(Mongabay Latam / Cláudio Rabin).- El 22 de enero de 2005 un gran titular llenaba la primera plana del periódico Diário do Pará, el segundo mayor periódico del norteño estado brasileño de Pará. “El periodista Lúcio Flávio Pinto ha sido golpeado y amenazado por el director ejecutivo del periódico O liberal, Rolando Maiorana y por sus guardaespaldas”, resonó en el titular. 

Cuatro días antes, Pinto, periodista independiente quien tenazmente escribe acerca del saqueo de la Amazonía, los negocios sospechosos de familias y funcionarios prominentes, y la corrupción del gobierno, había publicado una historia sobre las finanzas turbias dentro del grupo de medios de comunicación Organizações Rômulo Maiorana, quien era dueño de O Liberal.

Como era de esperar, O Liberal, la publicación más leída de la región, no publicó nada sobre la golpiza.

Pinto, que es dueño de un periódico pequeño alternativo en Belém, la capital del estado de Pará, en el corazón del bosque húmedo brasileño, se ha ganado muchos enemigos en su carrera. Ellos ya habían intentado de todo para callarlo. Lo demandaron, le enviaron amenazas de muerte, y ahora, finalmente, le dieron una golpiza. Solo la muerte podría silenciarlo de forma efectiva, pero para 2005 se había vuelto demasiado notorio para ser asesinado. Pinto era entonces considerado, y actualmente lo es también, como el periodista más importante del norte de Brasil.

Fue la primera vez que fue atacado físicamente, pero no la primera que su trabajo como periodista le trajo problemas con la poderosa familia Maiorana. Y no sería la última. 

Entre 1992 y 2005 Pinto recibió 33 demandas. Quince de ellas fueron de los Maioranas, las otras de empresarios, jueces y políticos. Algunos alegaron daño moral, otros, pérdidas materiales, y una de ellas fue una demanda de crimen. Aun así, él continuó escribiendo sobre deforestación, traficantes de tierras, tráfico de drogas y corrupción. Pinto informó a Mongabay en una de las seis recientes conversaciones telefónicas que el plan era silenciarlo haciendo su vida difícil y forzándolo a gastar todo su tiempo defendiéndose.

Pero el tiro les salió por la culata. Ganó la mayor parte de las demandas, algunas veces escribiendo sus propias defensas, y su abogado simplemente firmaba el documento que él había redactado. Aunque la golpiza lo dejó con moretones en la cara, en la espalda, en el torso cerca del hígado y los riñones, finalmente sirvió como un punto de inflexión. El caso atrajo mucho la atención nacional e internacional y puso presión sobre sus acusadores. No ha recibido tantas demandas desde entonces.

“No pudieron probar que yo estaba equivocado. Ahora han cambiado su estrategia y están intentando ignorarme”, ha dicho Pinto.

No obstante, cuatro de las demandas están todavía pendientes del lentísimo paso del sistema judicial de Brasil –una de un juez y las otras tres de la familia Maiorana. Si Pinto perdiera todas estas demandas, tendría que pagar casi $350 000 en indemnizaciones –una suma que no posee.

“Puedo ser sorprendido por un fallo judicial en cualquier momento. Sería mortal para mi trabajo”, ha afirmado.

El periódico personal de Pinto

Desde 1987, Pinto ha publicado su propio periódico unipersonal cada dos meses, el cual se llama Jornal Pessoal, que se traduce como “Periódico Personal”. Es una pequeña pero valiente empresa que vende alrededor de 2000 copias, la cual molesta regularmente a la élite local de Belém. Él es una especie de I.F. Stone ecologista, el legendario periodista norteamericano.

“Yo nunca pensé que duraría tanto tiempo. Al principio planeé escribirlo por tres años, no más que eso. Ahora, luego de veintinueve años me ha arruinado, estoy en bancarrota, me ha mantenido lejos de mis proyectos a largo plazo, pero sigo escribiéndolo”, ha dicho Pinto. “La única forma de detenerme es matándome”.

Lo que le mantiene en curso es lo mismo que le hizo comenzar, ha dicho: publicar lo que nadie más quiere imprimir.

Cuando comenzó el Jornal Pessoal él ya era un periodista consumado. Había ganado un premio Esso en 1985, el equivalente brasileño al Pulitzer, y había recibido una mención honrosa poco tiempo antes. Había sido comentarista de TV y había trabajado para casi todas las publicaciones nacionales importantes de Brasil. Sin embargo, en esos roles descubrió que no podía ser completamente independiente, y eso era lo que necesitaba para estar en un lugar dominado por los grupos de medios de comunicación propiedad de las dos familias que tienen fuertes relaciones personales con los funcionarios del gobierno.

Lúcio Flávio Pinto como joven reportero, aprox. 1970. Foto: cortesía de Lúcio Flávio Pinto.

En 1987, Pinto investigó el asesinato del joven abogado Paulo Fontaneles en manos de dos hombres armados. Fontaneles fue un antiguo congresista del gobierno quien defendió a los posseiros (pequeños agricultores) de los grileiros (usurpadores de tierras). Luego de tres meses de investigaciones, Pinto intentó publicar en O Liberal, pero la historia generó sospechas de que algunas familias de la élite podrían estar involucradas en el asesinato, y el periódico rechazó publicar la historia.

Sin ningún lugar donde publicar su historia, Pinto decidió crear su propio medio. Paradójicamente, la primera edición del Jornal Pessoal fue realizada como un favor en la imprenta de la compañía de los Maioranas.

En ese tiempo, Pinto estaba en paz con la poderosa familia. Por más de 20 años, escribió para O Liberal y cultivó una fuerte relación con Rômulo Maiorana, el fundador del grupo de medios de comunicación de la familia, y padre de Ronaldo, con quien se enredaría posteriormente. Era una relación de ida y vuelta. El mayor de los Maiorana daba libertad periodística a Pinto a cambio de la credibilidad y la acreditación que su nombre daba a O Liberal. Todo cambiaría dos años después de la muerte del magnate de los medios regionales en 1989.

Maria do Socorro Furtado Veloso, profesora de la Universidade Federal do Rio Grande do Norte, quien escribió su tesis doctoral sobre el Jornal Pessoal, dijo a Mongabay: “Cuando comencé a trabajar para O Liberal, en 1989, Lúcio ya lo había dejado. Su nombre no era mencionado en la sala de redacción después que comenzaron las demandas, pero todos leían su periódico en secreto”.


La primera edición del Jornal Pessoal (“Periódico Personal”) data de la primera quincena de septiembre de 1987. Foto: cortesía de Lúcio Flávio Pinto.

La Amazonía: una Sicilia verde 

Pinto a menudo cita a Euclides da Cunha, escritor brasileño de principios del siglo XX, que estaba abrumado por la magnificencia de la Amazonía. Él describía a la Amazonía como la página final no escrita del Génesis que Dios había dejado para que la escribieran los hombres.

Sin embargo, lo que los hombres crearon es un lugar que Pinto una vez llamó “la Sicilia Verde”, donde los periodistas independientes no pueden trabajar sin ser hostigados. A Pinto le gusta decir que él no provoca los problemas; él sólo reporta los hechos sin considerar las consecuencias. Y en Pará, las consecuencias pueden incluir no solamente arrestos sino también amenazas de muerte, asesinato, o si uno es demasiado importante para ser asesinado, demandas. Según el Comité de Protección a los Periodistas (CPJ, por sus siglas en portugués), seis periodistas fueron asesinados en Brasil el año pasado. Fue el tercer país más peligroso en 2015, después de Siria y Francia.

“Ya perdí la cuenta de cuantas demandas he tenido”, dijo a Mongabay Augusto Barata, un bloguero de política con base en Belém. “Han institucionalizado la censura judicial”.

Barata se considera a sí mismo un blanco fácil porque trabaja sólo y no tiene conexiones políticas. “Me han prohibido mediante fallo judicial escribir sobre algunos nombres en mi blog”, dijo.

Cree que Pinto ha roto el monopolio regional de la información tomada anteriormente por los dos grandes medios de comunicación de Pará. “Su periódico ayuda a que la democracia respire”, ha dicho Barata.

En muchos casos, sin embargo, las reglas de la democracia han sido utilizadas contra Pinto.

Desde que las demandas comenzaron en 1992, solo perdió una de ellas, presentada por un hombre a quien acusó en la prensa de ser el mayor traficante de tierras de Brasil, e “incluso quizás del mundo”. En 2012, después de doce años de batallas judiciales, un juez lo declaró culpable de daño moral por llamar al empresario Cecílio do Rego Almeida “pirata de tierras” en un artículo de 1999 sobre una declaración de Almeida acerca de una extensión forestal del tamaño de Bélgica en el valle del Xingú, en Pará. El artículo de Pinto decía que la tierra pertenecía al Estado y que los documentos que probaban la propiedad de Almeida estaban fraguados.

En 2013, Pinto fue forzado a pagar una compensación legal de $7000 a la familia del empresario, quien había muerto cinco años antes. Él no tenía el dinero en ese momento. El periódico de Pinto tiene una reducida circulación y no acepta publicidad porque piensa que esto podría socavar su libertad editorial absoluta. Por lo tanto Pinto se dirigió a Internet en busca de ayuda.

Lee aquí la historia completa

[Traducido por Alfonso Reátegui]

[Portada: Lúcio Flávio Pinto, en su casa en 2012. Foto: cortesía de Lúcio Flávio Pinto.

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