[Mongabay Latam / Eduardo Franco Berton (RAI)].- Hace 15 años Pedro Espinoza, exminero, decidió dejar atrás la minería del oro y mudarse a vivir en medio de un bosque en la zona de Yiquimuni, a orillas del río Kaka, al norte del departamento de La Paz. Era el año 2001, Pedro tenía entonces 60 años y llegaba con las esperanzas puestas en su nueva vida en armonía con el bosque, alejado de las dragas, de los jefes y sobre todo del mercurio. Su plan era criar pollos, algunas vacas y sembrar árboles frutales a modo de subsistencia.

Pedro Espinoza recuerda cómo era su vida antes de llegar a Yiquimuni

─¿Cómo era la minería del oro?

─Yo comencé a trabajar en minería en 1980, antes trabajaba en las minas del municipio de Tipuani. Entonces la explotación era rústica, primero trabajábamos con cuadros (explotación de una porción del río). Después en el 82 se comenzó a trabajar con mecanización (palas retroexcavadoras y vibradores). Ahora es más con azogue (mercurio) que permite recuperar el polvo de oro.

─¿Y qué pasa con el mercurio que usan?

─Eso lamentablemente luego se lo echa al agua y es dañino.

El exminero no imaginó que tendría que lidiar con el mismo problema en su nuevo hogar.

─¿Y cómo está afectando a la zona?

─Antes en estos tiempos en este río (Kaka) había una gran cantidad de pescau. Ahora ya no. Yo tengo mis mallas y ya no estoy sacando nada. Antes sacaba sábalos, surubís y bagres.


Pedro Espinoza en el arroyo Liquimuni donde fue atacado por la manta raya. Foto: Eduardo Franco Berton.

La crisis económica mundial de 2008 generó una nueva fiebre por la minería aurífera en los países amazónicos. Esto ocasionó una subida del precio del oro, un crecimiento de la demanda global y un incremento de la minería en la Amazonia Boliviana.

Mercurio: un enemigo que necesita ser estudiado

El mercurio es utilizado para aumentar la recuperación del oro, el mismo se une al metal formando una amalgama pesada que hace posible la recolección de las pequeñas partículas de oro en el agua. Cuando el mercurio utilizado en el proceso es derramado en las aguas se transforma en metilmercurio, un compuesto altamente tóxico que es asimilado por las poblaciones de peces.

Al consumir peces u otros alimentos contaminados por metilmercurio este ingresa fácilmente en la corriente sanguínea y pasa rápidamente a otras partes del cuerpo (cerca del 95 % es absorbido). Si este metilmercurio ingresa en la sangre de una mujer embarazada se trasladará fácilmente a la sangre del niño en desarrollo y de allí hacia su cerebro y a otros tejidos, produciendo daños en el sistema nervioso del feto.

Según el último reporte del Global Mercury Assessment publicado en el 2013 y elaborado para el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), en Bolivia se habrían derramado 55 toneladas de mercurio en las aguas y suelos el año 2012. Este mismo reporte ha definido al mercurio como “una amenaza global para la salud humana y ambiental”.


Dragas sobre el río Beni. Foto: Eduardo Franco Berton.

Las cifras del PNUMA también afirman que en Bolivia se habría emitido y descargado alrededor de 100 toneladas al año de mercurio ambientalmente contaminante, de un total mundial de 1707 toneladas en 2010 o de 1607 en 2011. Esto significa que Bolivia es responsable del 6 % de todo el mercurio arrojado antropogénicamente al medio ambiente y por causa de la minería del oro.

Ricardo Calla Ortega, sociólogo y antropólogo boliviano, señaló en una publicación para el Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (CEDLA) que la única referencia nombrada sobre los impactos ambientales del mercurio en la Amazonia Boliviana ha sido realizada el año 1992 por el doctorado en química Justo P. Zapata y un equipo multidisciplinario de 13 especialistas en la Región de Nueva Esperanza, Araras, del Departamento de Pando. El estudio concluyó entonces que: “…la contaminación mercurial está afectando a la población piscícola y, probablemente, también a la población humana que se alimenta de peces […]específicamente, la carne de pescado para consumo humano debería tener menos de 200 partículas por billón (ppb) de mercurio (según normas de la OMS), […] valores que están por debajo de los promedios de 575 ppb y 799 ppb obtenidos en las dos épocas (seca y de lluvias) de realización de este estudio”.

El Estudio marca además, que se encontraron valores mucho más elevados de mercurio “en el Pacú (Colossoma macropomun) y el Surubí (Pseudoplastystoma fasciatum), colectados en el municipio de Trinidad, sobre el río Mamoré, Departamento del Beni, de 2.185 y 2.109 ppb, respectivamente”. Ninguna otra investigación en profundidad se ha realizado desde entonces sobre el oro y el mercurio en ninguna de las zonas o subáreas de la Amazonia Boliviana. “La hipótesis de que la contaminación piscícola en la subregión podría haber empeorado a raíz del más reciente auge internacional de los precios del oro es plausible y una investigación seria es de urgencia”, señala Calla Ortega.

Minería: una amenaza para la Reserva de la Biósfera Pilón Lajas

Dejamos atrás Yiquimuni. Navegamos ahora a través del río Kaka y nos aproximarnos a las aguas del río Beni. En Bolivia la denominada “ruta del oro” se extiende por unos 350 kilómetros, comienza en la región de los Yungas y se extiende hacia los municipios del trópico paceño de Tipuani, Guanay y Teoponte. Llegamos finalmente al imponente Cañón de El Beu, “ya estamos en el territorio de la Reserva de la Biósfera Pilón Lajas”, nos comenta Hermindo Vies, quien era entonces uno de los guardaparques de esta reserva natural.

Botes de mineros ilegales en la Reserva Pilón Lajas. Foto: Eduardo Franco Berton.

Herminio Vies pertenece al pueblo indígena Tsimane, su apodo es “Mindo”, es nacido en la comunidad Asunción del Quiquibey, una comunidad indígena del pueblo Tsimane que se encuentra en la Reserva de la Biósfera y Tierra Comunitaria de Origen Pilón Lajas, a orillas del río Quiquibey. Allí de pequeño sus padres le inculcaron el respeto y valor por la naturaleza, lo que se convirtió en una de sus motivaciones para convertirse en guardaparques. “Ser guarda no es nada fácil, a veces en los patrullajes nos enfrentamos a situaciones de riesgo, como encuentros con infractores (cazadores y madereros ilegales) que están armados”, comenta Vies.

Delante de nosotros observamos dos botes y un motor en medio del río. “¡Cuidado parecen mineros ilegales!”, grita Hermindo. En el otro extremo del bote Gabriel Buchapi, el jefe del equipo de protección de guardaparques de la Reserva nos recomienda esperar un rato antes de descender, “uno nunca sabe con quienes se puede topar”, nos alerta. De repente un hombre se aproxima nervioso hacia nosotros, mientras otro lo espera a unos pocos metros junto a una mujer y un niño.

─Estamos dentro del territorio de la Reserva de la Biósfera Pilón Lajas, es un área protegida de Bolivia. Ustedes no pueden buscar oro aquí ─les dice Gabriel Buchapi a los mineros.

─¡También somos bolivianos y tenemos derecho al trabajo! Los otros compañeros de la comunidad están lavando oro más arriba en el río. Por eso nos vinimos aquí, si es necesario sacar algún permiso lo vamos a solicitar a las oficinas del Parque ─responde el minero.

─¡No se lo van a dar señor! Esta es un área protegida, además es la zona de protección estricta de la reserva, allá en frente nuestro tenemos también otra área protegida, el Parque Madidi. ¡Ustedes están cometiendo una infracción! ¿Por qué mejor no buscan oro en otro lugar? ─ responde un tanto molesto Buchapi.

─Está bien, nos vamos a retirar ─dice el minero sin generar mayor discusión.

Lee aquí el artículo completo. 

[Portada: Paisaje alterado por la minería aurífera en la localidad de Mayaya sobre el Río Kaka. Foto: Eduardo Franco Berton. ]

Más artículos de Mongabay Latam

¿Conoces la universidad que funciona en el corazón de la Amazonía ecuatoriana?

Amazonía herida: todos los derrames de petróleo que han contaminado la selva peruana

Quemas para cultivo han deforestado 600 hectáreas de bosque en Madre de Dios