajolote está catalogado en peligro de extinción por la Norma Oficial Mexicana 059-ECOL-2010. Foto de CONABIO
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