No importa si viven en los ríos o suelos amazónicos o en el mar Pacífico, la caza y comercio ilegal las amenaza por igual. Hablamos de las tortugas.

“Las tortugas son reptiles cuya característica principal es la presencia de un exoesqueleto a manera de caparazón que cubre la región superior e inferior. Este caparazón es una modificación ósea relacionada a la columna vertebral y a que su vez a manera de envoltura protege sus órganos internos”, explica a Mongabay Latam la coordinadora de la Iniciativa de Tráfico y Salud de la Vida Silvestre de Wildlife Conservation Society (WCS) en Perú, Yovana Murillo.

Pero ese caparazón que protege los órganos internos de las tortugas no las protege del tráfico ilegal. Según el Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (SERFOR), el comercio de estos animales es un delito cuando su compra y venta no proviene de un centro autorizado por el Estado peruano.

Las tortugas terrestres y de agua dulce

Según información de intervenciones de fauna silvestre del SERFOR sistematizada por WCS en la ‘Guía de reconocimiento. Herramienta para el control del tráfico ilegal de tortugas terrestres y de agua dulce del Perú’ publicada en diciembre del 2016, entre el 2000 y el 2015 se logró incautar 5853 individuos (entre vivos y muertos) pertenecientes a las 14 especies de tortugas terrestres y de agua dulce registradas en 19 regiones del Perú.

La taricaya (Podocnemis unifilis) es la tortuga de agua dulce que registra el mayor número de individuos incautados, con 2172 ejemplares. Esta especie está calificada por Decreto Supremo N° 004-2014-MINAGRI como Vulnerable. Luego figura la tortuga mata mata (Chelus fimbriatus) con 1020 individuos incautados.

Tortuga taricaya. Foto: Walter Wust/WCS.

Entre las tortugas terrestres con mayor número de incautaciones está la motelo de patas amarillas (Chelonoidis denticulata), con 2110 individuos rescatados entre el 2000 y el 2015.

De acuerdo a Yovana Murillo, para la exportación legal una taricaya cuesta US$4, mientras que a nivel nacional el precio va entre US$1 y US$2 en el mercado ilegal. Una tortuga grande como la motelo podría valer hasta US$9 a nivel interno e ilegal. “Para exportación no se tiene conocimiento exacto de las motelo, porque [el precio] varía de acuerdo al país que la solicita. El mercado ilegal es volátil. Se tiene conocimiento del precio de las taricayas porque son las más populares”, dice.

Según Rosa Vento, bióloga de la Iniciativa de Tráfico y Salud de la Vida Silvestre de Wildlife Conservation Society (WCS) en Perú, algunas de las especies de estas tortugas terrestres y de agua dulce están calificadas como amenazadas a nivel internacional.

“Las tortugas que frecuentemente son halladas en las intervenciones son las taricaya y la motelo. Ambas especies se encuentran listadas en el apéndice II de la Convención Internacional sobre el Comercio de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestre – CITES. Esto significa que se trata de taxones cuyo comercio se debe regular adecuadamente y velar para que la presión comercial a la que se ven sometidas no constituya una amenaza para su supervivencia. Asimismo, se trata de especies cuya población a nivel global, en toda su área de distribución natural, han sido categorizadas como Vulnerable (VU) por la Unión Internacional por la conservación de la Naturaleza (UICN)”.

Las causas por las que este tipo de tortugas son tan cotizadas son varias. “A nivel nacional existe una presión muy fuerte por diversas especies de tortugas como la taricaya y la motelo para ser usadas como mascotas, donde frecuentemente se comercializan las crías. Para el caso de las tortugas adultas (de las mismas especies) son comercializadas en mercados ilegales como carne y huevos para consumo. Se debe destacar que aquí no se incluye el uso ancestral de diversas comunidades como parte de su consumo de subsistencia, lo cual es legalmente permitido en nuestro país. También se ha identificado la venta de caparazones de tortugas como adornos o usos decorativos”, dice Yovana Murillo a Mongabay Latam.

Tortuga mata mata. Foto: WCS.

Con relación a las rutas de comercio ilegal de las tortugas terrestres y de agua dulce, Murillo detalla: “Generalmente son extraídas desde las Amazonía, transportadas por rutas fluviales, para luego llegar a puntos de acopio en diversas ciudades como Iquitos, Pucallpa, Yurimaguas. Muchas de ellas son comercializadas en diversos mercados locales y otras continúan las rutas terrestres hasta las ciudades de costa norte, centro y sur”.

Tortugas marinas

Por el lado de las tortugas marinas que se desplazan por la costa del Pacífico peruano hay cinco especies, todas ellas bajo algún grado de amenaza, de acuerdo al Decreto Supremo N° 004-2014-MINAGRI.

Las especies son la tortuga verde (Chelonia mydas), la tortuga cabezona (Platysternon megacephalum), la tortuga laúd (Dermochelys coriacea), las tres en la categoría En Peligro; la tortuga pico de loro (Lepidochelys olivacea) que está en situación Vulnerable; y la tortuga carey (Eretmochelys imbricata), que está En Peligro Crítico.

De estas especies no se encuentran estadísticas de cuántas se han capturado, vivas o muertas, en los últimos años.

De acuerdo a Helbert Anchante, especialista en fauna silvestre marina costera del SERFOR, lo que sí se tiene son estadísticas genéricas de años anteriores en puertos emblemáticos del Perú. “Para comenzar se debe identificar los dos tipos de caza de tortugas que existen. Una es la captura de vigía, que se realiza con embarcaciones equipadas con mallas especiales para capturar tortugas específicamente. Estas se dan cuando la pesca común de otros productos es escasa y se ve a la tortuga como recurso alternativo. Se tiene registro que en la década 1980 en los puertos de San Andrés (región Ica), Chimbote (región Áncash) o Chincha (región Ica) se capturaron entre 12 000 a 15 000 tortugas por año, incluso se señala que el 30 % de los pescadores en toda la costa peruana se dedicaban a la caza de tortugas”, explica a Mongabay Latam.

Por otro lado, agrega Anchante, “está la pesca incidental que sucede cuando las embarcaciones de recursos marinos en general encuentran atrapadas en sus redes a tortugas. No las dejan libres, las matan a golpes y las toman como parte de la pesca común. De acuerdo a información de la sociedad civil, entre el 2005 y 2008 por año se pescaban entre 500 a 600 tortugas marinas en el puerto de San Andrés”.

La información más actualizada proviene del año 2014 y es del Instituto del Mar del Perú (IMARPE), indica Anchante. En ella se señala que en el puerto de Pisco (región Ica) capturaron hasta 1000 tortugas durante el año.

“La razón principal por la que se consumen tortugas marinas es para alimentación. Otra razón secundaria es por tradiciones culturales arraigadas a la población local, que las caza. Por ejemplo, se cree desde hace unos 40 o 50 años que la sopa de tortuga sana enfermedades respiratorias como el asma. Incluso en la ciudad de Chimbote se realizaron cremas para contrarrestar los efectos de la vejez en la piel. La ruta principal de tráfico ilegal de tortugas marinas era de los diferentes puertos que te he señalado hacia Lima en general. No tengo información de exportación, solo a nivel interno”, explica Anchante.

Las tortugas marinas atacadas por pesca incidental. Fotografía: Archivo Mongabay Latam.

De continuar con la depredación de las tortugas marinas se podrían extinguir algunas de estas especies, dice Anchante. “Según la UICN, si se sigue pescando ilegalmente a la tortuga laúd, por ejemplo, en toda la costa del Pacífico sur, su especie podría desaparecer entre unos 20 a 30 años”, manifiesta.

Anchante dice que “el kilo de carne de tortuga en el mercado ilegal fluctúa entre US$4 y US$9, dependiendo del lugar (puerto). No existe mercado legal porque no está permitida su comercialización porque están protegidas”.

¿Por qué es importante protegerlas?

Helbert Anchante señala que conservando la población de tortugas marinas se regula el ciclo natural marino, y así la cantidad diaria de pescado que finalmente consume la población. “Las tortugas son un buen ejemplo para entender qué pasaría si desaparece una especie y cómo afecta al medio ambiente y al ser humano. Veamos el caso de las tortugas marinas, por ejemplo, el de la tortuga laúd que consume medusas. Si esta desaparece, la población de medusas se multiplicaría y esto afectaría la pesca diaria de los pescadores. De esta forma, habría mucho menos pescado para la población porque las medusas regulan el ciclo natural marino. Por eso es bueno proteger a las tortugas marinas y a las demás especies en general”, señala.

Por su parte, Rosa Vento afirma que el comercio ilegal por el lado de las tortugas terrestres y de agua dulce afectaría la reproducción de vegetación en los bosques amazónicos. “Las tortugas adultas generalmente son consumidores primarios, herbívoras que se alimentan de plantas acuáticas básicamente. No obstante en su etapa juvenil son consumidores secundarios, algunas son carnívoras, que se alimentan de renacuajos, pequeños peces o larvas de crustáceos o pequeños invertebrados. Se considera que estas especies tienen un papel en la dispersión de algunas de estas semillas debido a que algunas de estas pasan intactas por el aparato digestivo, se ha observado en algunos de los contenidos estomacales que muchas de las semillas de especies registradas, estaban intactas”.

Además del impacto en el medio ambiente se debe tener en cuenta también el tema de la salud.

“Con los reptiles en general existe un riesgo alto a la salud de las personas por la manipulación de estos y de sus ambientes. Los reptiles son portadores naturales de la bacteria Sallmonella que puede producir diarreas y diversos desordenes digestivos a las personas. El riesgo aumenta para niños menos de 5 años, ancianos mayores de 65 y personas con inmunidad baja”, explica Yovana Murillo.

Un caso grave se dio en Estados Unidos. Entre el 2011 y el 2013 se enfermaron de Salmonella 473 personas por manipulación de tortugas pequeñas. El 70 % fueron niños menores de 10 años, según información de SERFOR, WCS y el Ministerio de Agricultura y Riego del Perú.

¿Qué debe hacer el Estado peruano?

Para Yovana Murillo, el Estado debe trabajar con la población para concientizar sobre los impactos del comercio ilegal de tortugas y cómo este afecta en la vida diaria de las personas.

“El Estado peruano debe fortalecer las acciones de prevención y continuar con el trabajo de educación y comunicación sobre la tenencia ilegal de estas tortugas como mascotas y sobre la venta ilegal de huevos, partes como caparazones y subproductos como la carne. También fortaleciendo las capacidades de control de las autoridades, incluyendo la correcta identificación de las especies decomisadas y aplicación de la ley. Hacer un acompañamiento más cercano, incluyendo aspectos técnicos y científicos, por parte de la Autoridad para el monitoreo de las poblaciones de tortugas bajo manejo por diversas comunidades en la Amazonía”, enfatiza Murillo.

Foto de portada: André Baertschi/WCS.