[Mongabay Latam / Eliana Garzón].- En noviembre de 2005, durante la COP11 en Montreal (Canadá), Costa Rica y Papúa Nueva Guinea pusieron sobre la mesa el tema de la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero por deforestación en países en desarrollo, y la posibilidad de ofrecer estímulos positivos por la protección de los recursos forestales y su uso sostenible.
Posteriormente, en 2008 durante la COP14, se pusieron en consideración metodologías que servirían de insumo para la creación de la iniciativa REDD+ (Reducción de las Emisiones de la Deforestación y Degradación). Sin embargo fue en 2009 cuando los países empezaron a utilizar este mecanismo como estrategia nacional para la mitigación del cambio climático.
Ese mismo año, Colombia comenzó a trabajar en la Estrategia Nacional de Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación Forestal (ENREDD+). Algunas comunidades étnicas y culturales no estuvieron de acuerdo en participar en el proceso, temían perder soberanía en su territorio, pero hubo una organización indígena que prefirió “ajustar esta iniciativa a nuestra propia vida sin perder la autonomía”, tal y como lo mencionó Mateo Estrada Córdoba, Coordinador de Territorio y Medio Ambiente de la Organización Nacional de los Pueblos Indígenas de la Amazonía Colombiana (OPIAC) y quien es miembro del pueblo Siriano del Vaupés.
Fue así como la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA) decidió unirse a esta estrategia y adaptarla, basados en sus conocimientos ancestrales. De ahí nació REDD+ Indígena Amazónico (RIA) que funciona en Perú, Colombia, Brasil y Ecuador. “Un modelo que busca incorporar de manera equitativa y culturalmente adecuada, los territorios, los pueblos y las organizaciones indígenas a las iniciativas nacionales REDD+”, señala Pía Escobar, Oficial de Gobernanza y Desarrollo Social de WWF Colombia, organización que realiza apoyo técnico a este proceso en Ecuador, Perú y Colombia.
“RIA tiene que ver con un desarrollo ecosistémico más amplio. La parte integral de los pueblos indígenas, la forma de vida que va en armonía con los recursos naturales y el medio ambiente; pero también tiene que ver con la espiritualidad y los servicios que ofrecen los pueblos en su transición de cultura […]. Esta es una propuesta acorde a los planes de vida indígena. Nosotros manejamos la gobernanza, el empoderamiento del territorio y la adaptación de las políticas públicas a nuestro contexto”, resalta Estrada.
Y es que más allá de recibir incentivos por reducción de emisiones, esta iniciativa liderada en Colombia por la OPIAC y puesta en marcha en una región que cuenta con “169 resguardos de 56 pueblos diferentes y 52 lenguas, sin contar los pueblos que se encuentran en aislamiento voluntario”, busca ser un modelo de conservación que se pueda replicar, no solo en otros territorios ancestrales, sino en todos los bosques a nivel nacional.
Plan piloto: Resguardo Cuenca Alta del Río Inírida
En el departamento de Guainía, en una porción de la Reserva Nacional Natural Punawai, se encuentra el resguardo llamado Cuenca Alta del Río Inírida (CMARI), habitado por 17 comunidades indígenas de los pueblos Puinave y Curripaco. Son 2 762 000 hectáreas de una variedad de ecosistemas y especies de fauna y flora.
En 2012 se identificó el área de CMARI para la implementación del primer piloto del REDD+ Indígena Amazónico (RIA) en Colombia, que tuvo su presentación oficial en la COP18.
Para Arcángel Agapito Luzardo, miembro del pueblo Puinave y líder de la iniciativa RIA en CMARI, “este piloto lleva la visión indígena. Es una propuesta que nace desde las comunidades y tiene como línea base la gobernanza del resguardo, la estructura social, el contexto del territorio […)]. En esta zona la deforestación es del 0,1 %, debido a que se han seguido las tradiciones de gobernanza y conservación en busca de evitar que las comunidades sufran desplazamiento y fortalecer la educación, la salud, las comunicaciones, vivienda, infraestructura, servicios públicos, medios de transporte, en conclusión mejorando los medios de vida de las comunidades indígenas”.
Pero ¿qué conocimientos ancestrales aplican los pueblos en sus territorios para conservarlos? Uno de los ejemplos que menciona Agapito, es la agricultura itinerante: “los cultivos de nosotros los llamamos conucos. Lo que hacemos es que los utilizamos durante tres años y después de ese tiempo se abandona el terreno para que haga su recuperación natural. En ese lapso se hacen los últimos aprovechamientos de los productos. Tras terminar ese periodo se busca otro terreno de acuerdo a los conocimientos tradicionales, es decir donde la tierra sea fértil y productiva para la familia, porque si no hacen esa selección estratégica puede estar en peligro su seguridad alimentaria […] Esos productos son usados para el consumo de la familia, en el caso de la madera solo se utiliza para construir el hogar, no se comercializa”.
Es decir que uno de los principios de los indígenas para no afectar el ambiente y conservarlo, es utilizar lo que se va a usar no con fines lucrativos, como lo mencionó Estrada “nosotros no somos de acumulación de recursos o ambición”.
Arcángel Agapito espera que el RIA sirva para que “las nuevas generaciones conozcan su territorio, lo aprecien y lo cuiden […] Dejarles desarrollo en armonía con el planeta y así mejorar los medios de vida de las comunidades para que no se desplacen del lugar que hoy habitan”.
[Portada: Resguardo CMARI (Guanía). Foto de Rodrigo Durán Bahamón. ]
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