(Mongabay Latam / Miriam Telma Jemio).- “No hay. Desaparecen en esta época”, responde Paulina Mamani cuando le preguntan —el segundo domingo de marzo— si las ancas de rana son parte del menú de su restaurante ubicado a orillas del lago Titicaca, único lugar del mundo donde habita la rana gigante (Telmatobius culeus). Hace más de 20 años que está en peligro de extinción y se ha perdido el 80 % de la población de esta especie. La contaminación de su hábitat es hoy el principal problema.

Durante la primera década de este siglo, esta especie se redujo en un 40 %. Entonces la rana gigante era utilizada en platos exóticos o jugos “medicinales”, un consumo que traspasó las fronteras de Bolivia y Perú, países que comparten el lago más alto del mundo. Pero las normas peruanas y bolivianas que prohíben la extracción de este anfibio gigante de su hábitat no lograron detener su comercio.

Este año los esfuerzos por su conservación llegaron más allá, cuando la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES) la incluyó en su categoría más alta, lo que significa que la rana gigante del Titicaca no puede ser comercializada y que los países miembros de este tratado están obligados a protegerla.

Los expertos que la han estudiado coinciden en que hoy la mayor amenaza para esta especie es la contaminación de su hábitat, las aguas del lago Titicaca, del cual nunca emerge porque respira por la piel. Miles de ranas gigantes han muerto en los últimos dos años y las autoridades de Bolivia y Perú aún no logran resolver el grave problema que empeoró la situación de la Jamphatu huankele (rana gigante en aymara), pues desde 2008 está en peligro crítico de extinción en Bolivia y en Perú desde 2014.

María Gálvez Durand, directora de la Oficina de Autoridad Administrativa de CITES en Perú —que depende del Servicio Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor)— explicó que “aunque (la rana gigante) tiene una amplia distribución en el lago Titicaca —más de 17 000 km2—(…) actualmente, es una especie poco frecuente (de ver)”.

En la 1960, el equipo de investigación de Jacques Costeau estimó que habían mil millones de Telmatobius culeus en el lago Titicaca, único lugar donde vive esta rana. Foto: Arturo Muñoz.

Se sabe que a nivel mundial, un tercio (2068) de las especies de anfibios figuran en la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Lo que más preocupa es que esa situación “no está mejorando”, dijo a Mongabay Latam Ariadne Angulo, coordinadora del Grupo de Especialistas de Anfibios de la UICN.

Protegida a nivel internacional por la Cites

De cuerpo grande y cabeza redondeada, ancha y aplanada, la rana gigante puede alcanzar un tamaño que oscila entre los 30 y 50 centímetros y pesar entre 150 y 180 gramos. Su piel es suave, pegajosa y muy holgada, tienes pliegues que cuelgan de su cuerpo. Según el Libro Rojo de Fauna Silvestre de Vertebrados de Bolivia, sus colores varían “desde olivo claro uniforme a oscuro, con diferentes diseños como motas blancas o puntos hasta parecer grises” y su vientre puede ser “blanco, gris claro hasta anaranjado como generalmente se observa en el Lago Menor”.

En la reunión de las partes (COP 17) de la CITES, realizada en septiembre de 2016 en Sudáfrica, Bolivia y Perú lograron que la Telmatobius culeus (rana gigante del Titicaca) se sumara al Apéndice I de este tratado, por ser una especie única en el mundo que se encuentra En Peligro Crítico de extinción. En esa reunión los expertos explicaron que la población de este anfibio ha caído, que existe una degradación de su hábitat y que la extracción comercial (ilegal e indiscriminada) se ha convertido en una amenaza significativa. Además que las especies introducidas ponen en peligro a la población de la rana gigante, así como la presencia de patógenos y agentes infecciosos.

Una de las ranas muertas encontradas en el fondo del Lago Menor. Foto: Arturo Muñoz

La categoría En Peligro Crítico es la más próxima al riesgo de extinción, según la Lista Roja de la UICN. “A nivel global, suelen ser especies prioritarias en los esfuerzos de conservación”, resaltó la Coordinadora del Grupo de Especialistas en Anfibios, el cual aporta la base científica para las acciones efectivas de conservación de estas especies y sus hábitats a nivel mundial.

Cites regula el comercio internacional de especies silvestres catalogándolas en tres niveles llamados Apéndices. “Hemos logrado la inclusión de la rana gigante en el Apéndice I. Eso quiere decir que está prohibido su comercio internacional”, explica a Mongabay Latam Antonieta Mollo, responsable de Gestión Cites de la Dirección de Biodiversidad de Bolivia. Puede ser llevada a otro país solo “para fines de investigación o de conservación”, complementa el biólogo Arturo Muñoz.

Los biólogos Claudia Cortés y Arturo Muñoz, representantes de Bolivia en el Grupo de Especialistas de Anfibios, junto a sus pares de Perú (Giussepe Gagliardi y Ariadne Angulo) y las autoridades binacionales del área, trabajaron en la elaboración de la propuesta presentada en septiembre pasado en la 17 reunión de la Conferencia de las Partes de Cites. Durante dos años investigaron y recopilaron la información, principalmente, sobre el tráfico internacional. “Esos informes sustentaron nuestra propuesta. Se encontró que es llevada a Estados Unidos, Brasil y Colombia, principalmente, para la preparación de platos exóticos como son las ancas de rana”, dijo Mollo.

Con base en el trabajo científico de la Iniciativa Anfibios de Bolivia (IAB), “se recopiló toda la información sobre el estado poblacional de la especie y actualizamos los datos del tráfico. Sabíamos que había un tráfico entre Perú y Bolivia y hacia otros países, pero necesitábamos probarlo”, explicó a Mongabay Latam Arturo Muñoz, coordinador de la IAB.

Científicos realizando trabajos de investigación en el Lago Titicaca. Foto: Arturo Muñoz.

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Portada: Rana gigante del Titicaca (Telmatobius culeus). Foto de Arturo Muñoz.

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