(Mongabay Latam / Justin Catanoso).- La sorprendente elección de Donald Trump como el próximo presidente de Estados Unidos ha dejado a los delegados que asisten a la 22º Cumbre Climática de las Naciones Unidas en Marrakech, Marruecos, horrorizados y estremecidos, y con actitudes que van de desafío a un deseo de optimismo.
Para atraer económicamente la naturaleza empresarial del presidente electo, Christiana Figueres, antigua secretaria ejecutiva de recientes cumbres climáticas de la ONU, dijo: “Más allá de la política nacional, la modernización del sistema energético y de la infraestructura básica es buena para la economía de EE.UU, para los trabajos, para el crecimiento”.
Michael Brune, director ejecutivo de The Sierra Club, no se mordió la lengua: “Donald Trump cuenta con la desfavorecedora distinción de ser el único cabeza de estado del mundo que rechaza el consenso científico que dice que la humanidad está causando el cambio climático. Pase lo que pase, Trump no podrá cambiar el hecho de que la energía eólica y la solar son cada vez más económicas y accesibles que los sucios combustibles fósiles”.
No se puede culpar a los delegados por sentirse preocupados y consternados. Barack Obama ha sido el primer presidente de Estados Unidos que ha hecho que las políticas para el cambio climático sean una pieza central de su legado. Su secretario de estado, John Kerry, tuvo un papel determinante en el impulso del Acuerdo de París en diciembre del año pasado.
La candidata presidencial del partido democrático, Hillary Clinton, había prometido que seguiría trabajando sobre el legado de Obama. Sin embargo, el que ocupe la Casa Blanca en enero será Trump, quien, como indicó Brune, ha definido la ciencia climática como “un engaño” y ha prometido “cancelar” cualquier compromiso que realizara su predecesor en el Acuerdo de París.
No hay salida rápida
No le será fácil mantener su promesa. Los líderes de más de 75 países que representan el 60 por ciento de las emisiones globales de carbono ratificaron el Acuerdo de París en solo 10 meses (eran necesarios 55 países y un 55 por ciento de las emisiones) y le dieron la fuerza de ley internacional el 4 de noviembre.
Los 195 países en el Acuerdo están ahora obligados a cumplir sus compromisos voluntarios para reducir las emisiones de carbono y respetar todas las disposiciones del acuerdo durante tres años antes de poder retirarse. Los funcionarios de la ONU afirman que retirarse del acuerdo llevaría un año más después de esos tres, lo cual representa todo un periodo electoral.
“El Acuerdo de París fue firmado y ratificado no por un presidente, sino por Estados Unidos”, dijo Carroll Muffett, presidente del Centro de Derecho Ambiental Internacional. “A favor de la ley internacional, y de la supervivencia humana, los países del mundo pueden, deben hacer y harán que Estados Unidos cumpla con sus compromisos climáticos”.
Hilda Heine es presidenta de la República de las Islas Marshall, una nación cuya existencia se ve amenazada por el aumento del nivel del mar. Ella quiso recordar a Trump cuáles serán sus responsabilidades globales compartidas.
“Trump ha sido una fuente de fanfarronadas sobre el cambio climático durante el último año”, dijo, “pero ahora que la… realidad de su liderazgo se ha asentado, espero que se dé cuenta de que el cambio climático es una amenaza para su pueblo y para los países que comparten mar con Estados Unidos, entre ellos el mío”.
Tina Johnson, directora de políticas de US Climate Action Network (red de organizaciones centradas en el cambio climático) parece querer llamar la atención de la naturaleza competitiva de Trump:
“Ha tenido la oportunidad de catalizar más acciones climáticas que envíen una señal clara a los inversores para que continúen con la transición hacia una economía impulsada por las energías renovables. China, India y otros competidores económicos se apresuran por ser el superpoder de la energía limpia, y Estados Unidos no querrá quedarse atrás”.
Los objetivos en Marrakech
El objetivo del Acuerdo de París es avanzar rápidamente hacia una economía sin carbono para ralentizar el calentamiento global y evitar que las temperaturas globales aumenten otro medio grado Celsius para 2100. Los delegados en Marrakech trabajan en el desarrollo del “manual operativo” para conseguir una variedad de objetivos ambiciosos. Una cooperación enérgica de Estados Unidos, el segundo mayor emisor de gases de efecto invernadero después de China, se considera crucial.
La Tierra ha vivido el año más cálido registrado más de doce años consecutivos. La temperatura media global ha aumentado 1 grado Celsius (1,8 Fahrenheit) desde 1900, lo cual ha resultado en el deshielo de los casquetes polares, el aumento del nivel del mar, la muerte de los corales, sequías permanentes y tormentas de una ferocidad sin precedentes.
“Desde la infraestructura a la ayuda internacional, cada decisión del próximo presidente debería tomarse con la lente de una acción climática firme”, afirmó May Boeve, directora ejecutiva de 350.org, ONG de acción climática. “No basta con admitir que el cambio climático es real. Necesitamos un presidente que acelere drásticamente la transición de los combustibles fósiles a un 100 % de energía renovable para todos”.
[Traducido por María Ángeles Salazar Rustarazo]
[Portada: Los restos de un mitin de Trump en Cedar Rapids, Iowa. Foto de Max Goldberg con licencia Creative Commons Atribución 2.0 Licencia genérica]
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