(Mongabay Latam / Marlon Puertas).- El 12 de abril de 2014 fue encontrado un cóndor andino (Vultur gryphus) muerto en los páramos cercanos a la laguna de Sayabambo, en la provincia de Napo, en el Oriente de Ecuador. El ejemplar fue bautizado como Felipe por el primer hombre que acudió en su búsqueda.
Ese cóndor andino fue el primer individuo de esta especie en ser liberado y monitoreado con un rastreador satelital y bandas alares de identificación. Así se pudo ubicar el lugar exacto donde yacía muerto, después de que la señal del rastreador marcara un punto fijo durante algún tiempo. Eso encendió la alarma de quienes monitoreaban su vuelo.
A Felipe lo mató un proyectil. Aunque se iniciaron investigaciones judiciales, no se pudo determinar quién fue el responsable. Es muy complicado si no existen testigos o evidencias que a veces son proporcionadas por los mismos culpables. Eso pasó con un caso emblemático en Ecuador, ocurrido en 2013 en la provincia de Azuay. Un hombre mató un cóndor y orgulloso de su faena subió fotos a las redes sociales posando con el animal.
Gracias a esas imágenes, el hombre fue identificado, detenido, juzgado y condenado a seis meses de prisión, lo que para el fiscal que llevó el caso, Lizardo Martínez, fue una condena menor que lamentaba y que se dio porque el acusado aceptó su culpabilidad.
El Código Integral Penal ecuatoriano contempla hasta tres años de cárcel para quienes maten animales amenazados o en peligro de extinción, según el artículo 247 que sanciona los delitos contra la flora y fauna silvestres.
Esta ave ha sido víctima de un incesante exterminio por parte del hombre. Cazar un cóndor andino en los años 60 y 70 era considerado casi un acto heroico que se resaltaba hasta disecando el animal para luego lucirlo en las grandes haciendas. No existía entonces conciencia alguna para su conservación. Esa vieja costumbre ahora prácticamente ha desaparecido. Y ya nadie se jacta en las redes sociales de haber matado con un disparo a esta imponente ave.
Rey de los Andes
En Ecuador, la primera alerta oficial sobre el estado del cóndor andino por parte de un gobierno se dio en 1991, pero lo único que hizo el Ministerio de Agricultura, encargado en esa época de estos temas, fue declarar al 7 de julio de cada año como el Día Nacional del Cóndor para intentar crear conciencia. No más. En el Libro Rojo de las Aves del Ecuador (Granizo, año 2002) se indicó que está considerado como una especie en Peligro Crítico de Extinción, la alerta máxima, lo que fue registrado en el Apéndice I de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora silvestres (CITES).
Pese a los diagnósticos preocupantes, el tema no era considerado prioritario. Recién en 2009 el gobierno de Rafael Correa decidió hacer oficial, con publicación en el Registro Oficial de las leyes, la Estrategia de Conservación del Cóndor Andino en Ecuador.
La mayor acción concreta de rescate vino desde el sector privado, con los permisos de la oficina de Ambiente. Diversos refugios que recibían cóndores heridos y en malas condiciones decidieron unirse para cuidar a la especie y procurar su reproducción. Allí están el Zoológico de Quito, el Proyecto Cóndor Huasi de la hacienda Zuleta, el Parque Cóndor de Imbabura, el Zoológico San Martín de Baños y el Centro de Rescate de la Hacienda El Ilitío de Cotopaxi. Se contó, además, con la participación de The Peregrine Fund, una organización internacional sin fines de lucro con sede en Estados Unidos dedicada a la conservación de las aves.
Max Araujo, del Zoológico de Guayllabamba, en Quito, recuerda los pasos iniciales en conversación con Mongabay Latam. El primero fue intentar saber cuántos de estos animales volaban en Ecuador, ya que nunca se había impulsado una iniciativa de este tipo. “Solo en libros había relatos antiguos de cientos de cóndores volando por el volcán Antisana”, explica.
En Ecuador se han establecido varias estimaciones poblaciones del cóndor andino. Estas difieren en el alcance geográfico de los conteos así como también en los métodos y muestreos utilizados, lo que no permitía realizar comparaciones de sus resultados. En 2009 y en 2012 se realizaron sendas evaluaciones para intentar determinar su número. El resultado fue de 50-54 individuos en estado silvestre y 18 en cautiverio, según las cifras que presentó el Ministerio de Ambiente.
Un paso fundamental en la estrategia de conservación se dio en 2014. Ese año, por primera vez, se pusieron rastreadores satelitales y bandas alares a once individuos, con el apoyo de The Peregrine Fund, que dotó de los instrumentos. Los resultados fueron inmediatos. Se han podido determinar los lugares por donde vuelan y donde reposan los cóndores, llamados dormideros. Con los rastreadores también se ha podido acudir en rescate de los animales que alteraron su patrón de comportamiento, generando señales de alarma. Finalmente, y con todos los organismos públicos y privados involucrados en la tarea, se realizó en 2015 el primer censo técnico del cóndor andino en Ecuador. Se contaron 93 cóndores y se estimó una población entre 94 y 102 individuos. Esta estimación tiene un porcentaje de confianza del 90 %.
El informe completo del censo de cóndores fue efectuado entre el 29 y 30 de septiembre de 2015, con 163 observadores voluntarios que completaron 840 horas de observación en 70 dormideros ubicados en 11 provincias del país.
La cifra detectada en el censo del cóndor andino en el Ecuador equivale al 0,9 % de la población mundial.
Los especialistas, como Max Araujo, explican que el incremento de la cifra, a diferencia de estimaciones anteriores, se da porque el último censo tuvo los requerimientos técnicos para un trabajo de este tipo. Incluyó, por ejemplo, muchos más voluntarios y personal brindado por el Ministerio de Ambiente para distintas zonas del país, que hicieron el monitoreo durante dos días. Con el censo simultáneo de cóndores en los dormideros se evitó el registro de los individuos más de una vez durante la jornada de censo.
Conservación y liberación
El reto que se han planteado los grupos de conservación del cóndor es sacarlo del grupo de especies en riesgo. Un reto a largo plazo, por cierto. Estas aves no se reproducen fácilmente pues recién a los 10 años de vida comienzan a buscar pareja. Con el detalle de que son monógamas, incluso al extremo de que si quedan solas por alguna circunstancia, no buscan una nueva compañía cuando rebasan los 30 años, a lo que se suma que ponen un huevo cada dos años, según explica Martín Bustamante, director ejecutivo del Zoológico de Quito.
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Portada: Último censo del cóndor andino contó 93 individuos en Ecuador. Foto de la Fundación Galo Plaza
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