(Mongabay Latam / Milton López Tarabochia).- Hugo Vásquez Torrejón caminaba el último sábado 20 de agosto por la Concesión para Conservación “Ojos de Agua” localizada en la provincia de Picota, región amazónica de San Martín, para pintar los hitos limítrofes que separan del resto del bosque esta área de conservación que funciona desde el 2010. De repente, en medio de la caminata, por casualidad, tropezó con una cuerda que inmediatamente accionó el gatillo de un cañón ubicado a unos metros de distancia. Hugo Vásquez, de un momento a otro, cayó al suelo porque el perdigón del arma le reventó la rodilla derecha. Había sido víctima de una “trampera”. 

“Este tipo de trampas ilegales para cazar animales son recurrentes. El problema es que no hay estadísticas que certifiquen todos los casos de personas afectadas por las ‘tramperas’, solo hay recuentos de forma anecdótica, de boca a boca. Incluso personal de la autoridad forestal (Osinfor) han sido afectados”, explica a Mongabay Latam, Bruno Monteferri, director del proyecto Conservamos por Naturaleza de la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA).

Monteferri señala que las ‘tramperas’ se encuentran desperdigadas por toda la Amazonía y el caso de Hugo Vásquez Torrejón es uno de los tantos que son reportados cada cierto tiempo en los poblados de la selva peruana. “En áreas privadas o protegidas por el Estado es difícil que las coloquen porque hay mayor seguridad, en cambio, en zonas de concesión para conservación forestal (como la de Hugo Vásquez), es más fácil que ingresen porque no hay mucha seguridad. Además que hay gente que ha utilizado antes la misma área para otros fines, como la caza y no desea que los retiren de la zona”, agrega.

Vásquez Torrejón es presidente de la Asociación para conservación ‘Ojos de agua’, que ocupa una extensión aproximada de 2400 hectáreas de bosque seco-tropical. Él, con un grupo de personas, es el encargado de velar por la seguridad de un territorio cercano al río Huallaga en la región de San Martín, en donde la deforestación por los cultivos está creciendo, según cuenta la propia víctima.

“Nuestra área de conservación es un lunar en medio de zonas deforestadas por cultivos de maíz y arroz que hay alrededor. La gente me pregunta por qué me dedico a esto si no me da mucho dinero, yo les digo que cuido nuestra agua. San Martín no se abastece de agua de los nevados, si no del bosque, pero nadie se da cuenta”, dice a Mongabay Latam, Hugo Vásquez Torrejón, quien ahora se encuentra internado en una clínica en la ciudad de Tarapoto por el perdigón de la ‘trampera’ que le ha producido “un dolor insoportable”. Ahora está postrado en una cama.

“El día del balazo me encontraba con mi hijo, quien estaba dos metros atrás de mí, mientras que revisábamos los límites de la concesión. Luego del impacto, él tuvo que ir de vuelta a la ciudad que está a 3 horas de distancia para pedir ayuda. Mi hijo me contó que a su vuelta me encontró todo lleno de sangre. Ahora que estoy en cama me han tenido que colocar 3 unidades de sangre donada. Gracias a todos los que me apoyaron”, cuenta Vásquez Torrejón.


Hugo Vásquez se recupera en el hospital y se espera que tras la operación pueda volver a caminar. Foto: Cortesía de la SPDA.

Hugo Vásquez es un referente de la conservación en el Perú, señala Monteferri. “Con el dinero que recauda de negocios ecológicos como la producción de aceite de coco, actividades turísticas o el uso de viruta de coco como carbón ecológico, reinvierte lo ganado para capacitar a campesinos de otras zonas en el tema de conservación. Él da valor a todo el bosque en pie”, precisa el especialista.

No fue un "accidente"

Sin embargo, Hugo Vásquez vive con temor porque no fue un simple accidente. “Adrián Fernández Torres se llama quien colocó la ‘trampera’. Lo conocemos, él junto a otros cazadores dijeron, cuando me lastimé, que ya había caído el primero, ahora faltan los demás. Esa trampa no era accidental, fue con segunda intención”, manifiesta Vásquez, quien ya denunció el caso frente a la policía y espera que se capture a los responsables, aunque ni la Ley forestal ni el código penal incluyen este tipo de atentado contra la vida como un crimen.

En la nueva Ley Forestal peruana no está incluido el crimen por ‘tramperas’ como un hecho punible, si lo estuviera, originaría que la policía y la Fiscalía actúen inmediatamente y castiguen a los criminales, como indica el ingeniero forestal Fernando Rubio, quien tiene más de 20 años trabajando en la Amazonía y conoce el caso de Hugo Vásquez. “Es indignante. Yo formé parte de la comisión para la creación de la nueva Ley Forestal y señalé que debían agregar el tema de las ‘tramperas’ para que se castigue al delito con nombre y apellido. Además que en el código penal se le considere como ‘homicidio culposo’ porque esas trampas son colocadas a conciencia por cazadores. No se les debe calificar como simples accidentes”, sostiene.

Hugo Vásquez es considerado un conservacionista y dedica sus días a sensibilizar a los pobladores de la zona. En esta imagen muestra orgulloso sus paneles solares. Foto: Cortesía de la SPDA

Rubio explica que hay dos razones por las que los cazadores colocan las ‘tramperas’: para autoconsumo y en este caso colocan hasta tres trampas en el bosque; y para el comercio de fauna silvestre, actividad ilegal para la que destinan hasta 20 tramperas. Fernando Rubio ha seguido el tema de cerca y sabe que incluso existen negocios clandestinos en ciudades como Juanjui o Tarapoto que funcionan como talleres mecánicos, pero que en realidad se dedican a fabricar estas trampas de forma oculta.

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[Foto de portada: Hugo Vásquez recostado en el suelo luego de caer seriamente herido por una trampera. Foto: Cortesía de la SPDA.]

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