(Mongabay Latam / Wilder Pérez R.).- La Reserva de Biosfera del Sureste de Nicaragua es más extensa que países como Catar o Jamaica, alberga 526 especies de aves —más que las que reúnen las 50 naciones de Europa juntas— y es por excelencia el reino del jaguar (Panthera onca), aunque las que imperan hoy son las vacas.

Esta contradicción es el resultado de casi 50 años de depredación humana en una zona tan exuberante, que a pesar de la presión agropecuaria a la que es sometida, alberga el equivalente al 10 % de las especies del planeta, según datos del Ministerio del Ambiente y Los Recursos Naturales (Marena).

En un viaje de Mongabay Latam a la zona, se pudo observar el conflicto que existe entre el bosque y el hombre. Las selvas que antes llegaban hasta el borde de la carretera que une el Pacífico con el sureste de Nicaragua, hoy no están, y en las áreas menos pobladas lo que se encuentran son fincas de ganado.

En Nicaragua los productores ganaderos destinan una manzana de tierra por cada vaca, lo que se traduce en la desaparición de miles de bosques dentro de las reservas naturales. Foto: Wilder Pérez R.

A pesar de que la zona goza ahora de mejor infraestructura, viajar en autobús todavía es un reto. Para aprovechar el día hay que salir a media madrugada rumbo a Nueva Guinea, municipio ubicado dentro de la reserva, tomando en cuenta que el viaje puede tomar entre seis y ocho horas, pese al excelente estado de la carretera. Uno tiene que negociar con los transportistas para que estén a tiempo en un punto a 200 kilómetros de Managua, y ahí tomar un autobús que sí vaya al destino.

La reserva se extiende a lo largo de 13 923 kilómetros cuadrados, de los cuales la mitad, el 52 %, son considerados zona de amortiguamiento. Solo en ese espacio se aceptan las actividades humanas controladas con un desarrollo de bajo impacto; el otro 28 % es la llamada zona de transición, con regulaciones más estrictas; y el 20 % restante es la zona núcleo, donde no se permite el cambio de uso de suelo y que por ahora es la menos afectada por el desarrollo ganadero local.

Pese a que la ganadería es uno de los principales rubros de la economía de Nicaragua, su nivele de producción no se caracteriza por ser óptimo. Foto: Wilder Pérez R.

Siete áreas protegidas conforman la gran reserva

Se trata en realidad de la suma de siete áreas protegidas: el Monumento Histórico “Fortaleza La Inmaculada Concepción”, el Monumento Nacional “Archipiélago de Solentiname”, los Refugios de Vida Silvestre “Río San Juan de Nicaragua” y “Los Guatuzos”, la Reserva Biológica “Indio Maíz” y las Reservas Naturales “Cerro Silva y “Punta Gorda”.

Las siete áreas protegidas que componen la reserva de biosfera nicaragüense incluyen selvas tropicales impenetrables, zonas costeras en el mar Caribe, el río más caudaloso del país (San Juan de Nicaragua), e islas al sur del Gran Lago de Nicaragua o Cocibolca.

La exuberancia ahora se observa principalmente en las zonas núcleo de cada área protegida que conforman la gran reserva, no porque realmente estén resguardadas, sino por el difícil acceso. A la mayoría de ellas es más fácil acceder tomando una avioneta y luego pagando una lancha privada. Las áreas de más fácil acceso requieren transporte propio, una moto es ideal, porque atravesar los ríos y zonas pedregosas siempre resulta más complicado.

Monumento Nacional “Archipiélago de Solentiname”, parte de la Reserva de Biosfera del Sureste. Foto: Wikipedia.

Dentro de las zonas núcleo de la Reserva de Biosfera del Sureste de Nicaragua la vida es diferente, sobran las plantas y la presencia humana es escasa, el tiempo parece congelado entre la quietud de las hojas y el canto infinito de las cigarras, hay más orquídeas en los árboles de las que se pueden contar, y menos fauna visible de la que uno espera.

Además del jaguar, en la Reserva de Biosfera del Sureste de Nicaragua habitan especies como el jabalí o chancho de monte (Tayassu pecari), el tigrillo u ocelote (Leopardus pardalis), el cocodrilo (Crocodylus Acutus), el oso perezoso de tres dedos (Barypus variegatus), el oso hormiguero (Myrmecophaga tridactyla), la guacamaya verde (Ara ambiguus), la lapa roja (Ara macao), el manatí (Trichechus manatus), entre otras.

En las últimas dos décadas algunas de las poblaciones de especies amenazadas se han reducido. Existen grandes mamíferos que hoy solo pueden ser observados con cámaras trampa, mecanismo al que recurrió la bióloga Sandra H. Potosme entre los años 2010 y 2014, cuando investigó la presencia del jaguar en el Corredor Biológico del Caribe. Por el contrario, la cantidad de cabezas de ganado supera los 1.1 millones en el municipio de Nueva Guinea, según datos del más reciente Censo Nacional Agropecuario (2011).

Nueva Guinea, asentado en la Región Autónoma Caribe Sur (RACS), a 282 kilómetros de Managua, se encuentra en el área de amortiguamiento de la reserva del sureste nicaragüense, por su ubicación, el municipio es utilizado como ruta del ganado hacia la zona núcleo.

En 1992 la entonces presidenta Violeta Barrios de Chamorro declaró el sureste de Nicaragua “territorio de desarrollo sostenible”, en un intento de frenar la expansión de la ganadería extensiva y promover el manejo forestal, pero no funcionó. En 2003, luego de un trabajo de varios años, el Gobierno de Enrique Bolaños logró que la zona fuera reconocida como Reserva de Biosfera, luego de que el Marena diseñó una estrategia de manejo sostenible.

El peso económico de la ganadería

Las estadísticas del Centro de Trámite de las Exportaciones (Cetrex) confirman que la producción pecuaria en el país, lejos de ser controlada, goza de gran dinamismo. La carne de bovino fue el principal producto de exportación de Nicaragua en el pasado mes de enero, con más de 43.9 millones de dólares en ventas.

De hecho, cinco de los 15 productos más exportados por Nicaragua en enero de 2017 pertenecían a la actividad pecuaria, mientras que ninguno de la producción forestal aparece en los primeros 30.

Los cuatro productos pecuarios restantes son el queso (10.2 millones de dólares), la leche (4.6 millones de dólares), los despojos comestibles y vísceras de bovinos (2.3 millones de dólares), y el ganado bovino en pie (2.1 millones de dólares).

Si se suman todos los productos de la madera vendidos en enero pasado, desde piezas en rollo hasta muebles, el sector vendió 1.4 millones de dólares, lo que demuestra cómo la actividad ganadera se ha desarrollado más que la forestal en Nicaragua, pese a los intentos legales por conservar la vocación de los suelos de este país, incluyendo los del sureste.

La producción de ganado es un negocio estable en Nicaragua, lo que produce presión en las zonas boscosas del sureste del país. Foto: Wilder Pérez R.

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Portada: A pesar del fuerte impacto de la ganadería en los bosques, la Reserva de Biosfera del Sureste de Nicaragua es la zona con más actividad ganadera del país. Foto de Wilder Pérez R.

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