(Mongabay Latam / Karen de la Torre).- Querétaro, México.- A contraluz, sobre el sendero, se ve la silueta de tres niños que vienen caminando a paso rápido. Han dejado 300 metros atrás la única escuela primaria que hay en el Llano de San Francisco, una localidad del municipio de Pinal de Amoles, uno de los cinco que conforman la Reserva de la Biósfera “Sierra Gorda”, la reserva más biodiversa de México.
Los niños saludan, y en un intercambio de líneas cortas me atrevo a preguntarles sobre sus intenciones profesionales, ellos solo ríen. Nos despedimos. Aún deben caminar cerca de media hora a paso normal para llegar a sus casas.
En el Llano hay también un centro preescolar y una secundaria comunitaria. Si los niños quisieran continuar sus estudios, tendrían que bajar a la cabecera municipal de Pinal de Amoles para estudiar el bachillerato, esto en taxi, de ride o caminando cerca de tres horas por la “vía corta”. No hay asistencia de transporte escolar y, a decir verdad, es de una suerte del diablo encontrar taxi por estos rumbos.
Ojalá hubiera obtenido una respuesta en lugar de risas: aquí no es común convertirse en profesional. Menos común es ver adolescentes en el bachillerato de Pinal de Amoles. En cifras de la Comisión Nacional de Pobreza, el 20 % de la población mayor de quince años del Llano San Francisco es analfabeta y solo el 45 % terminó la primaria.
En su mayoría, en el Llano de San Francisco las mujeres se dedican a labores domésticas —con o sin remuneración económica— y los hombres a la minería, a la extracción artesanal de mercurio.
Arsénico en el cuerpo
El 13 de junio del 2015, la Secretaría de Salud del Estado de Querétaro comunicó haber atendido a 120 personas intoxicadas con arsénico en el Llano de San Francisco, “pacientes que no presentaban riesgo para la vida” —destaca el comunicado—. Aún con los análisis en mano, la Secretaría de Salud estableció de diagnóstico: sospecha de intoxicación crónica por arsénico. “Sospecha”.
Tiempo atrás, antes de llegar a ese diagnóstico, la unidad médica de la comunidad de San Gaspar había atendido paulatinamente a los vecinos del Llano, todos se quejaban de síntomas similares que no cuadraban con las enfermedades que estaban acostumbrados a tratar. Lesiones en la piel: ronchas, manchas, descamaciones y comezón. Infecciones respiratorias agudas, agotamiento, debilidad y pérdida de la fuerza en brazos y piernas.
Tras estos reportes, el 26 de mayo del 2015 la Subdirección de epidemiología localizó ocho casos agudos de intoxicación y trasladó a estas personas al Centro de Salud de Pinal de Amoles para hacerles unas muestras. Conforme a los registros de la Secretaría de Salud la sospechosa intoxicación crónica se encontró en 120 de 172 habitantes, los cincuenta y dos restantes fueron catalogados como asintomáticos. La mayoría de los afectados fueron niños de cinco a catorce años de edad.
Hoy, un año y nueve meses después, me encuentro con un grupo de serranas que niegan los hechos como si se tratara de un mito:
—¡No, no les crea! Aquí nada pasó, nada. Muchos nomás hicieron argüende porque ya no hallan ni qué inventar.
Argüende: así le dicen al escándalo, al chisme. Pregunté a mis interlocutoras si entonces había sido mentira que muchos se intoxicaran con arsénico. Su respuesta fue todo un eslabón:
—Mire ese viejito que viene caminando allá, es el señor José, él lleva toda su vida trabajando en la mina, tiene como ochenta años y está muy sano ¡Pregúntele para que vea!
En México desde 1994 no hay cifras oficiales sobre la producción de mercurio, por lo que no es posible ni determinar el número de minas activas. En 2011, al evaluar los suministros de mercurio en el país, la Comisión para la Cooperación Ambiental publicó el dato de que en el año de 1968 se tenían registrados al menos 1119 proyectos de explotación de mercurio por la Comisión del Fomento Minero. En 2010, con información de la Secretaría de Economía, solo se reportaron 314.
Para hablar sobre el mercurio mexicano los municipios de la Reserva de la Biósfera Sierra Gorda son claves: según los registros del Servicio Geológico Mexicano en la década de 1970 dos de estos —entre ellos Pinal de Amoles—, colocaron a Querétaro como primer productor de mercurio a nivel nacional.
La extracción del cinabrio (sulfuro de mercurio) existe desde antes de la conquista española en el municipio de Pinal de Amoles, la prueba ideal para demostrarlo, de acuerdo con el Servicio Geológico Mexicano, es la existencia de minas de azogue.
Hasta el 2007 el mismo Servicio Geológico Mexicano identificó solo en Pinal de Amoles 11 mineras que se han dedicado por ciertos periodos a la extracción de mercurio como producción primaria, es decir, se han dedicado a extraer mercurio como actividad principal. Esto sin tecnologías novedosas, más bien con métodos artesanales.
Le pregunté al señor José Hernández Aguas su edad, y me pidió que la calculara porque no la sabía, lo que me dijo fue que nació en el año de 1936.
—¿Tiene ochenta y un años?
—Así me dijeron.
—¿Usted no se ha enfermado por la minería?
—Sí me enfermo, pero de otras cosas.
Es mediodía y casi todos los hombres del pueblo están “abajo”, en la mina la Soledad, una minera con potencial geológico de reserva de 9500 toneladas, estimación calculada por el Servicio Geológico Mexicano en el 2006. La Soledad es la minera más importante de extracción de mercurio del municipio de Pinal de Amoles, y es ahora la empresa que da trabajo a casi todos los hombres del Llano de San Francisco.
En el Llano de San Francisco me encontré con las mujeres y con el señor José Hernández Aguas porque se habían reunido para hablar sobre los programas de asistencia social del Gobierno de la República: “Prospera” y “65 y más”, dos programas que, en términos prácticos, ofrecen ayuda en dinero a grupos vulnerables. La reunión estuvo presidida por Natalia Hernández, una joven dotada de autoridad por haber hecho familia con el delegado del Llano de San Francisco.
A simple vista, creí que Natalia era una niña, calculé seis años menos de los que tiene; este año cumplirá 22. Natalia fue una de las intoxicadas por arsénico, pero al igual que las mujeres que nos rodean, le resta importancia:
—Pues es que algunos dijeron que les salieron granos, a mí no me salieron granos, ni nada, solo se me desmayaban las manos y los pies y me caía, no me salieron granos ni nada de eso, a la demás gente sí y se les puso la piel como negra. Pero a mí no.
Aún sin confirmarlo, se cree que la sospechosa intoxicación crónica de arsénico que sufrió la población del Llano tiene que ver con la mina la Soledad, con posibles vertidos de esta en el Cedral, un manantial que tiene ubicación muy cercana a la mina.
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Portada: Horno de mercurio en el traspatio de una casa del Llano. Foto: Karen de la Torre.
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