(Mongabay Latam / María Margarita Fontecha).- “Hemos encontrado evidencia que desde 1820 ya había uso de mercurio en la minería. Fue una mina en el sur de Bolívar que empezó con este proceso aquí en Colombia”, cuenta José Luis Marrugo oegrete, investigador de la Universidad de Córdoba y director del Grupo de Aguas, Química Aplicada y Ambiental.
El uso del mercurio en la minería informal a pequeña escala se ha popularizado en el país producto del incremento en el precio del oro y la facilidad para conseguirlo y usarlo en el amalgamado. Este proceso suele añadir mercurio a todo el mineral durante la trituración, molienda y lavado. En muchos casos solo el 10 % del mercurio agregado a un barril o a una batea, cuando la amalgamación es manual, se combina con el oro para producir la amalgama. El resto, es decir, el 90 % sobrante, que debería retirarse y reciclarse, se libera simplemente al medio ambiente.
Y ahí empiezan otros problemas. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) el mercurio cambia su composición química al contacto con las bacterias del ambiente y se convierte en metilmercurio, el cual es la forma más tóxica de este metal y es fácilmente absorbido por los peces. De ahí, que una de las principales fuentes de intoxicación sea la dieta. La incidencia del mercurio ha sido tanta que incluso un grupo de música colombiano Choquibtown en una de sus canciones dice: “Yo no me como ese pescao así sea del Chocó. Ese pescao envenenao, ese no lo como yo”.
Otras regiones de Colombia enfrentan retos similares. Ayapel y La Mojana son dos depresiones ubicadas en la región Caribe que albergan ecosistemas acuáticos, los cuales son propensos a almacenar el mercurio disuelto en el agua. José Luis Marrugo realizó una investigación para determinar el impacto del consumo de peces en la población de Ayapel entre 2004 y 2005 y encontró que las concentraciones más altas del metal se dieron durante la época de sequía, debido a que había menos agua disponible. Si se tiene en cuenta escenarios de cambio climático y posibles sequías, es posible afirmar que el riesgo de contaminación aumentaría en estas zonas.
Según el último Estudio Nacional de Agua publicado en 2014, 200 toneladas de mercurio son vertidas a los ríos y suelos en Colombia anualmente. Esto ha llevado a que el país se convierta en la nación con más contaminación por mercurio en América. Pero, mientras haya mercado y precios altos la producción de oro seguirá. Según cifras del Banco Mundial, en octubre de 2012 el precio de la onza de oro alcanzó el precio de 1746.58 dólares.
Colombia tiene un robusto marco legal sobre el tema de minería y, de hecho, el Gobierno del Presidente Santos ha hecho desde el 2010 de este un tema fundamental para el país. Sin embargo, el tema de intoxicación por mercurio y las consecuencias que el país afronta en regiones como Antioquia, Caldas, Chocó, Córdoba dan cuenta de la dificultad de encaminar este tema en el marco de una minería responsable, que sanciona a quien contamina.
Han pasado tres días sin llover en Río Quito. Uno de los pobladores de la región que ha recibido amenazas de grupos al margen de la ley nos concede una entrevista, pero nos pide mantener en reserva su identidad. Acaba de llegar a Quibdó, capital de Chocó, y luego de varios intentos hemos logrado comunicarnos con él. Se escucha lejos su voz. Habla despacio y la comunicación se pierde. Después de varios intentos empieza la conversación y nos deja saber que la minería arrasó con el río que alimentaba a 9000 personas. “No hay más alternativa que el oro. Ya no se puede hacer pesca o agricultura”.
Según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), la Subcuenca del Río Quito, de la cuenca Atrato-Darién que se ubica a 30 kilómetros de Quibdó, alberga el pueblo más pobre del país. Sus tres corregimientos, Villa Conto, San Isidro y Paimadó, registran un 98 % de necesidades básicas insatisfechas.
Según nuestro informante, el 90 % de los habitantes de Río Quito están intoxicados por mercurio y cuenta que no hay servicio de salud y que salir de Chocó, hasta Medellín (Antioquia), donde la gente podría tratar las enfermedades causadas por el metal, cuesta cerca de 700 000 pesos o 225 dólares. Cantidades que la mayor parte de la población no tiene. “Necesitamos otras alternativas a la minería. Necesitamos que el Estado haga algo y nos ayude”, afirma. Su voz es un susurro en medio del sistema de explotación ilegal de oro con maquinaria pesada que se da en la región, como lo denunció la Defensoría del Pueblo el año pasado.
Chocó, un caso más
De acuerdo con un informe presentado por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) y el gobierno de Colombia en junio de este año, la pérdida total de coberturas de alto valor ambiental asociada a las actividades de explotación aluvial de oro fue de 24 450 hectáreas en el 2014, es decir, que entre 2001 y 2014, el país perdió aproximadamente 2038 hectáreas de cobertura boscosa por cuenta de esta actividad. Chocó, uno de los hotspots de biodiversidad mundial, concentró el 77 % de esta pérdida, particularmente en los territorios que tienen un manejo especial por parte de las comunidades afrodescendientes conocidos como consejos comunitarios. Estos fueron el consejo comunitario Mayor del Medio Atrato Acia, Mayor del municipio Condoto e Iró, Istmina y parte del medio San Juan, Mayor del Cantón San Pablo (ACISANP), Acadesán y Mayor de Nóvita.
Lee aquí el artículo completo[Portada: El mercurio sigue siendo utilizado en gran medida en la actividad de la pequeña minería en Colombia, a pesar de los daños causados a a la salud de las poblaciones y al medio ambiente. Foto: Cortesía Codechocó ]
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