(Mongabay Latam / Eduardo Franco Berton (RAI)).- Zapocó es uno de los cuatro territorios ancestrales del pueblo Ayoreo que están reconocidos por el Estado boliviano. Esta comunidad ubicada en el municipio de Concepción, en el departamento de Santa Cruz, ha sabido mantener sus prácticas ancestrales, por eso hasta hoy sus habitantes viven de la recolección de frutos, de la cacería de animales silvestres y de la madera que les provee sus bosques. En el año 2000, con mucho esfuerzo, los ayoreos lograron conformarse como una Tierra Comunitaria de Origen (TCO), lo que les abrió el camino para conseguir la titulación de una superficie de más de 43 000 hectáreas. Sobre esta vasta extensión, viven alrededor de 80 familias ayoreas que valiéndose de un Plan General de manejo forestal aprovechan 20 000 hectáreas de bosque —1200 hectáreas anualmente—, la otra mitad la destinan a la conservación y al desarrollo de sus prácticas tradicionales.

El municipio de Concepción es uno de los 10 con mayor superficie bajo derecho forestal en las Tierras Bajas y Yungas de Bolivia. Alrededor de 938 000 hectáreas son aprovechadas, dentro de los cuales se encuentran las del pueblo Ayoreo.

La biodiversidad que cuidan los ayoreos asentados en la comunidad de Zapocó es inmensa y se ha convertido, como ocurre en muchos territorios indígenas en Latinoamérica, en una riqueza natural bastante apetecida por los que prefieren seguir el camino de la ilegalidad. “Hay campesinos e interculturales que están realizando desmontes ilegales en Zapocó, negocian la madera ilegalmente sin un manejo forestal y luego realizan cultivos, después venden la tierra a otras personas y buscan áreas en otro lugar. Muchas de esas comunidades campesinas ni siquiera viven en las tierras que solicitan ante el Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA), sino que están viviendo en el municipio de San Julián”, denunció Rocío Picanere, hija de Chiñoy Picaneray, cacique Ayoreo de la comunidad de Zapocó.

A Rocío Picanere, quien es también presidenta de la Asociación Forestal Indígena (AFIN), le preocupa la aparición de asentamientos dentro de la comunidad de Zapocó. Ella cree que el problema comenzó cuando se introdujo una variación en la Constitución Política Boliviana, se refiere al cambio de la denominación de Tierra Comunitaria de Origen (TCO) a Territorio Indígena Originario Campesino (TIOC), fue esto lo que abrió la puerta para que los campesinos e interculturales se asienten sobre los diferentes territorios indígenas de Bolivia, según Picanere.

Para el viceministerio de Tierras de Bolivia, lo que hace el cambio de terminología en la constitución es unificar las visiones indígena y campesina sobre el territorio como un espacio para la reproducción cultural y en el que también se ejerce la gobernabilidad sobre la tierra y los recursos naturales.

La líder Ayoreo sostiene que esta nueva denominación en la Constitución ha unido sobre un mismo territorio a dos visiones que son muy distintas entre sí: la campesina y la indígena. Para Rocío Picanere, los indígenas tienen una visión más integral sobre el uso y aprovechamiento de su territorio, mientras que los campesinos e interculturales tienen una visión que apunta al aprovechamiento agrícola.

Hoy a los grupos campesinos e interculturales del occidente les es más fácil ocupar las tierras del oriente, explicó Rocío Picanere, muchas veces pasando por encima de los territorios ancestralmente ocupados y manejados por los pueblos indígenas de tierras bajas.

¿Quiénes invaden los territorios?

“Nosotros hemos dicho, si los indígenas tienen bastante tierra y no producen, entonces nosotros (interculturales) tenemos que producir”, dijo enfáticamente Juan Alfaro, fundador de la Federación de Comunidades Interculturales de Concepción, quien además forma parte de la Federación Nacional de Comunidades Interculturales de la ciudad de La Paz.

Para Alfaro debe priorizarse la siembra de cultivos, la comercialización y el abastecimiento del mercado. “Cuando llegué a Concepción debía viajar a los mercados de Santa Cruz para traerme plátanos, naranjas, papayas, mandarinas, de todo para vender, y eso me daba vergüenza, además ganaba muy poco y no era negocio. Entonces decidimos que teníamos que producir la tierra”, recordó Alfaro.

El municipio de Concepción alberga 58 comunidades de interculturales, algunas de estas tierras se encuentran en proceso de saneamiento, pero otras ya cuentan con títulos de propiedad emitidos por el INRA. Están organizados en cuatro centrales (federaciones), cada una de ellas cuenta con alrededor de 15 comunidades afiliadas. “Los interculturales no hemos venido a Concepción de paseo, hemos venido a transformar el tema socio económico y la sociedad del municipio”, explicó Alfaro.

Cada intercultural cuenta con 50 hectáreas de tierra en las que siembra por temporadas distintos cultivos. Cuando acaba la cosecha de guineo (plátano), siembran el maíz; cuando recolectan el maíz plantan la yuca; y después de recolectar la yuca cultivan el copoazú (fruta originaria de la Amazonia oriental), y así continúan con este ciclo.

Alfaro agregó que solo así, produciendo la tierra, se logrará alcanzar el desarrollo de la Chiquitania, ecoregión donde se encuentra la Comunidad de Zapocó.

El Estudio de Evaluación Ambiental y Social Estratégica del Programa de Saneamiento de Tierras y Catastro Legal del INRA, elaborado por la consultora Samiri ProGea en 2016 a solicitud del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), determinó que hasta el momento, el sector intercultural se ha beneficiado con 4 500 000 hectáreas de tierras, dentro de esta cantidad, cada familia ha recibido 50 hectáreas, dependiendo de la disponibilidad de superficie en las áreas de asentamiento.

Asimismo, este estudio establece que el sistema productivo que emplea el sector intercultural obedecen a una visión “agrarista” de la tierra, que atribuye poco valor al bosque, provocando una acelerada deforestación y la posterior degradación de suelos. La producción responde a las oportunidades y presiones principalmente del mercado nacional, sin embargo también ingresan de forma indirecta al mercado internacional.

El Atlas Socioambiental de las Tierras Bajas y Yungas de Bolivia, elaborado por la Fundación Amigos de la Naturaleza (FAN), establece que los pueblos originarios tienen una visión diferente a la occidental, que la ocupación de los extensos territorios que habitan es total, pero con desplazamientos amplios y permanentes para producir y reproducirse como cultura. Allí desarrollan actividades de cacería, pesca, agricultura de subsistencia y recolección, lo cual significa autoabastecerse con los recursos de su hábitat.

Ayoreos en la comunidad Zapocó. Foto: Mc SB publicada en Flickr, bajo licencia de Creative Commons CC BY-NC-ND 2.0

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Portada: Desmonte de bosques para la habilitación de cultivos en el territorio de la Comunidad Zapocó. Foto: Eduardo Franco Berton.

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