(Mongabay Latam / Claire Asher).- Puede que el oso malayo no sea el animal más famoso del sureste asiático, pero sin duda es uno de los más adorables —aunque su encanto no haya servido para protegerlo. Estos suaves e inquisitivos residentes de Asia continental, Sumatra y Borneo están amenazados por la caza para la medicina tradicional. También están perdiendo su hábitat en el bosque tropical rápidamente con la expansión agrícola para las plantaciones de palma aceitera y otros cultivos. 

Los osos malayos son tan bonitos como un peluche, pero son una especie poco conocida para la sociedad. Foto de Claire Asher

La población global del oso malayo, actualmente catalogado como Vulnerable a la Extinción por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), ha descendido en más de un 30 por ciento en las tres últimas décadas (tres generaciones de oso malayo). Aunque muchas organizaciones trabajan para estudiar y proteger al Helarctos malayanus en su hábitat, aún hay muchas cosas que no sabemos sobre la biología de la especie, su comportamiento y su conservación.

Los osos malayos son la especie de oso más pequeña; pesan solo de 35 a 80 kilogramos (75-175 libras). Aun así, este pequeño omnívoro tiene un gran apetito. Se alimenta de cosas que van de fruta a termitas, de lombrices a huevos, tortugas, pájaros y larvas de escarabajo. Tienen debilidad por los higos y cumplen con el estereotipo de Winnie the Pooh: también les encanta la miel. Esa obsesión se ve satisfecha gracias a su prestigiosa lengua —con 18 pulgadas es la más larga entre los osos—, que les permite ahondar de forma diestra en los troncos de los árboles y robar la miel directamente de las colmenas.

Por desgracia para el apodado, con razón, “oso de la miel”, ser tan goloso suele ponerlo en problemas. Hace que paseen hasta granjas en los pueblos, donde los conflictos entre los osos malayos y las comunidades locales son habituales.

Los osos malayos son conocidos por su larga lengua —la más larga de todas las especies de osos— ideal para ahondar en las colmenas en busca de miel. Foto de Chiew Lin May del Centro de Conservación del Oso Malayo de Borneo

Un estudio de 2015 descubrió que el 46 por ciento de los agricultores de la región centro occidental de Sumatra habían experimentando conflictos con los osos malayos —sobre todo debido a asaltos a las plantaciones. Los investigadores descubrieron que los daños a los cultivos y la depredación de ganado estaban “correlacionados positivamente con la lluvia y aumentaban cuando los cultivos comerciales llegaban a la madurez”, lo cual hace que los agricultores no vean la especie como “adorable” en absoluto y quieran que los animales desaparezcan de forma permanente de las comunidades locales.

Se espera que estos conflictos aumenten a medida que la tala y el cambio climático reduzcan la disponibilidad de fruta silvestre, y la expansión de la agricultura y el aumento de la población humana en Asia se abran camino en el bosque tropical hábitat del oso malayo.

Una especie clave

El H.malayanus es crucial para el medio ambiente. “Los osos malayos tienen muchos papeles ecológicos importantes en el ecosistema forestal”. Revela Siew Te Wong, fundador del Centro de Conservación del Oso Malayo de Borneo (BSBCC por sus siglas en inglés).

Son una especie clave y su pérdida podría alterar el ecosistema de forma drástica. La apreciación del oso malayo por la fruta lo convierte en un excelente dispersor de semillas que ofrece un servicio vital a los árboles del bosque. Los osos malayos también controlan las plagas de los bosques, como las termitas. Cuando cazan hormigas o abejas, organizan nuevas cavidades en los árboles con sus garras ultra afiladas —y sin darse cuenta, crean hogares para los bucerótidos, ardillas voladoras y otros habitantes de los árboles. Los osos malayos también ayudan a dirigir el ciclo de nutrientes del bosque al cavar en busca de comida entre los restos de las hojas y dejar desechos para los carroñeros como los faisanes y las perdices.

También tienen valor cultural: los osos malayos ofrecen posibilidades para el ecoturismo sostenible y “simbolizan la naturaleza del bosque tropical en el sureste asiático”, dice Siew Te.

Reproducción lenta

Los osos malayos crean sus hogares en troncos profundos y cavidades en los árboles, y son solitarios con excepción de las madres y las crías jóvenes.

La especie tiene un periodo de gestación de un mínimo de 90 días, pero las pruebas tras observar osos malayos cautivos sugieren que ese periodo puede durar mucho más. Las hembras embarazadas son capaces de una hazaña conocida como “implantación retardada”, en la cual un embrión recién fertilizado puede mantenerse inactivo durante cierto tiempo antes de implantarse en el útero. Eso puede extender la gestación hasta 130 días, y se cree que permite a las osas posponer el embarazo hasta que las condiciones del hábitat sean favorables.


Los osos malayos son una especie clave. Comen fruta y son muy buenos dispersores de semillas. Foto de Siew Te Wong / BSBCC

Cuando nacen, los cachorros son amamantados durante unos 18 meses y permanecen con su madre hasta que crecen del todo. Este ritmo reproductivo tan lento, que la especie comparte con otros osos, hace que sea difícil recuperar las poblaciones rápidamente de la caza y la pérdida de hábitat.

Los osos malayos bajo presión

La pérdida de hábitat es la amenaza más grave para los osos malayos en Indonesia y Malasia, donde la tala comercial y el desmonte para agricultura están destruyendo el hábitat en el bosque bajo a una velocidad alarmante. Desde 1990, más de 3,5 millones de hectáreas (13,500 millas cuadradas) de bosque tropical han sido taladas para plantaciones de palma aceitera en el sureste asiático; en estos momentos Indonesia tiene el mayor índice de pérdida forestal del mundo.

Los incendios forestales también son una amenaza importante para los osos malayos y otras especies de vida silvestre. Los incendios en cifras récord en Indonesia y Malasia destruyeron amplias franjas de selva tropical el año pasado. En uno de los peores desastres ambientales en décadas, los incendios anuales de la estación seca se acrecentaron en 2015 con el drenaje de las turberas para agricultura (especialmente para plantaciones de palma aceitera), y a causa de un fuerte El Niño que retrasó los monzones y desencadenó severas sequías —que probablemente empeoraron a causa del cambio climático.

Casi tres millones de hectáreas (11 500 millas cuadradas) ardieron entre junio y octubre de 2015. Aunque nadie está seguro del alcance total de los daños en el ecosistema, los incendios en turberas “podrían haber destruido el hábitat de los osos malayos que viven en bosques de turberas”, afirma Siew Te.

Sin embargo, el mayor impacto de los incendios de 2015 en los osos malayos podría estar por llegar. Cuando las turberas se queman, liberan de tres a seis veces más partículas de humo que otros tipos de tierra, de modo que el año pasado se generó una densa niebla que cubrió partes del sureste asiático durante meses.

“La niebla y el humo podrían matar a millones de insectos polinizadores como las avispas de los higos”, explica Siew Te. Las avispas de los higos, como su nombre indica, polinizan la fruta favorita de los osos malayos. Si el humo de las turberas redujo las poblaciones de avispa de los higos en 2015, puede que los osos malayos en Borneo y Sumatra pasen hambre este año, algo que también podría contribuir a que asalten los cultivos. Más malas noticias: aunque aún es pronto, la estación de incendios de 2016 ha empezado ferozmente.

Lee aquí el artículo completo. 

[Texto traducido por María Ángeles Salazar Rustarazo]

[Foto de portada: Claire Asher]

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