(Mongabay Latam / María Lourdes Zimmermann).- Lapiceros sin minas con agua en su interior, son el depósito de dos o tres alevinos, así se le conoce a las crías de peces de agua dulce que viajan desde Colombia sorteando todos los controles de seguridad de los aeropuertos internacionales. Su destino es Asia, el continente al que llegan para ser introducidos dentro de atractivos acuarios, como símbolos de abundancia, riqueza y prosperidad.

Para la Policía de Colombia, esta es una de las tantas modalidades que permiten a los traficantes de fauna transportar hacia destinos internacionales especies provenientes de ríos de las regiones de la Amazonía y la Orinoquía.

Según Luz Amparo Pinto Rivera, jefe del nuevo Grupo Investigativo de Delitos Contra el Medio Ambiente y los Recursos Naturales (GIDAR), de la Dirección de Investigación Criminal e Interpol (DIJIN), “las modalidades de tráfico son distintas y usan desde encomiendas o envíos humanos, hasta cajas de icopor en las que le hacen un microhábitat a las especies traficadas o usan antiguos rollos fotográficos en los que son transportadas pequeñas ranas venenosas, y botellas plásticas de bebidas gaseosas para pasar desapercibidos los controles policiales y filtrar aves exóticas como guacamayos de un lugar a otro”.

Los traficantes de fauna usan métodos crueles con los que sacrifican miles de especies en el tránsito hacia la ilegalidad. De 10 animales traficados solo uno llega a su destino, aclara la funcionaria y explica que: “el problema que actualmente tiene el país es no contar con ningún sistema de monitoreo que identifique fauna silvestre, los aeropuertos no cuentan con tecnología de punta para identificar animales silvestres y por correos comerciales no se revisa el contenido enviado, así que es fácil que pasen sin que nadie sospeche”.

Los correos humanos, una de las técnicas utilizadas para transportar pequeñas aves de un país a otro, es una de las modalidades de tráfico de fauna silvestre identificadas por la DIJIN y puesta en práctica por la banda autodenominada “Los pajareros”. Esta red criminal conformada por ocho personas fue desmantelada en julio y lo que hacía era extraer aves de los departamentos de Tolima y Cundinamarca.

“Los traficantes se amarraban con cinta animales pequeños como pájaros, alrededor del cuerpo, que iban sedados para que pasaran desapercibidos y así atravesaban a otros países” aclara Pinto.

Aves, ranas, serpientes y mamíferos como tigrillos y osos perezosos son extraídos de sus hábitats naturales y entregados a los traficantes para que sean vendidos en el país y fuera de él. Campesinos, pescadores y comunidades indígenas los capturan y los dejan en manos de cuidadores, que durante uno o dos días se encargan de mantenerlos con vida para luego entregarlos a los distribuidores, que previamente han recibido solicitudes vía telefónica. Así funcionan las redes, según las autoridades.

Boas decomisadas por la Corporación Autónoma de Cundinamarca. Foto: Diego Tellez.

La tenencia de mascotas no es la única razón por la que se trafican animales silvestres. Los indicadores de la DIJIN y de la Policía Ambiental y Ecológica destacan cinco departamentos del Caribe colombiano como los puntos más calientes del país para el desarrollo de esta actividad ilícita, donde las especies son extraídas para vender su carne, sus pieles o comercializar otras partes de los animales. En lo que va del año 2016, Magdalena, Sucre, Bolívar, Cesar y Córdoba son los departamentos que encabezan la lista de captura y caza ilegal.

El total de especímenes extraídos en los cinco departamentos durante el 2016 bordea los 11 197 animales de cinco especies principalmente: Hicotea (Trachemys callirostris), Iguana (Iguana iguana), Babilla (Caiman crocodylus fuscus), Canario (Serinus canaria) y Tortuga (Chelonoidis carbonaria), entre otros animales extraídos de humedales y bosques secos de la región. El tráfico de fauna silvestre en estos cinco departamentos equivale a la mitad de la cifra total de animales ilegalmente comercializados en el país, que a la fecha suman 20 415 ejemplares de fauna.

Iguanas y tortugas, dos especies amenazadas

Más de 48 776 operativos realizados por la Mesa Técnica Interinstitucional para el Control Ambiental —integrada por la Policía Nacional, el Ministerio de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible y las Corporaciones Autónomas Regionales (autoridades ambientales en el país)— mostraron los casos más desgarradores de tráfico en la región Caribe y otros lugares del país durante los dos últimos años.

El 1 de marzo de 2016, víspera de la Semana Santa en Colombia, cientos de tortugas o hicoteas (Trachemys callirostris) fueron decomisadas por la Policía Ambiental de Córdoba, un departamento enriquecido con una gran red de humedales y el quinto con mayor tráfico del país.

Decomiso de 192 tortugas Hicoteas en Córdoba. Foto: Cortesía de la Policía Ambiental de Córdoba.

El intendente William Guzmán, a cargo de la Policía Ambiental, intervino a dos grandes traficantes de hicoteas (Trachemys callirostris) que tenían en su poder 192 de estos animales. Los detenidos fueron luego puestos a disposición de la Fiscalía para su judicialización. Las tortugas fueron entregadas a la autoridad ambiental del departamento, según lo explicó el intendente, y luego regresadas a su hábitat.

La extracción de huevos y hembras adultas para la venta y consumo de carne, así como la comercialización de neonatos como mascotas, constituyen el principal problema de sobreexplotación de las poblaciones de hicotea. Esta situación se agrava si consideramos que el objetivo de caza está sobre todo puesto en las hembras adultas, especialmente en época de reproducción.

Para cazarlas, los extractores se camuflan en las ciénagas colocándose máscaras hechas a base de hojas para cubrir sus rostros. Eligen dos temporadas para capturarlas: de diciembre a mayo y de julio a agosto, precisamente cuando las hembras desovan, porque son más vulnerables y presas fáciles de sus captores. Los cazadores las atacan con armas punzantes e incluso queman los lugares en los que anidan provocando incendios.


Cazadores de Hicoteas en el Caribe colombiano. Foto: Cortesía de la Universidad Nacional de Colombia.

La sobreexplotación de esta tortuga está ligada principalmente a su consumo como parte de una tradición cultural muy arraigada en las áreas de distribución de la especie. Esta situación es crítica en la época de Semana Santa y durante toda la Cuaresma, porque la hicotea al tener carne blanca es consumida como parte de una costumbre religiosa, así como la carne de las iguanas y de otros animales silvestres.

Sucre es el segundo departamento con los niveles más altos de tráfico del país. “Se estima que más de un millón de individuos de Trachemys callirostris son cosechados anualmente solamente en la región de La Mojana en Sucre”, precisa el Libro Rojo de Reptiles de Colombia.

Pero las tortugas no son las únicas. En febrero de este año, la policía detuvo a un grupo de traficantes que pretendía comercializar 50 000 huevos de iguana, considerados un manjar al norte del país. El destino de esta carga ilegal era la ciudad turística de Cartagena. Los huevos, según la policía, estaban camuflados entre una ruma de plátanos que eran trasladados en un vehículo de servicio público. Las autoridades estiman que más de 1000 iguanas tuvieron que ser sacrificadas.

Decomiso de 50 000 huevos de Iguana. Foto: Cortesía de la Policía de Bolívar.

Según Víctor Hugo Gómez Arias, comandante del departamento de Policía en Bolívar, en los primeros meses del año se capturaron a 59 personas y se decomisaron más de 80 000 huevos de iguana.

Las cifras oficiales de la Policía Nacional confirman que en lo que va del 2016 se han capturado 5060 traficantes que han sido puestos a disposición de la Fiscalía. Además, se han decomisado 6878 hicoteas, 1505 iguanas, 1144 tortugas morrocoy y 2837 babillas o caimanes.

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(Portada: Operación Artemisa’, intervención policial en la que fueron detenidos los traficantes de fauna silvestre conocidos como ‘Los pajareros’. Foto: Cortesía DIJIN Colombia.)

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