(Mongabay Latam / Claire Salisbury).- Desde que hay gente que vive en la Amazonía, las tortugas han estado siempre en el menú. Pero lo que había sido una caza para la subsistencia, que tenía poco impacto, aumentó de manera radical con la llegada de los europeos. A partir de 1700, la demanda de huevos y carne de tortuga se disparó. Y los huevos no solo eran para comer: se calcula que más de 200 millones de huevos fueron recolectados tanto para consumo como para combustible, y se han utilizado en lámparas en toda Europa por dos siglos. 

Dicha sobreexplotación llevó a una disminución tan dramática de la población que el Gobierno brasileño tuvo que intervenir con el tiempo y lanzó el ambicioso Programa de Conservación de Tortugas del Río Amazonas en 1979: una iniciativa en curso que, hasta el momento, ha protegido 70 millones de crías de tortugas en la Amazonía brasileña, con la intención de conservar especies vulnerables.

Pero, si bien el programa continúa trabajando por un futuro sostenible para la población de tortugas (y para la gente que aún considera a los quelonios una fuente importante de proteínas), tres amenazas más recientes acechan a las especies amazónicas de tortugas: el tráfico ilegal de vida silvestre, la construcción masiva de represas hidroeléctricas y la contaminación de mercurio.

Tortugas en peligro

La Amazonía brasileña alberga 17 especies de tortugas, que ocupan nichos ecológicos importantes en los hábitats de agua dulce: desde canales de ríos principales hasta bosques de várzea y lagos.

La especie más grande de tortuga de agua dulce neotropical, la tortuga arraú (Podocnemis expansa), está también entre los principales esfuerzos de conservación de quelonios. Con un peso de hasta 65 kg (143 lb), la P. expansa es una especie de tortuga cuello de serpiente, es decir, que retrae el cuello de forma horizontal en lugar de vertical, como lo hacen otras especies. Tiene un caparazón grande y abovedado, adaptado para nadar en la corriente de los ríos, pero también habita en lagos y en bosques de várzea durante la temporada de lluvias. Cuando llega el momento de poner huevos, las tortugas se trasladan en masa a las playas de anidación. Una investigación reciente descubrió que la especie utiliza distintas vocalizaciones comunicarse durante ese periodo, que incluyen la comunicación entre madre y cría antes y después del nacimiento.


Tortugas arraú se trasladan en masa hacia las playas de anidación en orillas de ríos y en bancos de arena. Esta conducta las hace especialmente vulnerables a la caza de carne y de huevos de tortuga. Foto cortesía: Camila Ferrara

Lamentablemente para la P. expansa, su longevidad y la madurez reproductiva tardía, junto con la conducta predecible de la especie para anidar en masa en bancos de arena y playas, la hacen especialmente vulnerable a las presiones de la caza y de la recolección de huevos.

Los recuentos históricos relatan que el río Madeira, en la Amazonía, solía quedar tan congestionado de tortugas en la época de anidación que hacía imposible la navegación en botes, mientras que muchos miles más cubrían las playas del río hasta donde llegaba la vista. Esas historias de tortugas parecen increíbles ahora: la tortuga arraú fue clasificada como En peligro de extinción por la UICN en la década del 80, aunque se ha recuperado un poco gracias a esfuerzos de conservación constantes.

En la actualidad, las amenazas principales para las tortugas amazónicas son “las represas y las personas que las recogen para venderlas en las grandes ciudades”, según informó Richard Vogt, del Instituto Nacional de Investigaciones de la Amazonía (INPA, por sus siglas en portugués) a Mongabay. Camila Ferrara, de Wildlife Conservation Society Brasil, cita “el consumo sin control de huevos y de carne” como la mayor amenaza, aunque está prohibido por ley, excepto que lo autorice IBAMA, el organismo medioambiental de Brasil.

Una cría de tortuga sale de su huevo. Una investigación reciente descubrió que madre y cría utilizan vocalizaciones para comunicarse, aun antes del nacimiento. Foto cortesía: Camila Ferrara

Ferrara sostiene que estas presiones inmediatas existen dentro de un contexto más amplio de deforestación, aumento de actividad agrícola y cambio climático. “Ya sabemos que las represas y el calentamiento global son amenazas, pero aún no conocemos todas las consecuencias”, afirma.

De la sobreexplotación a la conservación

El Programa de Conservación de Tortugas del Río Amazonas ha sido un éxito en la conservación de quelonios por casi cuarenta años. En la actualidad, los objetivos principales de preservación son la tortuga arraú, junto con varias especies relacionadas dentro de su familia biológica, que incluyen la tortuga de río de pintas amarillas (P. unifilis) y la tortuga de río amazónica (P. sextuberculata).

Wildlife Conservation Society (WCS) también trabaja con estas mismas especies, además de la tortuga cabeza roja del Amazonas (P. erythrocephala) y la tortuga cabezona amazónica (Peltocephalus dumerilianus). WCS trabaja en áreas protegidas en los ríos Purus y Negro, donde su objetivo es reducir la sobreexplotación al encontrar modos de que tortugas y personas puedan convivir, según comenta Ferrara. Los programas participativos lanzados en comunidades a lo largo del río Negro (donde los locales participan en la protección de nidos y en el control de las poblaciones) parecen ser una opción prometedora.

El alcance geográfico del Programa de Conservación de Tortugas del Río Amazonas es mucho más extenso. Tiene por objetivo cientos de zonas de reproducción a lo largo de las cuencas de los ríos Tocantins/Araguaia y del río Amazonas.

“El programa intenta proteger algunas de las principales zonas de anidación [de las especies objetivo] durante el periodo de reproducción —explicó Roberto Lacava, coordinador del programa en IBAMA, a Mongabay. A lo largo de la historia del proyecto se han protegido los nidos de unas 800 000 hembras—. En los últimos años, liberamos entre 2,5 y 3 millones de crías [por año]”, informó. La mayoría de las crías son producidas y liberadas en las playas protegidas, aunque, en algunos casos especiales, se reubican los nidos para proteger mejor a los huevos hasta que eclosionen.

Un equipo de control del Programa de Conservación de Tortugas del Río Amazonas, una iniciativa del organismo medioambiental de Brasil, IBAMA, que ha operado por alrededor de cuarenta años. Foto cortesía: Roberto Lacava

El equipo del Programa de Conservación de Tortugas del Río Amazonas captura y mide tortugas como parte de un proyecto de control a largo plazo. Foto cortesía: Roberto Lacava

Aunque la cantidad de animales liberados puede parecer una cifra impactante, Vogt —quien ha estado estudiando las tortugas en la Amazonía por más de 25 años y es asesor del Programa de Conservación de Tortugas del Río Amazonas— pone estas cifras en contexto: “Estas no son cifras altas si consideramos el tamaño de la cuenca del Amazonas —explicó— “Además, la tasa de supervivencia es baja, [por lo tanto] solo una pequeña parte de estas [crías de tortuga] llegan a ser adultas”.

“Haber liberado algunas crías en determinadas áreas ha sido beneficioso, y la población de adultos ha estado aumentando”. De hecho, los resultados han sido tan buenos que la tortuga arraú ya no se considera En peligro de extinción, sino que ahora está clasificada como de bajo riesgo, pero sujeta a actividades de conservación. “Solo utilizamos el método “headstarting” [protección de los nidos y liberación de las crías] con las crías en algunas zonas, donde la población está en peligro —reveló Lacava—. No consideramos necesario continuar liberando tortugas en la mayoría de las áreas”.

En la actualidad, el Programa de Conservación de Tortugas del Río Amazonas se concentra en regiones donde la situación de la tortugas no ha mejorado o está empeorando. En esas zonas “la población adulta continúa disminuyendo por la amenaza continua de la caza furtiva”, según explicó Vogt. Este es un problema que persiste debido a que la ley no se cumple. “Nada detendrá a los cazadores furtivos: los detienen y los liberan, y nunca pagan multas”, se lamenta.

Una hembra cava un nido donde podrá colocar más de cien huevos. El Programa de Conservación de Tortugas del Río Amazonas controla y protege las playas de anidación para ayudar a asegurar la supervivencia de las crías. Foto cortesía: Luiz Baptista

Larissa Schneider, de la Universidad Nacional de Australia, ha estudiado las tortugas amazónicas por más de una década. Ella también considera que la caza furtiva es un problema grave. “La mayor amenaza que aún afecta a las tortugas amazónicas es el mercado negro y el contrabando descontrolado de tortugas. El Gobierno brasileño no ha sido efectivo a la hora de restringir esta actividad”, declaró Schneider. El contrabando de vida silvestre es el tercer tipo de tráfico ilegal más grande de Brasil, detrás de las drogas y las armas, y representa miles de millones de dólares anuales en tráfico ilegal, según afirma ella.

A pesar de estos desafíos continuos, Lacava considera que los esfuerzos de conservación de Brasil han sido un éxito. “Aunque —agrega— queda mucho camino por recorrer”.

Las represas y las tortugas no se mezclan

Combatir la sobreexplotación es solo una parte del desafío de la conservación de tortugas. Con cientos de represas hidroeléctricas terminadas y en funcionamiento, en construcción o planificadas a lo largo y ancho de la Amazonía, numerosas especies acuáticas y terrestres sufrirán la pérdida o degradación de sus hábitats.

Las represas alteran los ciclos anuales de inundación, que inundan las tierras bajas de los bosques de la Amazonía. Los depósitos inundan constantemente áreas extensas, y se impide el movimiento de las especies. Incluso algunas especies están en peligro de extinción por esta causa.

Para las tortugas, el impacto más evidente de las represas es la alteración de las rutas migratorias y la pérdida de playas de anidación debido a que los depósitos se llenan de agua y la corriente de los ríos se altera durante el curso.

La cabeza de una tortuga cubierta de arena después de la excavación del nido. Las tortugas amazónicas están en peligro debido a la caza furtiva, las represas hidroeléctricas a lo largo y ancho de la Amazonía y la contaminación de mercurio por la minería del oro. Foto cortesía: Roberto Lacava

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[Portada: La tortuga arraú (Podocnemis expansa) es la especie más grande de tortuga de agua dulce neotropical y se encuentra en toda la cuenca del Amazonas. Después de años de sobreexplotación, esta especie se está recuperando gracias a las iniciativas de conservación. Foto cortesía: Camila Ferrara ]

[Traducción: Natalia Steckel]

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