(Mongabay Latam / Sebastián Balcazar & Yasna Mussa).- La imagen de un país quemándose, del humo infinito, de zonas arrasadas por el fuego y restos incinerados de vegetación es lo que ha marcado el verano chileno. Más de un mes de postales incesantes que giran en torno a las más 597 000 hectáreas consumidas por incendios que aún no se sabe cómo, por qué ni por quién comenzaron. Un asunto recurrente que cada año se instala como un récord insuperable, pero que logra superarse a sí mismo con creces sin que se anuncien avances en políticas públicas o se destinen fondos suficientes para prevenir, fiscalizar y proteger la biodiversidad y las especies nativas de la flora y fauna nacional.

El último recuento entregado por la Corporación Nacional Forestal (CONAF) y la Oficina Nacional de Emergencias (Onemi) ─al 12 de febrero─ registra 6 incendios forestales en combate y 50 controlados. Ha sido un mes de arduas tareas de rescate y trabajo técnico que convocaron a un contingente nacional e internacional en lo que se ha denominado como el mayor incendio en la historia del país.

Toma satelital del mega incendio forestal. Créditos: NASA.

El espacio afectado corresponde a las regiones Metropolitana, O’Higgins, Maule y Biobío, e incluye zonas sensibles en términos de biodiversidad y áreas protegidas. El gobierno de la presidenta Michelle Bachelet impulsó la creación de un Comité Nacional de Restauración Ecológica para evaluar el nivel del daño causado y así conocer el estado de los bosques y de la vegetación esclerófila, hábitat de especies de flora y fauna nativa, para luego proceder a la restauración ecológica de estos territorios, tanto dentro como fuera de las áreas protegidas.

Reservas en peligro

Según un primer catastro, las áreas protegidas más amenazadas por los incendios en la zona centro sur del país incluyen la Reserva Nacional Los Cobres de Loncha, los alrededores del Santuario de la Naturaleza Los Predios San Francisco de Lagunilla y Quillayal. Otro foco de incendio se registró a 7 kilómetros del Santuario San Juan de Piche y algunas áreas protegidas del sector Altos de Cantillana. Todas en la Región Metropolitana. También se reportaron amenazas en las cercanías de la Reserva Nacional “Laguna Torca” y en el Santuario de la Naturaleza “Cajón del Río Achibueno”, ambas en la región del Maule y, por último, en Nonguén, Región del Bio-Bio.

La reserva Nacional Los Ruiles en la región del Maule ha sido uno de los sectores más afectados en materia de pérdida de biodiversidad, donde se quemaron unas 12 hectáreas de una zona vital para la preservación del Ruil, especie nativa emblemática y en peligro de extinción.

La localidad de Santa Olga, ubicada en la comuna de Constitución (región de Maule), fue totalmente destruida. Mil casas desaparecieron en pocas horas. Créditos: Nuevo Diario.

Según el balance de daños entregado por el Ministerio del Medio Ambiente, encabezado por Pablo Badenier, la afectación comprende un total de 597 242 hectáreas. El 55 % corresponde a terreno silvícola; cerca de un 36 % a praderas, matorrales y bosques; y un 9 % a terrenos agrícolas.

Para la bióloga y doctora en Zoología de la Universidad de Liverpool, María Isabel Manzur, “la necesidad de una norma sobre la conservación y el uso sustentable de la biodiversidad es imperiosa y urgente. Primero que todo, porque ratificamos el Convenio sobre Diversidad Biológica en 1995 ─suscrito en 1992 junto a la comunidad global que no ha sido ratificado por Estados Unidos─ y ya van más de 20 años que no hemos establecido una norma nacional que conserve nuestra diversidad biológica. Segundo porque la diversidad biológica de Chile es única en el mundo”.

Zona central: un “punto caliente” de la biodiversidad

Manzur, quien además trabajó como coordinadora del programa de biodiversidad del Comité Nacional Pro Defensa de la Flora y Fauna (CODEFF), subraya que aunque la biodiversidad no es muy grande en términos de número de especies, sino más bien modesta, las que existen son únicas en el mundo.

“Chile funciona como una isla ecológica. Estamos separados del continente por mar, cordillera y un gran desierto en el norte. Eso significa que gran parte de nuestras especies son nativas o endémicas de Chile. Por ejemplo, Chile continental tiene 5105 especies de plantas vasculares. De ellas, el 88,5 % tiene su origen en el país, de las cuales 45,8 % son endémicas, es decir, sólo presentes en Chile, y 42,7 % son originarias de Chile y otros países”, afirma con preocupación la doctora Manzur.

La especialista se refiere a los llamados “puntos calientes” o hotspots de biodiversidad: áreas con prioridad de conservación definidas en regiones que concentran un mínimo de 1500 especies de plantas vasculares endémicas, una alta proporción de vertebrados endémicos y donde el hábitat natural ha sido fuertemente impactado por acciones humanas.

Existen 34 “puntos calientes” en todo el planeta y la zona central chilena está incluida en uno de ellos. El bosque esclerófilo y los matorrales típicos del clima mediterráneo configuran un área rica en formas de vida junto con sectores del Norte Chico y el bosque valdiviano.

Fauna silvestre: las víctimas silenciosas

La fuerza destructiva del incendio ha dañado profundamente la fauna silvestre de la zona centro sur del país. Si bien aún no existe un catastro oficial de las especies y ejemplares afectados por la emergencia, las proyecciones no son muy alentadoras respecto a la recuperación de los ecosistemas golpeados considerablemente por el fuego.


Chingue (Conepatus chinga) intoxicado por inhalar humo. Lamentablemente falleció al día siguiente. Foto: UFAS – Unidad de Rehabilitación de Fauna Silvestre Buin Zoo.


Cachorro de guiña de aproximadamente 3 meses llegó con quemaduras en sus miembros anteriores y posteriores. Foto: UFAS – Unidad de Rehabilitación de Fauna Silvestre Buin Zoo.

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Portada: Aguilucho juvenil (Geranoaetus polyosoma) seriamente afectado por las cenizas, pero que afortunadamente no presentaba quemaduras. Foto: UFAS – Unidad de Rehabilitación de Fauna Silvestre Buin Zoo.

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